Después de dejar a Lu más tranquila, sin necesidad de medicamentos y acordar unas cuantas cosas para hacer en el menor tiempo posible me dirijo a casa de Leo. Necesito su versión de la historia. Quiero saber que ocurre con él y de ser necesario, disculparme por no haber sido comprensiva cuando estuvo en mí casa más temprano.
Ya que mi auto lo tiene mi mama y necesito llegar pronto, Carlo me presta el suyo. En el camino voy planeando lo que diré, no quiero seguir errando y que todo se salga de control nuevamente. Sin embargo la alarma que hace unas horas se activó en mi cabeza, ahora se extendió a mi pecho. Doblo en la última esquina antes de llegar a casa de Leo, y lo veo salir con un bolso de gimnasio. Intento acelerar para alcanzarlo, pero lo veo bajar la cabeza y cubrirse con el gorro de su chaqueta. Aumentan las alarmas. Estaciono el auto y decido seguirlo caminado para ser más discreta. Me arrepiento de no traer conmigo mi celular.
Caminamos durante varios minutos, y me confunde ver que estamos cerca de mi casa, quizá Es allí a donde se dirige y yo estoy aquí, siguiéndolo como a un delincuente. Cuando ya estamos en la última calle antes de llegar, él se detiene, voltea a ver en todas las direcciones, y finalmente, pasa de largo a través del jardín trasero de una casa que está en venta.
Estoy asustada, mi cuerpo tiembla y empiezo a notar lo estúpido que es estar aquí, sola y sin nada para comunicarme. Me debato entre ir a mi casa o contactar a alguien acerca de lo que estoy por hacer, o continuar. Debido que estoy perdiendo tiempo valioso y decido continuar. Avanzo por el lugar en que vi a Leo caminar y lo encuentro a unos 50 metros. Continúo tan discreta como puedo, pero es difícil atravesar el bosque sin alterar su silencio.
Caminamos durante largo rato y nos adentramos a una parte del bosque que no conozco. La vegetación es diferente y es difícil ver por dónde voy, pero trato de seguir por donde el avanzo. Reviso mis bolsillos para hacer un inventario de cosas útiles, en caso de que se presente alguna situación indeseada, y lo único que traigo es chicles viejos, una factura de la lavandería y las llaves del auto de Carlo, que al menos tienen un encendedor como llavero.
Finalmente Leo se detiene sobre un tronco caído, lo veo bajar su bolso y quitarse la chaqueta. Me acerco un poco más y lo veo conversar con alguien. Pero no logro escuchar lo que dicen. Doy unos pasos más para intentar distinguir la otra voz y sucede lo que menos esperaba, mi pie se atora en una rama y caigo ocasionando tanto ruido como solo yo podría. Mi cabeza impacta con una roca y pierna duele en extremo, un quejido escapa de mí, e instantáneamente Leo se gira en mi dirección y camina sigilosamente.
— ¿Quién anda ahí? —le escucho preguntar a pocos metros de mí.
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Editado: 19.07.2018