Unos días antes de que tomara sus vacaciones Hana decidió ir a vender alguna joya para tener algo de dinero para el viaje que haría con sus cuñados. No podía decir que los conocía, en realidad, casi no cruzo palabra con ellos.
Esa mañana desayuno y salió. Allen se había retirado antes para llegar temprano a la universidad y solo se despidió diciendo que él prepararía la cena.
En el camino a la casa de ventas, Hana quería observar todo lo que había a su alrededor. Según Mirei, el lugar que escogieron tenía muchas cosas cerca pero, por alguna razón no las había visto.
Sus pies la llevaron a una tienda de ropa donde también había trajes de baño de temporada. Antes de decidirse claramente por algo ya estaba viendo y comparando en que quedaría mejor. Se los llevó al probador y cuando se vio en el espejo apenas pudo contener las lágrimas.
El reflejo de la persona que le devolvía la mirada parecía de lejos lo que alguna vez Hana fue, en su espalda y piernas tenía cicatrices de los golpes que le dio su abuela. Nadie luciría bien así, ni aunque fuera el vestido más hermoso del mundo.
Decepcionada salió del lugar y fue a la cafetería donde trabajaba Allen. El gerente la recibió alegre y le ofreció una bebida cortesía de la casa. Ese lugar estaba bastante lleno para esa hora del día. Hana disfrutaba de su bebida cuando escucho una voz conocida.
Giro la cabeza a varios lados hasta que encontró el origen de esa voz, como no iba a reconocerla si creció escuchándola.
— ¿Má? — dijo antes de darse cuenta.
La mujer a la que se dirigió levantó la cabeza y le regresaba la mirada. Dalia estaba sentada allí junto a un hombre que parecía menor que ella. Su madre tampoco era como la recordaba. Ahora vestía hermosa ropa a medida de diseñador y su salud parecía a tope. Ni siquiera le dijo algo y bajo su mirada lentamente.
— Mamá, ¿qué haces aquí?
La mujer le hizo una seña con la mano pidiéndole que se callara. El hombre pidió un lugar tranquilo para hablar y tras confirmar que eran conocidos de Hana los dejo pasar a la sala de empleados que en ese momento estaba vacía.
— Má, ¿qué haces aquí?
— Hana, que bueno que te encuentro
— ¿Por qué?
— Vamos a Italia. Trabaje desde el próximo mes allá. — Anuncio — solo trae algunas prendas y ya.
— Mamá no puedo irme así. ¿Y Allen? ¿Y mi vida?
— ¿Acaso no te importa cómo se sienta tu madre? Eres tan egoísta, me puse de tu parte porque creí que así conseguiría libertad para seguir actuando pero, tú, ¡me abandonaste! ¡Me dejaste por un hombre!
— No retuerzas las cosas. Me dijiste que podía casarme con él si consideraba que sería mi compañero para toda la vida, ¿Cómo es que lo has olvidado? ¡Tuve tu bendición! — reclamo.
Dalia se burló como nunca en la vida y recupero la compostura casi de inmediato.
— ¿Por qué dejaría que mi pequeña se casará con un don nadie? Solo mírate, ni siquiera puede darte dinero para vestirte adecuadamente...si vienes conmigo siempre tendrás la barriga llena — exclamó como si actuará de villana — podrás regresar a la vida de lujos que siempre has tenido.
— No me iré. En unos días es nuestro aniversario y quiero festejarlo con él.
— Mi Hana, ¿Cuándo dejaras de ser tan ciega? No me preocupa lo que sientas. Deberías preguntarte si comí bien o si tenía la libertad que añoraba. — Contesto — Lo peor de todo es que crees que todos se sacrificaran por ti cuando no vales nada para ellos. No eres perfecta y de hecho hasta este momento das pena.
— ¿Y por qué esos insultos? ¡Fuiste tú la que me diste dinero para irme con él!
— Ay niña, ¿Qué madre en su sano juicio dejaría que dos niños se casarán solo porque si? Todo fue un juego que yo hice. Solo así tus abuelos me expulsaron de la familia — explicó Dalia sin titubear. — tenía que encontrar una forma de salir de allí y me diste una excusa.
Hana molesta le arrojó las joyas que iba a empeñar. Dalia las recogió y limpio con un pañuelo. El hombre que estaba con ellas, hasta el momento se mantuvo al margen, le entrego unos documentos para un acuerdo de confidencialidad.
— ¿Qué es esto? — pregunto Hana al tenerlos en sus manos
— En este acuerdo se te prohíbe mencionar que Dalia es tu madre ante cualquier medio de comunicación y de no respetarlo serás demandada por difamación... firma rápido
— No lo haré — lo rompió y arrojó los pedazos hacia ese hombre — no lo necesito, después de esto diré que soy huérfana. No te preocupes no te buscaré y espero, no verte de nuevo — sentencio y se alejó molesta.
Pago su bebida y se fue a casa.
Dalia se quedó unos minutos más y salió sin decir ninguna palabra. El hombre pago por su consumo.
— Dalia, ¿estás segura que no volverás?
— No, no volveré. Reserva el vuelo para mañana, ya no quiero respirar este aire contaminado.
Hana llegó al parque que estaba cerca de su hogar. Kanade la reconoció y se acercó a hablar con ella.
— Y así puedo hablar todo el día y esta chica no me responderá...— dijo tratando de molestarla y Hana se levantó asustada creyendo que ya era tarde.
Editado: 15.01.2025