"Un día te mancharás las manos con sangre, y entenderás que esa mierda no se quita en el lavabo."
-Baby Driver
Sus piernas ardían, sus hombros cada vez se hacía más difíciles de sostener y su llamada seguía sin ser respondida. Mauro comenzaba a insultar entre dientes pues muy cerca se hallaba del Mercado Central y aquella mujer no respondía sus llamados. Mil ideas pasaron por su mente, todas atroces, pero ninguna fue la real. Cansado, decidió llamar a su hermano, quien rápidamente respondió con una voz cansada y decaída, como si un gran sueño azotara todo su ser.
—Oye, ya me estoy acercando. Ve yendo al puente
—Si, ya estoy aquí
—¿Estás bien? Se te oye raro
—Si. Estoy bien. Solo... solo apúrate, ¿si?
La llamada terminó y aquel del bolso solo se mantuvo contemplando la pantalla por varios segundos, más de los que duró la llamada, con sus parpados pesados y sus labios en suaves movimientos como si mencionase sin aire algunos nombres de naturaleza femenina. Luego le dio refugio en su bolsillo y se decidió a abrir una botella de agua. Intentando imaginar que era alcohol se lo tomó todo de un solo trago, deseoso, quizás, de que fuera tequila para simplemente morir. Pero era agua. Simple, mundana e insabora agua embotellada. Vago observó hacia arriba, hacia aquel techo formado por el puente como si se tratase de un nocturno cielo con estrellas carmesí con pequeñas partículas rosadas danzando. De pronto, una ficticia constelación formó el rostro de ambas mujeres que poco conoció pero que mucho marcaron su vida. Mucho deseaba el tener un arma consigo para colocársela en su boca, pues no paraba de cuestionarse si esta sería el último asesinato de inocentes que cometería.
—Hasta mañana... —Trareó— always be mine
Sin preocupación alguna contempló como uno se acercaba lento y pesado hacia su persona, casi arrastrando sus mojados pies.
—Viva forever...
A cinco metros lo tenía. Son su mirada muerta se paró con firmeza sosteniendo la filosa hacha en sus manos.
—I'll be waiting...
Sin dudarlo lanzó un fuerte y vertical hachazo que quebró la mollera del no muerto destruyendo su cerebro, obligándolo a arrodillarse religiosamente frente a su verdugo, quien con más fuerza la arrancó de ahí.
—Everlasting... —Su tono comenzaba a aumentar, sus ojos a cristalizar
Con más fuerza dio un segundo hachazo que rompió el cráneo permitiendo a la hoja llegar hasta el tabique.
—Like the sun!! —Gritó, dejando finalmente dejar salir las lágrimas de sus ojos
Con gran rabia pateó el pecho de aquel, solo para arrodillarse sobre su esófago y así poder machacarlo con mayor comodidad. Hachazo tras hachazo, corte húmedo tras corte húmedo, finalmente la cabeza perdió toda forma reconocible para convertirse en pulpa negrácea con pequeños trozos de hueso molido. Encima suyo posaba de rodillas un joven que lloraba a gritos sin preocupación, pues dicho lamento era tapado por el fuerte sonido del llanto que el cielo compartía.
Ya no quería vivir. Él era débil, no importa cuánto intentase cambiar, nada cambiaba ese hecho. No estaba hecho para el mundo cuando era normal, mucho menos se sentía preparado para el fin de éste.
Finalmente logró calmarse, sentándose sobre la cintura del cadáver, observando la opaca cortina gris de las fugaces gotas, dejando que el frio congelase las lagrimas en sus ojos, dejando en sus pómulos únicamente sal.
Se preguntaba si las gotas no tenían miedo de caer tan rápido, si no les preocupaba lo que sucedería al tocar algo, si no les dolería la caída. ¿Qué se siente estar dentro de una nube? ¿Qué se siente pertenecer a un lugar? Sin duda alguna deseaba ser como el agua, tan preciada, tan capaz de amoldarse a cualquier situación. Pero era como el cristal, tan frágil y transparente. Fue entonces que viajando entre recuerdos que no tenían relación alguna entre ellos llegó hasta una clase de biología de secundaria, recuerda haber estado escribiendo una canción para quien entonces era su novia cuando aquella mujer que dirigía la clase comentó algo respecto a los músculos, algo que él podría usar tiempo después para su oficio. Cuando una persona hace ejercicio, las fibras musculares se dañan causando ardor y fatiga, pero al reposarse y regenerarse éstas se volvían más fuerte. De esta forma crecía la masa muscular, de esta forma alguien se volvía más fuerte. El corazón es un musculo, entonces ¿podrá él volverse aun más fuerte después de lo que sucedió? No lo sabía. Nadie puede saberlo, pero sin duda comenzó a cuestionárselo durante bastante tiempo.
El trío avanzaba rápidamente por las calles que parecían desiertas, como si aquellos copos radiactivos que arrasaron al inicio de El Eternauta hubiesen invadido este mundo también.
—Así que la mayor suele cuidar a la menor. Eso parece bastante tierno, sin duda. Ojalá hubiera tenido un hermano para poseer esa relación
—Si, bueno, supongo que es normal entre hermanos. Tú eras así con el tuyo, ¿no, Mauro?
—Nah, peleábamos más que nada. Al menos hasta que terminó la adolescencia, hasta entonces era demasiado molesto. Pero siempre se mostró alegre, siempre fue una persona alegre. Supongo que es lo que necesitamos en este mundo de mierda
—Alegre. Si. Yo ya no recuerdo la última vez que estuve alegre
—Ahora mismo es difícil recordar cuando estuvimos alegres
—Y dime, ¿Cómo era tu mamá?
—Ella era una buena mujer, alegre. Siempre fue comprensiva, incluso como suegra. Nunca se quejó ni molestó a ninguna nuera
En ese momento el celular de Mauro vibró, recibiendo una llamada de aquella mujer, o al menos eso pensaba.
—¿Qué pasó que no respondías? Estaba preocupado, estúpida de mierda
—Ella está muerta —Mencionó Emiliano de manera directa y con una voz pesada