No fue difícil escoger su historia, después de todo, habían sido amigos por dos décadas y conocían cada detalle del otro a la perfección. Valentina quería que todo saliera perfecto, no podía permitirse ser la burla de sus compañeros de trabajo ni mucho menos dejar que descubrieran su verdad. A pesar de que le prometió Jared decir la verdad, en este momento no estaba preparada para hacerlo.
Como su plan era fingir ser una pareja casada, debían de usar anillos. Obviamente no gastarían dinero para comprar un par nuevo y por decisión en conjunto, tomarían los anillos de los padres de Valentina.
La mujer pelirroja había mantenido ese par de anillos desde que era una adolescente y sus padres se divorciaron. Había crecido en una familia que parecía perfecta, pero todo fue una apariencia. Sus padres no se amaban y los años posteriores desde aquel descubrimiento, los pasaron juntos por Valentina.
Aquellos anillos eran el recuerdo de cuando los tres fueron una familia feliz, incluso si la mayor parte de ello fue una mentira. También servía como un recordatorio que le decía que sólo debería contraer matrimonio con un hombre que la amara con la misma intensidad en que ella lo amaría.
Valentina no vi a su padre de manera constante, se había mudado hasta la otra punta del país y sólo lo visitaba en algunas fechas especiales. Con su vida adulta y el trabajo, disminuyeron las posibilidades para verlo. Jared la había consolado desde que sus padres le dijeron que se separarían y cada vez que era demasiado saber que nunca volverían a ser ellos tres contra el mundo.
Ambos alistaron sus maletas y Jared pasó por Valentina en su auto, primeramente viajarían a la casa de Sofía y después viajarían todos juntos hacia el lugar en el que se llevaría a cabo su viaje.
—¿Estás lista?— pregunta Jared cuando Valentina baja de su departamento.
—Sí. Gracias por hacer esto— le responde con una sonrisa.
—No tienes que agradecerme, pero prométeme que serás honesta y nunca más dirás una mentira de esta magnitud— Valentina coloca su labio inferior entre sus dientes como un signo de lo nerviosa que estaba.
No podía mentirle a Jared y de la misma manera en que aquel chico no podía negarle algo. Valentina tampoco podía hacerlo.
—Lo prometo— responde la chica con su mirada fija en los ojos cafés del hombre frente a ella.
—Es hora de marcharnos— Jared toma la maleta de Valentina y juntos se dirigen hacia el elevador.
Su camino transcurre en silencio, ambos estaban nerviosos por razones totalmente distintas. Valentina esperaba que nadie descubriera su mentira mientras que Jared pensaba en el plan que había ideado para finalmente decirle a su mejor amiga todo lo que sentía por ella.
—Todo estará bien, ¿cierto?— pregunta Valentina en voz baja. —¿Esto me convierte en la peor persona del mundo?—
—Sólo te has dejado llevar por el sentimiento de querer pertenecer a un grupo. No eres una mala persona, pero debes ser más honesta y que esta experiencia te sirva para no volver a cometer los mismos errores— Jared respondió.
—No quiero volver a mentir, pero sabes que me aterra que alguien pueda reírse de mí. Me gusta mi trabajo, no quiero tener que irme de él— la voz de Valentina se iba volviendo cada vez más baja y Jared la rodea con sus brazos tratando consolarla.
—Si en verdad te consideran importante para ellos, no se burlarán de ti y puedes permanecer en tu trabajo, no tienes por qué renunciar— susurra el chico contra su oído mientras acaricia con lentitud la espalda de la pelirroja.
Acomodan las dos maletas en el coche y luego suben para ponerse en camino hacia la casa de Sofía. Las calles de la ciudad comenzaban a iluminarse con su propia luz mientras el Sol iba poniéndose. Casi no había tráfico por lo cual no tardan en llegar a su destino.
Había un par de autos más estacionados frente a la casa de su compañera de trabajo y Valentina suspira antes de desabrocharse el cinturón de seguridad.
—Es hora de comenzar— dice en voz baja dirigiendo su mirada hacia Jared, quien asiente hacia su dirección.
—Vamos— el chico es el primero en salir del auto y rodea la parte de enfrente hasta detenerse frente a la puerta del asiento de copiloto.
Valentina toma la mano de Jared y caminan juntos hacia donde estaban las demás parejas. Estaba nerviosa y le asustaba pensar que no podrían ser lo suficientemente buenos como para fingir que eran pareja.
—Buenos días, Vale— saludan sus compañeros de trabajo y ella les brinda su mejor sonrisa.
—Buenos días. Espero no haberlos hecho esperar mucho— responde aun con su mano entrelazada con la de Jared.
—En lo absoluto, ¿por qué no nos presentas?— la chica pelirroja asiente y luego de aclarar su garganta comienza con las presentaciones.
El lugar al que irían estaba a tan sólo una hora y media desde donde vivían, por ello reservaron el lugar para el anochecer. Los autos recorren las avenidas y carreteras hasta detenerse en un lugar que parecía más un hotel.
Valentina coloca sus ojos en blanco al ver la inmensa decoración del lugar. El exterior del edificio se encontraba cubierto por corazones de distintos tamaños y todo era de distintos tonos rosas y rojos. Se veía ridículo, según los pensamientos de Valentina.