En Alemania
— Doctor, ¿Cómo está mi hijo?
— Tiene el síndrome de corazón roto... será mejor dejar que descanse aquí.
— ¿Se puede morir de eso? — pregunto la madre asustada. Su caída de las escaleras le hizo torcerse el tobillo y unos cuantos golpes.
No escucho respuesta.
En la habitación de Hana.
— Parece que fue una cardiopatía temporal... el síndrome del corazón roto...— empezó a explicar.
— ¿Está jugando conmigo? ¡Eso no siquiera existe! — mencionó el padre de Hana molesto. En otra habitación estaba su esposa inconsciente. No tenía tiempo para juegos.
— Señor, no sé lo que hizo pero, le causo a su hija tanto estrés que llego a este estado...sin embargo, debería dejarla tranquila.
— ¿Me está diciendo como criar a mi hija? ¡No es nadie para decirme que hacer! — estaba furioso las venas surcaban su cara.
— Si dice otra cosa le prohibiere entre a esta habitación. Lo peor que pueden hacer los padres es decirles a sus hijos que están equivocados sin un por qué. ¡Fuera de mi vista! — le regaño el doctor.
Pasaron unas semanas antes de que salieran del hospital.
El señor Kanronji tenía en sus manos la petición de divorcio con la huella de Hana. Estaba allí, empolvándose en el escritorio.
Antes de darse cuenta se estaba acabando el año. Hana seguía en cama.
Mirei la visitaba y le platicaba, sabía que quería escuchar de Allen pero, Franco decía lo mismo: solo esta acostado.
La madre de Hana, la Señora Dalia, preparaba personalmente los alimentos para que su pequeña comiera algo pero, se negaba.
No podía vivir por siempre solo de la intravenosa.
— Hana, Alexander te manda una flor de caramelo, la hicieron en su clase de economía doméstica, esta flor mutante de color azul. Es bonita — su voz era animada pero, no combinaba con su cara.
Mirei sabía que escuchaba pero, no respondía.
A veces le leía o le cantaba.
Alexander no la volvió a visitar, era cierto no tenía ese derecho.
En Alemania
— Ah mi guapo amigo, lo sé, lo sé... soy tan fastidioso pero, solo quería decirte algo...— se acercó a Allen.
Franco nunca lo vio así.
Entendía que se casaron sin conocerse pero, ¿eso era verdad?
Quizás había una historia que aún no sabía.
— Allen... solo recuerda, recuerda los planes que hiciste con esa chica, ¿no debería ser una razón para continuar?
Le dejo el anillo que el mismo Allen compro para su boda. Lo había dejado en el hospital.
— No puedo obligarte a nada pero, tú no eres así, no cumplas tu deber filial.
Se abrió la puerta.
Entro el señor Til-Shiroyama.
— Franco, ¿qué haces aquí? Ya te prohibí entrar, eres mala influencia para mi hijo. ¡Vete!
— Si yo tuviera más poder que usted... no lo dejaría hacer esto — salió enojado.
La forma de divorcio ya tenía su huella. Solo faltaba entregarla.
— Hijo, no sea exagerado. Aun tienes que cumplir con tu deber hacia tu familia. Es la mejor alianza que puedes hacer, esa chica... no es nada.
Salió.
Fue a su estudio y dejo la forma junto a otros papeles. También estaba la solicitud de divorcio firmada por su propia esposa y la demanda de petición de custodia para Allen.
Suspiro.
Las cosas se le salieron de las manos.
Las cosas que prometimos.
Una promesa que no se debería romper.
¿Qué fue?
¿Cuándo sucedió?
— Allen, hablemos de nuestro futuro...— sugirió Hana mientras tomaban café.
Acerco una hoja y una pluma.
— ¿De que exactamente?... ¿Cómo mudarnos a nuestra casa cuando cumplas 18?
— Si, este... también no quisiera tener servidumbre, quiero cocinar todas tus comidas...— y empezó a escribirlo en una hoja.
— ¿Deberíamos comer juntos al menos una vez al día? Sé que será difícil pero, intentemos eso...— sugirió
— No dejemos que extraños entren a la nueva casa, solo si ambos los conocemos...— se puso seria.
— Ok, que te parece visitar a nuestros padres una vez cada seis meses, los míos aún vive en Alemania... tu padre estará feliz de verte siempre
¿Deberían hablar sobre el trabajo?
¿O solo de la universidad?
¿O en que momento sería buena idea tener hijos?
¿Hablaríamos de los muebles y comida también?
¿Hana que quería estudiar? No la obligaría a ser madre si tendría querer el trabajo que le apasione.
Si ella no se sentía segura cuidando niños no debería obligarla.
Editado: 15.01.2025