—No me digas que desayunaste sin mí —dice Leo mientras atraviesa la sala, señalando los platos sucios que están aún en la mesita del centro.
—Ok. No te lo diré —indico dándole un abrazo que él corresponde al instante. Al parecer la buena onda está de vuelta— Vamos. En la cocina aún quedan tortitas que podemos calentar para ti. —sugiero.
—Me gusta la idea ¿sabes algo de Lu? —Pregunta sentándose sobre la barra de la cocina— Le escribí temprano pero aún no responde.
—No sé nada. Honestamente no he intentado contactarla. Bueno, no desde anoche, es que hablamos pero estaba como distante, y prefiero esperar que se le pase lo que sea que le pase y decida hablar conmigo —le suelto— Y ya bájate de ahí y pon tu trasero en una silla que te voy a servir – me giro hacia él y le extiendo el plato, con una mano lo toma y con la otra tira de mi mano y se queda observando el anillo que me deje puesto anoche.
— ¿De dónde sacaste esto? —Inquiere apretando innecesariamente mi muñeca— Lo digo porque no creo que deberías usar algo así con tanta inseguridad en las calles, parece costoso —Señala relajando drásticamente el gesto y soltando mi mano como si le quemara. Luego se dispone a comer obviando la reciente escena.
—Lo encontré por ahí. No tengo idea de si es o no costoso —Respondo con indiferencia. Pero puedo sentir que el sigue tenso desde que lo notó. Primero Lu queda meditabunda al encontrarlo. Ahora Leo enloquece. Ya parece que este accesorio está hechizado.
— ¿Venus dónde estás? —Grita Avril desde su habitación— Ven un momento.
—Vuelvo en un segundo —le digo a Leo y subo. Encuentro a mi mama en el centro de la habitación sosteniendo su celular— Aquí me tiene señorita ¿que desea? —Bromeo con ella.
—Antes quiero que entiendas que aunque fue sin tu consentimiento, ayudaste a localizar el celular de Paul —empieza diciendo y por obvias razones sé que lo que sigue no me va a gustar— Desde ayer Rodríguez pidió que tu celular fuera intervenido. Han estado chequeando cada uno de tus movimientos y bueno, eso incluye las llamadas de esta madrugada. De algún modo ubicaron la señal del teléfono cerca del Rio Torbes, pero no hay nada en él. Sospechan que es otra distracción, ya que lo hallaron dentro de un frasco sellado y flotando a la deriva.
La mezcla de sensaciones es indescriptible. Me enoja saber que mi privacidad fue vulnerada, luego me alivia que así se aclara que Rodríguez se equivoca conmigo, pero me vuelve a enojar entender que con esto del celular, se confirma que están jugando con nuestras mentes. Me quedo abstraída en mis pensamientos hasta que noto la mano de mi madre moverse frente a mi rostro.
—No estoy feliz con la noticia mamá, pero me basta con saber que todo es para dar con el paradero de Paul —reacciono finalmente. Le sonrió y no espero que diga nada más. Bajo a encontrarme con Leo, quien ya está lavando los platos, incluso los que estaban en la sala, cuando me ve, seca sus manos, se acerca y las pone en mis hombros.
—Todo va a estar bien. De acuerdo. Este tipo de cosas pasan y luego con el tiempo se superan – recita con despacio, como si le hablara a una niñita que perdió su hámster. Y en cierto modo me convence de ello— Solo déjalo ir, todo viene como conviene. —Continúa diciendo y la calma que me dio hace unos segundos se esfuma.
—¿A qué te refieres con dejarlo ir? —Cuestiono sin esforzarme por ocultar mi disgusto— ¿Qué es eso de que todo viene como conviene?
—Seamos realistas Venus. Quizá Paul simplemente decidió irse ¿Has pensado que tal vez en el mensaje solo quería decir “Me cansé de ti” o “Me voy para siempre”? —sugiere con desprecio —Crees que él no es más que un chico inocente al que le pasan cosas malas, ¿Pero y si no? ¿Y si tal vez él sí se lo buscó?
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Editado: 19.07.2018