Fecha: 22 de diciembre de 2018
Lugar: Casa de mi abuelo, Calle de los Pinos #12, Santa Clara
Querido Dios,
Hoy recordé aquella tarde cuando mi abuelo y yo decidimos colocar juntos el último adorno en el árbol de Navidad. Era una estrella pequeña y antigua que había pertenecido a su familia desde hacía décadas, y me explicó que representaba la esperanza, la unión y el amor que nunca se pierde, aunque los años pasen.
Tomé la estrella con cuidado mientras él me guiaba, elevándola hasta la punta del árbol. Sus manos tocaron las mías, y sentí una calidez que llenó mi corazón. Nos quedamos unos segundos en silencio, observando cómo la luz de las velas y las luces del árbol reflejaban un brillo suave sobre nuestros rostros. Fue un instante simple, pero se sentía eterno.
Dios, pensar que pronto podría perderlo me rompe el alma. Cada gesto suyo, cada mirada, cada consejo y cada abrazo se vuelven ahora tesoros frágiles que temo que puedan desaparecer. La idea de que este último adorno, que representaba tanto para él y para nuestra familia, se convierta en solo un recuerdo me llena de angustia.
Te escribo, Señor, con el corazón en la mano, suplicando que no te lo lleves todavía. Permítele quedarse para que podamos compartir otro momento como este, colocar otro adorno juntos, reírnos, abrazarnos y sentir que todo en nuestra Navidad sigue teniendo sentido. Que su presencia siga llenando mi corazón y la casa, que sus manos sigan guiando las mías y que su voz siga enseñándome a valorar cada instante de la vida.
Dios, comprendo que todo tiene un tiempo, y que la vida sigue su curso, pero te pido, por favor, deja que todavía podamos crear un último recuerdo navideño juntos. Quédate con él, quédate con nosotros, aunque solo sea un instante más, y permite que esta Navidad siga siendo un puente entre su amor y mi corazón.
Siempre tuyo,
Carlos
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Editado: 13.10.2025