Algunos días más tarde, Hana dejaba de lado su miedo al agua y continuaba su vida normal. El instituto donde está becada le pidió un borrador de una historia para publicarlo en una revista literaria específicamente pedían un prólogo.
Pensó mucho hasta que escribió una historia sobre una joven que sufría de prosopagnosia que para identificarse siempre llevaba un collar cuyo dije tenía huesos molidos y podían salvar la vida de una persona a cambio de la suya.
La primicia era interesante pero, no conseguía desarrollarla como quería. Hana debía pensar en tomar el examen para la universidad. Allen también tenía sus dificultades. Pronto debía comenzar una especie de internado y buscaba donde realizarlo. Además en su trabajo Kendra constantemente lo invitaba a salir aunque siempre recibiera una respuesta negativa, ella continuaba pidiendo una cita.
Extrañamente al que no habían visto era a Yuu; después de que regresaron del viaje, él solo se fue a su casa y no salió de nuevo. Ni siquiera aparecía cuando le pedía comer con ellos pese a que Allen le llevaba comida, solo dejaba el plato afuera.
Cuando Mirei se enteró se preocupó bastante y fue a buscarlo varias veces hasta que harta llamo al cerrajero para que pudiera entrar.
La casa estaba vacía.
Todas sus cosas seguían allí incluso su ropa primero se asustó de que hubiera sucedido algo pero, después parecía que solo salió a los alrededores.
Decidió esperar.
— ¿Qué opina?
— Se publicará, el prólogo es bueno y llamara la atención. Prepara al menos 5 capítulos para la revisión, tu trabajo es bueno dentro de la fantasía así que dará buenos resultados — contesto el profesor.
Hana estaba muy emocionada al escuchar eso, iría a decírselo a Allen rápidamente. Llegó a la cafetería y pudo apreciar a primera vista como Kendra lo acosaba. Se preguntaba porque el gerente no hacía algo.
— ¡Querido Allen! — saludo Hana logrando que las miradas se pusieran en ella.
Kendra puso cara de repulsión. Allen se acercó a Hana besándola que terminó robando suspiros.
— Hana, no interrumpas a mi mejor empleado — pidió el gerente Luis.
— No lo hare pero, ya que estoy aquí esperaré hasta que acabe su turno...quiero una tarta de frutas.
— Enseguida — respondió Allen tomando el pedido.
Yuu salió a pasear un rato. Pensaba en la orden que le dio el señor Kanronji y buscaba una forma de evitarla. No había forma si tenía otra persona espiándolos y ellos se asegurarían de que se cumpliera sí o sí. Estaba estresado que no paraba de darle vueltas al asunto. No quería lastimarla.
Regreso a casa y entro como de costumbre, olía a perfume de mujer. Le pareció extraño hasta que vio a Mirei dormida en la cama. No sabía a qué hora había llegado o porque se quedó. Se hincó frente a ella solo para contemplar su cara. Parecía que no había dormido bien esos días, tenía un nuevo corte de cabello y usaba un maquillaje distinto. Pronto cumpliría 18 años y sabía que ese día estaría sola.
¿Debería continuar con ese amor de adolescente? Sabía que si los padres de ella lo quisieran podrían desaparecerlo como si nada solo por haber tocado a su pequeña pero, Mirei no quería eso. Ella aún extrañaba estar con Yuu.
— Si vas a estar frente a mí, mírame... — dijo sujetando la mano de ese chico
— ¿A qué hora despertaste?
— Justo ahora... ¿a dónde fuiste?
— No es relevante... ¿puedes irte ya?
— No quiero...iré a tomar un baño...— anuncio. Le soltó la mano y fue al baño sin tomar ninguna bata. Quería quedarse todo el tiempo posible.
Yuu preparo algo de cenar mientras ella estaba en el baño. La conocía. Sabía que buscaría una forma de quedarse allí incluso si hace los pretextos más extraños que se le ocurran. Cuando estaba juntos ella hacia lo mismo con tal de verlo. Ahora es diferente, no quería lastimarla.
— Uff fue refrescante, ¿hiciste la cena?
— Hay ropa en la cama, cambiate o te vas a resfriar...— contesto al verla solo envuelta con una toalla.
— Ya voy...
La ropa que estaba allí era de Hana. Quizás fue a pedirla o la tenía allí por alguna emergencia. El principal trabajo de Yuu era procurar que Hana estuviera bien. Era como una costumbre.
Se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a comer en silencio. La blusa le quedaba algo grande a Mirei y llevaba unos shorts. No quería irse, quería quedarse allí, debía quedarse allí...solo esa vez...
— Eres tan delgado... ¿Cómo encuentras tiempo de hacer ejercicio?
— Es un misterio. — contesto.
Después del trabajo llegaron directamente a casa y Hana sugirió darle un masaje. Allen acepto, las pequeñas manos de su esposa le hacían cosquillas y debía aguantar la risa. Siempre fue delgado así que no quería que nadie lo viera pero, con ella era al contrario, solo quería que lo viera a él.
Cuando llegó el turno del masaje de Hana, Allen apenas puso las manos en el vientre de la chica que ella se cubrió la cara. Hana sintió que había subido de peso y no quería que lo note.
Editado: 15.01.2025