25 razones para quedarte

Carta 17: La mañana que todo cambió

Fecha: 24 de diciembre de 2018
Lugar: Casa de mi abuelo, Calle de los Pinos #12, Santa Clara

Querido Dios,
Hoy desperté y el mundo se sintió diferente. Todo parecía igual: la casa, los adornos, las luces del árbol… pero algo dentro de mí sabía que ya no podía sostener lo que siempre pensé que sería eterno. Mi abuelo no está. Su silla está vacía, su aroma desapareció del aire, y el silencio que quedó pesa más que cualquier sonido.

No puedo dejar de llorar, Dios. No puedo dejar de preguntarme por qué esto pasó, por qué la vida me arrebata a quien más amo. Recuerdo cada Navidad, cada risa, cada abrazo, cada juego, cada historia que compartimos. Todo eso ahora se siente como un tesoro frágil que sostengo con miedo de que se rompa en cualquier momento.

Te escribo, Señor, porque necesito sentirte cerca más que nunca. No entiendo por qué pasó, pero te suplico que me des fuerza para seguir. Por favor, cuida de él donde esté, cuida de su alma y permite que su amor siga guiándome, incluso si no puedo verlo más.

Mi corazón duele tanto que parece no caber en mi pecho. Cada recuerdo de él me trae alegría y dolor al mismo tiempo. Su risa, sus manos, sus abrazos… todo eso me falta ahora, y me siento perdido sin su guía. Pero confío en Ti, Dios, confío en que su luz no se apagará y que su amor seguirá viviendo en mí.

Señor, aunque no pueda sostenerlo físicamente, quiero que sepa cuánto lo amé y lo sigo amando. Por favor, déjame sentir su presencia en los recuerdos, en los aromas de la Navidad, en cada gesto que él me enseñó a valorar. Permíteme honrar su vida y seguir aprendiendo de él, aunque solo sea a través de mi memoria y de mi corazón.

Siempre tuyo,
Carlos




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.