24 Horas

Las alcantarillas

"No hay precio tan alto sin mente para pensar, sin voluntad que quebrar, sin voz que grite de sufrimiento."

-Rey Pálido (Hollow Knight)

Sus pies se hacían más pesados con cada paso que daban, y sus talones, mortificados por los calambres, parecían querer desprenderse cada vez más del cuerpo al que pertenecían. Los vapores emanados se introducían sin permiso alguno en las fosas nasales de los viajeros que, únicamente pensando en sobrevivir, lo ignoraban como podían. Lo que había comenzado como un trote se convirtió en una caminata perezosa, como la de aquellos que los asechaban. Atravesaron ruidosas calles en las que se oían gritos y destrucción, tanto de cristales como la de vehículos estampándose ferozmente con otros. En cierto punto ambos dejaron de pensar, restando importancia a la sangre que caía en sus hombros o a las ratas que flotaban en la putrefacta y aceitosa agua.

Cada vez los gemidos perseguidores se oían más lejanos, aunque esto no los tranquilizaba ni siquiera de manera nimia. Benjamín no veía la hora de atravesar Mercado Central en busca de su madre, y Mauro de encontrar a sus hijas. Finalmente fue este último quien decidió darle su escopeta a su compañero para que la usase como un garrote, ya que otra utilidad no podía poseer. También le entregó algunas esferas de goma, mientras caminaban él las iba cargando.

Ambos querían tomarse un momento para respirar hondo y regular su presión arterial, mas por obvias razones no podían.

Los pasajes cada vez se hacían más laberinticos, ramificados y ciclópeos. Las heces con pequeñas bolsas de pus adornadas con cabezas de pequeños animales decoraban las paredes como si perteneciesen a un cefalópodo de mayor tamaño, fue gracias a ese pequeño indicio que supieron que se dirigían a un camino sin salida, por lo que decidieron cambiar de rumbo, y, desde entonces ante la dada en cualquier bifurcación, tomaban el camino que más pareciese avanzar.

Finalmente tras incontables minutos de sufrimiento y calambres, la tensión en sus hombros descendió levemente al encontrar una fuerte luz emanando desde el final del circular y ancho pasillo que avanzaba en subida. Así, usando la pequeña acera para trabajadores, subieron con mucho esfuerzo hasta encontrarse la confortante imagen de una de las tantas plantas que controlaban en flujo de las cloacas. No constaba más que de una habitación llena de válvulas, pero era suficiente para que ambos se sintieran refugiados.

—Por aquí debe de haber una salida, mi amigo trabajó por un año en esto, solía mover válvulas asegurándose del flujo y todas esas idioteces. Siempre entraba y salía directamente por una tapa cercana —Indicó Benjamín con el abrasador calor en su pecho

El guardia apagó y guardó su linterna. Ambos subieron las escaleras hasta aquella habitación, rápidamente notaron el nocivo oxido en los barandales, mas no le dieron importancia.

A medida que ascendían por los pesados tres metros de escalones, más podía oírse unos torpes, pesados y dolidos golpes en la puerta, clamando por salir. El pequeño balcón apenas daba espacio para que un hombre y medio –o un obeso– pudiesen pararse cómodamente, por lo que uno solo se posó en la escalera mientras otro se posaba frente a la puerta. Benjamín solicitó que su compañero abriese primero, el cual no se rehusó a esto. Mauro abrió la puerta con cuidado y fuerza, empujándola hacia adentro, sintiendo algo pesado que parecía empujar.

Una figura que posaba de pie en el centro de la habitacion sintió una fuerte y seductora atracción por la luz y aire entrante, por lo que decidió acudir a su llamada, lanzándose con pesadez y hambre hacía Mauro, empujándolo fieramente contra las barandillas. Colocando ambas manos en su pecho el padre intentó alejar al uniformado de camisa azul, cediendo cada vez más por su cansancio. Las fauces se acercaban lentamente a la garganta de su víctima, emanando un fuerte aliento a muerte.

Un fuerte golpe dado con la culata de una escopeta lo obligó a estrellarse contra la barandilla a su izquierda. Sin mediar palabras Mauro posó su brazo derecho en el cuello de su atacante, empujando con intención de ahorcarlo, cegado por la ira de casi se asesinado, ignorando la entrada a su izquierda.

Detrás de la puerta salió otro que se escondía tímidamente, arrojándose contra el joven armado que apenas pudo cubrirse con su escopeta, siendo él quien ahora sufriría el golpe de la barandilla en sus riñones, empujando también a su compañero.

Finalmente el metal oxidado cedió y con un fuerte chirrido dejó caer a Benjamín. El filoso metal oxidado atravesó parte del muslo derecho del joven, obligándolo a gritar con todas sus fuerzas, cediendo cada vez más ante aquel que cayó encima suyo con intenciones de devorarlo. Las lagrimas nacían de sus ojos, provocadas por el fuerte y punzante dolor.

Mauro yacía casi colgando del balcón, con solo medio pie que soportaba su peso, sosteniéndose de un pequeño y filoso trozo de barandilla oxidada de unos cuarenta centímetros, que también tentaba por liberarse. Al ver que su compañero iba a ser mordido, y que el otro se acercaba a él para imitarlo, decidió agitar su brazo hasta liberar el metal y dejarse caer, y así lo hizo, aprovechando el peso provocado por la caída para atravesar la cabeza del que amenazaba la vida de su amigo. La punzante barra de hierro oxidado atravesó el ojo del impío, deteniéndose a escasos diez centímetros de la garganta de Benjamín, mas mucho lamentaría Mauro el lanzarse de forma tan despreocupada, pues caer de mala manera le cobraría factura a su pierna izquierda.

Levantó la mirada observando asomarse al otro, y como buenamente pudo arrastró a su amigo alejándolo del balcón. Finalmente el zombi restante se dejó caer, dejando pasar primero a su cabeza, estrellándola contra el piso. Su espalda hizo contacto contra su cabeza y su garganta se abrió dejando salir un pequeño chorro de sangre llena de coágulos. Ambos se quedaron congelados por unos segundos, intentando asimilar como podían lo recién sucedido, tomándose ahora el tiempo de inhalar con fuerza, aunque el malherido lo hacía para intentar calmar el dolor.



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En el texto hay: zombies, psicologia, accion aventura

Editado: 26.01.2022

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