3 Días, 2 Secretos, 1 Muerto.

Viernes 20:52

—LU

Perdón por no escribir antes. Estaba ocupada.

Alguna novedad?

YO—

No pasa nada. Tienes vida propia.

Pues en resumen no hay nada que ayude a saber dónde puede estar Paul.

La policía sigue buscando e insisten en que solo me quede en casa.

Que ellos saben cómo hacer su trabajo.

—LU

Y Roberth? Apareció?

YO—

Ah. Sí. Pero aparentemente no sabe nada.

Resulta que tuvo una recaída con el alcohol, y paso el día borracho.

Por eso no atendía ningún llamado.

Según él, no habla con Paul desde hace meses.

—LU

Y tienen algún indicio de quien pudo secuestrarlo?

YO—

No hay nada LU. Nada. Es como que se lo trago la tierra.

Se adentraron más hacia el Jardín Botánico, pero no encuentran nada más.

Al parecer la sangre y el zapato es lo único que había allí.

Piensan que quizá solo pasaron y arrojaron las cosas para despistar.

Me tiene muy mal todo esto.

 

Mientras espero que responda decido asearme para ir a dormir. Un oficial nos trajo a mi mama y a mí a casa hace un rato, pero es como si a pesar de todo lo que ocurre, no tuviéramos de que hablar. Ella está en sus pensamientos y yo en los míos. Bebimos un té viendo en la televisora local un breve relato sobre la enigmática desaparición de su reportero estrella, Paul Morell, y ahora estamos cada una en su habitación.

Paul es reportero desde hace unos tres años. No sabía que le apasionaría tanto hasta que, luego de ser seleccionado en un casting, para un programa piloto sobre entrevistas acerca de diversos temas en la región, encontró su elemento. Y bueno, su talento y carisma le dieron un empleo bastante estable y el reconocimiento de muchas personas dentro y fuera del trabajo.

Mientras me cambio de ropa, escucho que algo cae al suelo. Es el anillo que encontré con Lu esta tarde. Lo levanto y es como si lo viera por primera vez, no lo detalle antes pero en muy bonito, consta de un aro plateado con piedritas incrustadas y una más grande que sobresale en forma de corazón. Me lo pruebo, es sencillo pero precioso. Suena mi celular y espero que sean noticias de Paul, pero es Leo quien llama.

—Hola nena ¿Dónde estás? —dice en cuanto descuelgo. Se escucha agitado.

—En mi casa. Y por lo que escucho tú debes estar en un maratón ¿Que estás haciendo? —cuestiono mientras me meto a la cama.

—Algo así. Bueno, quería saber cómo estabas. Deberías descansar. Mañana iré a tu casa a acompañarte un rato. Te quiero. Y perdón si te hice daño. —dice rápidamente y corta la llamada.

No sé si son paranoias mías pero la llamada se me hace muy extraña. Supongo que ya se dio cuenta que fue un completo idiota con nosotras. Dejo el celular sobre la mesita de noche. Y me recuesto con intención de descansar. Me siento impotente, debería estar buscando a mi novio, necesito hacer algo más que solo esperar. Me levanto y voy al computador, empiezo a trazar todas las rutas posibles para llegar desde mi casa a la de Paul, e intento calcular por donde iría en el momento en que llegó su último mensaje a mi celular, y por absurdo que parezca, en ninguno de los casos hipotéticos estaría muy lejos, ni siquiera en línea recta y atravesando casas. Busco en mi memoria para dar con alguien que pudiera haberse ofendido a causa de Paul, y que al verlo solo aprovechara para hacerle daño, pero nunca me enteré de algún problema relevante, ni siquiera por sus polémicas entrevistas del programa. Horas más tarde de conjeturas sin sentido me siento agotada y me voy a la cama.



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En el texto hay: crimen y amor, secretosymentiras, amistad y familia

Editado: 19.07.2018

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