Hana puso un pie fuera de su cama hasta finales de febrero.
Allen comenzó a caminar en febrero.
Ese tiempo que paso, debían encontrar una forma de volverse a ver.
Por alguna razón, el señor Kanronji no envío el formulario de divorcio. La señora Dalia estaba segura de que su marido permitiría la felicidad de Hana; no podría estar más equivocada.
— Hana, me hasta decepcionado. Espero, que estés contenta, ya perdiste el año escolar y has negado reunirte con los prospectos de matrimonio...— señalo
— Padre dejaré claro esto, yo volver con Allen. ¿Crees que un papel nos separara?
— Si no es el caso, entonces, ¿Por qué pareces a punto de morir? Cualquier adolescente vive en la intensidad de sus sentimientos como si fueran los únicos. ¿Acaso no conoces Romeo y Julieta?
Hana lo miro con desprecio. Tras meses de estar en la cama, ¿Es así como la recibía?
— Te lo advierto Hana, no juegues con la suerte.
— Quiero negociar, padre, haz tu oferta— dijo sin miedo.
— Quiero que te reúnas con el heredero de la familia Midoriyama, con posibilidad de matrimonio de negocios y ayuda financiera a mi empresa.
— Eso es lo que tú quieres pero, ¿que gano yo?— dijo con voz potente. Hana estaba harta de tener que vivir allí.
— Me temo niña que no estás en posición de ganar algo. Esto es por la empresa Kanronji no solo para satisfacer tu egoísmo...— explicó — tú primer y único deber es hacia tu familia, yo elijo el rumbo de tu vida.
Ya que ese tipo de matrimonio político era su objetivo entonces la empresa iba mal, ¿no?
— Me puedo reunir con ese zoquete pero, no garantizó que te ayude o me reúno con él y lo convenzo de ayudar pero, te alejas de mi vida.
Kanronji rio fuerte que asusto al ama de llaves.
— Escucha mocosa, tu matrimonio es solo una formalidad. No eres tonta pero, ¿por qué quieres casarte con ese Til-Shiroyama? Nunca estarás su alcance, claro que eres superior.
Hana se levantó, ya no había nada más que decir. Si eso era lo que él pensaba significaba que sus hijos solo son útiles para negocios no otra cosa.
— Hana, si atraviesas esa puerta... te vas de esta casa y no te ayudaré de nuevo.
— No te preocupes, me iré...— salió.
No importaba si se iba o no, él seguiría interviniendo hasta que consiguiera lo que quiere.
No permitiría que las malas decisiones de su pequeña hija arruinaran su vida.
Hana subió y empaco lo que podía llamar suyo. Su madre envío a su asistente con una bolsa de seda llena de joyas caras y una nota:
"Hana, esto es lo único que puedo hacer por ti, tu padre no es malo pero, vive como si fuera el fin de todo, perdonarlo algún día"
Hana salió esa tarde.
Quizás debería iniciar el trámite para emanciparse o buscaría ayuda de Mirei.
No lo sabía con certeza, lo más difícil era salir de esa casa.
En Alemania
— Hijo, no te muevas tanto. Si no fuera porque estabas tan débil.
— Madre, ¿no viste que ya puso una fecha para la boda? No he dejado de pensar en Hana todo este tiempo pero, padre no lo toma en serio... ustedes se casaron a la misma edad que yo
— Hijo, eran otros tiempos y mi familia apenas tenía dinero, ni teníamos opción... lo sabes.
— Quiero hablar con mi padre.
Gertrudis lo llevo a la casa principal.
Fue recibido por sus hermanos Andrew y Frank. No sabía que hacían allí ya que casi nunca están cerca.
— Allen, ¿cómo se sintió tu aventura de un matrimonio fugaz? — pregunto Frank. No lo decía por alguna motivo en particular solo era extraño que su hermanito haya sido atrevido.
— Necesito hablar con padre.
— Está organizando tu segundo matrimonio... ¿Sabías que Sabrina es bonita...?
— Entonces, te la regalo Andrew. Creo que eres mejor opción que yo y así salvaras a su empresa, ¿no?
Ambos hermanos parecían pensar lo mismo pero, fue Frank quien lo dijo en voz alta.
— ¿Que tan lejos llegarías para ver a esa mujer?
— Si esto no funciona me iré hoy, aun quiero ser buen hijo.
Espero, que su padre llegara. Se sentó y pensó en la forma de hacerlo cambiar de opinión. Llevaba días pensando en la salud de Hana y no había podido hablar con Franco así que estaba preocupado.
— Tu boda es mañana, Sabrina es una buena mujer y será una excelente esposa.
— No me casare con ella. Quiero negociar
El Señor rio de manera muy desagradable.
Allen sentía por primera vez lo que es estar furioso
— No estás en esa posición y no tienes nada que ofrecerme, fin de la discusión.
— Bien... ya que hablar será imposible entonces me iré.
Editado: 15.01.2025