24 Horas Contigo

#39.- Algodón de azúcar

En algún lugar en el centro de una ciudad.

— Madre, ¿estás segura que se venderá bien? — pregunto Kanade después de ofrecer algodón de azúcar a algunas clientas.

— Claro que sí, sobre todo a las parejas — contesto la mujer. Durante el verano incluía un producto distinto a algunas de las tiendas que maneja su marido y de alguna manera había logrado que se vendieran bien.

Sin terminar la conversación, entro un cliente cubierto de pies a cabeza, llevaba lentes de sol y cubre boca. Se acercó a pedir un té helado con mucho hielo. La voz era de una mujer joven.

Mientras Kanade preparaba su bebida disimulado se dio cuenta de que le costaba caminar y solo miraba por la ventana como si no quisiera sentarse.

— Pedido número 20...

La persona fue a recogerlo pero, apenas agarro el vaso se le cayó. Kanade tenía buena vista y alcanzo a ver el brazo lastimado. Esa persona se levantó a punto de irse pero, cayó. Los clientes se empezaron a juntar cerca solo para ver qué ocurría, algunos sacaron sus celulares para grabar el momento.

Kanade se apresuró a ayudarla a levantarse, le pareció haber escuchado un gritito de mujer. Junto a su prima la llevaron a la parte de atrás.

— ¿Estás bien?

— No me mires...— contesto. Sus distorsionadas palabras no eran nada comparado con las que dijo al pedir su orden, significaba que las practico mucho. Kanade reconoció un aroma que salía de ella. No sabía si la estaba mirando o no pero, sentía que ya sabía quién era.

— ¿Kanade? Traje el botiquín...— dijo una mujer entrando

— Lo siento Camil pero, ¿le puedes decir a mamá que usaré la habitación de arriba?

— Si, ya le digo...— dejo el botiquín y salió. Kanade la tomo con mucho cuidado de la cintura y subieron los escalones lentamente. La persona hacia todo lo posible para no soltar ningún ruido extraño pero, no podía ocultar lo herida que estaba.

Entraron a la habitación. Había una cama y una cómoda junto a una mesita. Solo lo usaban para guardar mantelería pero, no era propiamente un almacén. La ayudo a llegar hasta la cama.

— Te puedes quedar aquí y descansar...llamaré a un médico — anuncio pero, ella lo jalo de la manga.

— N...o — dijo con mucho trabajo.

Camil entro de nuevo con su hermana mayor.

La extraña se sentía acorralada. Se puso detrás de Kanade.

— Chica, soy médico...te ayudare con tus heridas... — dijo suavemente pero, ella no soltaba a Kanade.

— Escucha, nadie te acusará de nada así que, por favor, deja que te curen...yo iré a traerte comida deliciosa, ¿ok? — comenzó a negociar pero, ella no lo soltaba.

Camil y Sandra estaban esperando, detrás entro Anita llevando comida.

— Mamá dice que si es amiga de Kanade lo mínimo que podemos hacer es ofrecerle comida. Traje cosas deliciosas...— anuncio

La extraña soltó la manga y bajo la cremallera de su sudadera. Solo llevaba un top medio sujeto por tirantes. En el cuello llevaba plastas de maquillaje al igual que en la cara.

Kanade le quitó la sudadera con cuidado mostrando unos brazos llenos de heridas algunas de las cuales necesitaban sutura. Tenía marcas de estrangulamiento en el cuello. Cómo usaba la capucha no se habían dado cuenta que en la cabeza también había heridas y su cabello estaba cortado de manera desigual.

Le ayudo a quitarse el cubre boca y lentes para dejar a la vista un rostro desfigurado por la hinchazón y las heridas. Uno de sus ojos estaba totalmente cerrado y el otro estaba por cerrarse. Sus labios tenían un corte, el maquillaje mal aplicado hacia que se viera peor.

Sandra comenzó a limpiar las heridas poniendo cara de que necesitarían algunos estudios para determinar los daños. Kanade no se apartó de allí. Camil comenzó a cortarle el cabello de manera uniforme y le dio ropa para que se cambiara. Cómo no quería comer, Kanade corto la comida en bocados muy pequeños.

No decían ninguna palabra. Sandra recomendó que la lleven al hospital al día siguiente.

— ¿Po...r...nque...per..? — comenzó a decir.

— Te traeré mantas para que duermas aquí. Déjame arreglar la cama con algo limpio o no tendría sentido curarte...— dijo mientras cambio las sábanas y cobertores.

Dejo que ella se quedará allí. Bajo y encontró a su madre junto con sus primas.

Sandra estaba segura de que esa persona era víctima de violencia y Camil insistía en que debían cuidar de ella hasta que supieran quién es y que ocurrió. Kanade no dijo nada. La reconoció. Esa era Natasha.

Subió antes de cerrar y la encontró en una esquina. Solo estaba sentada. Kanade la levantó y la acostó en la cama.

— No me iré hasta que te duermas.

La noche fue terriblemente larga.

En la mañana

— ¿Kanade? ¿Estás arriba?

— Si, ¿qué ocurre mamá?

— Vamos al hospital, trae a la chica.

— Bien.

Estaba despierta, no pudo dormir. Quería irse quería alejarse de ese lugar. Kanade le puso una de sus chaquetas para que nadie la viera y bajaron lentamente. Sandra estaba allí esperándola. Subieron al auto con mucho esfuerzo y la llevaron al hospital.




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