Fecha: 28 de diciembre de 2018
Lugar: Casa de mi abuelo, Calle de los Pinos #12, Santa Clara
Querido Dios,
Hoy, mientras recorro la casa vacía, siento tu presencia más cerca que nunca. Mi abuelo ya no está físicamente, pero comprendo que su amor y sus enseñanzas siguen vivos dentro de mí. Cada rincón de esta casa, cada adorno, cada aroma, me recuerda quién fue y todo lo que me dio.
Ayer lloré sin control, me sentí perdido y con miedo. Hoy comienzo a entender que el dolor también es parte del amor, y que extrañar a alguien tan importante es una manera de honrarlo. Sus palabras, sus risas, sus abrazos y su bondad no se han ido; siguen conmigo en cada recuerdo, en cada gesto que hago, en cada lección que aplico en mi vida.
Dios, todavía te suplico, porque la tristeza es fuerte y necesito tu consuelo. Permíteme sentir su guía y su amor en mi día a día. Que pueda recordarlo con alegría, incluso cuando el corazón duela, y que su ejemplo me ayude a ser una mejor persona, como él siempre quiso que fuera.
Hoy comprendo que la Navidad ya no será igual sin él, pero también entiendo que su luz sigue brillando en mí. Cada gesto de bondad que haga, cada sonrisa que regale, cada abrazo que dé, será un homenaje a su vida y a todo lo que me enseñó.
Señor, gracias por haberme dado a alguien tan maravilloso. Ayúdame a transformar mi dolor en amor y a seguir adelante sin olvidarlo nunca. Permíteme vivir de manera que su memoria sea eterna y que su presencia siga iluminando mi corazón, aunque ya no esté a mi lado físicamente.
Siempre tuyo,
Carlos
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Editado: 13.10.2025