3 Am

Capitulo 10

12:52 AM

La noche era demasiado rara y nostálgica. Todos estábamos juntos, cenando como hace tiempo no lo haciamos. Una sensación extraña. Todo se observaba con demasiado contraste y en cámara lenta.

"Como si fuera mi último momento con vida".

Disfrutaba cada momento, ver a cada uno de ellos reír y bromear.

Terminé todo lo que había en mi plato. Me levanté de mi asiento y tome de los trastes sucios.

No te preocupes cariño, yo los levanto de la mesa. —Sonrió.

Gracias… —dije para dar media vuelta y seguir mi camino.

Conforme subía cada escalón de las estrechas escaleras, podía sentir una total calma dentro de mí. No había miedo, tensión, o intriga. Todo lo contrario, me sentía envalentonado con lo que pudiera pasar.

Antes de dar un paso más, algo en mi interior me  decía que debía brindar unas palabras a mi familia.

Los amo mucho. —Unas palabras tan puras y sin esfuerzo emanaban de mi boca—. Solo era eso. —Sonrio con su atención totalmente puesta en mí.

Y nosotros a ti —Sin más que decir subí hasta mi habitación.

Al abrir la puerta una débil luz cruzaba por mi ventana. Mi cama y las rosas sobre la mesa de noche, es lo único que resaltaba ahí dentro.

Sin miedo alguno entre bajo mis cobijas.
 

3:10 AM

Me levanté de cama y me dirigí al baño como era costumbre. Una sensación extraña me detuvo frente a mi cama. Cero ruido, cero miradas extrañas, no había nada más que la obscuridad.

Regrese lentamente a mi cama, sin oportunidad de subir ambas piernas. Una voz me detiene.

Bobo, no vayas a rodar por la cama. No quiero despostilles el piso con tu enorme cabezota. —dijo mi hermana entre risa y bostezos.

Duermete ya. —replique lanzando una almohada hasta su cama.

¡Gracias!… Ahora dormiré con más comodidad que tú. —dijo triunfante con almohada en mano.

Así era mi hermana, molesta, tierna y sincera. Eras su manera.

Oye… Si yo… si yo llegase a morir… ¿Sufrirían? —Con tremendos ronquidos obtuve mi respuesta.

Camila es una piedra, una piedra en el zapato, una piedra para cantar y una piedra para dormir. Cerré mis ojos y me dispuse a dormir.

-Tloc... Tloc... Tloc... Tloc...

Mi calma y toda esa valentía que presumía, se evaporó como agua en el sartén.  Ese mismo sonido que escuchaba en noches pasadas estaban retumbando por la habitación nuevamente. No entiendo cómo puede dormir Camila con tremendo ruido.

Quería creer que las cosas ya habían terminado y que todo regresaría a la normalidad. Pero solo era creencias mías.
 

<Gael, con ligera sospecha, pero sin plena seguridad de que sería su última noche. Entiende que la promesa que le había hecho a Victoria estaba lejos de cumplirse. Sin la menor idea de lo que sucederá y sin saber la tremenda agonía que experimentará, se propone hacer frente a la situacion.>
 

Mi percepción y nervios estaban al doble. Los lentos pasos rodeaban mi cama con asecho. Mis temblorosos ojos seguían cuidadosamente el sonido de lado a lado, esperando a que todo explotara en cualquier momento. Justo el sonido dejó de escucharse un golpe fuerte y seco movió con facilidad mi cama.

Enseguida, giré a mi costado derecho esperando encontrar algo. Una sombra con bastante agilidad, se deslizaba del suelo hasta la pared, perdiéndose entre la obscuridad.

La escasa luz de la luna que atravesaba la ventana, no era suficiente para poder ver con mayor claridad.

Con lentitud y sin apartar la mirada del muro, reposo mi cuerpo sobre la cama. En posición boca arriba inhalo y exhalo con un poco de alivio. En un parpadear de ojos mi mundo se distorsiona.

"¡Estaba ahí… esa putada estaba ahí, sobre mi cama!".

Sin aliento y con los ojos bien abiertos observo aquella entidad sosteniéndose del techo con enorme facilidad, como si de una enorme araña se tratara. Una lágrima recorría hasta mi oreja, el terror y miedo se apoderaban con velocidad de mi cuerpo. Una aparente mujer de brazos largos y largas piernas mostraba su rostro a escasos centímetros del mío. Un olor a carbón desprendía de su abundante cabello, que reposaba sobre toda la cama. 

"¡Esta mujer no podía ser un humano!".

La tenue luz me permitía apreciar una parte de su rostro, estaba desfigurada. Pero aún se podía  apreciar una expresión psicópata en ella.

Una voz ronca y fuerte emanaba de su boca. Era como el viejo de aquella vez, no podía entender nada de lo que decia. Tan pronto comprendí que esto era real, un sonido del viento cortarse llamó mi atención, fuerte y veloz un impacto en mi garganta me hizo gemir de dolor. En un intento de expedir ayuda mi garganta hacia un chasquido, eso me hizo confirmar que mi garganta estaba destrozada.

Segundos después, su otro brazo se desprendio del techo, dirigiendolo con potencia sobre mi boca. La biscosidad y la calidez de mi sangre brotaba hasta mis mejillas.




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