Fecha: 08 de diciembre de 2017
Lugar: Casa de mi abuelo, Calle de los Pinos #12, Santa Clara
Querido Dios,
Hoy la casa huele a pino fresco y a galletas recién horneadas, pero nada de eso logra llenar el vacío que siento en el pecho. Las luces parpadean, los villancicos suenan, y cada rincón parece susurrarme su ausencia antes siquiera de que se haya ido. Cada adorno que cuelgo me recuerda sus manos temblorosas, su risa cálida, su manera de convertir cualquier desastre en una carcajada compartida.
No entiendo, Señor, por qué esto tiene que ser tan difícil. Siempre pensé que los abuelos eran eternos, como si su presencia formara parte del aire mismo de la casa, como si sus historias nunca pudieran terminar. Pero ahora temo que esta Navidad sea la primera sin él, y no sé cómo enfrentar eso.
Recuerdo, cuando era niño, cómo me enseñaba a decorar el árbol. Me dejaba trepar para colgar la estrella, aunque él murmurara que “no estaba equilibrada”, y luego nos reíamos hasta que dolían nuestras mejillas.
Me contaba historias de su propia infancia, de cómo la Navidad tenía magia incluso en los tiempos difíciles. Y yo lo miraba, embobado, pensando que quería ser como él algún día, aunque ni siquiera entendiera del todo qué significaba eso.
Dios, mi corazón se rompe solo de imaginar un mundo en el que él no esté. Sus abrazos, sus consejos, su manera de escuchar mis tonterías y hacerme sentir importante… todo eso está grabado en mí. Y ahora temo que si se va, esas memorias se vuelvan frías y distantes, como un cuadro que ya no puedo tocar.
Te escribo, Dios, porque no sé a quién más acudir. Por favor, no te lo lleves. No mientras pueda correr a su lado y sentir que todo en el mundo está bien. Permítele seguir aquí, aunque solo sea unos instantes más. Que esta Navidad podamos reír juntos, recordar historias, compartir abrazos y esa mirada suya que siempre me hacía sentir protegido.
Estoy dispuesto a dar cualquier cosa por un minuto más, por un segundo más de su voz. Sé que tu camino es sabio y tus razones infinitas, pero te suplico, al menos por esta Navidad, déjame quedarme con él. Que sus risas sigan llenando la casa, que sus historias sigan enseñándome, que sus manos sigan sosteniendo las mías aunque el mundo parezca girar demasiado rápido.
No sé si estas palabras llegan a Ti, pero necesito creer que sí. Que me escuchas, que comprendes mi miedo y mi amor. Quédate con él, por favor.
Quédate con nosotros, aunque sea un instante más.
Siempre tuyo,
Carlos
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Editado: 13.10.2025