3 Historias

Capítulo 11

Las palabras de Camila me dejaron pensando tanto.

Es decir, quizá si había tenido relaciones con él y fue lo más lindo, pero era extraño, porque los chicos no tendrían sexo de forma, linda, y menos sin la chica está ebria.

Y, además, él no sabía que yo era virgen.

A menos que me conociera tanto como dice, lo que sería extraño y acertado.

El mesero nos trajo dos hamburguesas y comenzamos a comer.

-Es decir, si una chica voltea a ver a tu hombre. – dijo Camila mascando su comida mientras hablaba. – Es obvio que le atrae.

-Entonces a Cristine le atrae él. – dije y ella negó con la cabeza.

-En el caso de ella, solo es por molestar. – rodó los ojos. – Es mi némesis.

-¿Cómo comenzó el odio?

-Hace años ella y yo competíamos en el baile de graduación. – suspiró tomando su vaso con su bebida. – Yo quedé como reina y ahora me odia por eso. – se encogió de hombros mientras tomaba un sorbo de su deliciosa bebida. – Y encuentra la manera de… arruinar mi vida.

-Y lo hace con chicos. – ella asintió y yo reí un poco. – Es patético.

-¡Lo sé! – bufó. – Oh, mierda.

-¿Qué sucede? – la miré confundida.

-La perra está pidiendo su “dulce ensalada”. – dijo haciendo su voz aguda en la última frase, lo que me hizo reír.

Yo me giré y efectivamente, Cristine se encontraba comprando una gran ensalada, ella volteó y alzó la ceja al vernos sentadas.

Al tener su orden, no dudó en caminar hacia nosotras con una sonrisa tan hipócrita.

-Hola queridas amigas. – dijo ella cruzándose de brazos.

-Creo que te equivocaste de lugar. – dijo Camila y ella la miró. – El hotel para perros está a la vuelta de la calle.

-¿Sabes?, Erick besa tan bien. – dijo Cristine y Camila apretó su mandíbula.

-Linda… ensalada. – dije y su atención se volvió a mí.

-Escuché que ahora sales con Alex. – dijo ella y yo me tensé. – Da el mejor sexo del mundo.

-Es bueno escucharlo. – dije rodando los ojos.

-¿Ya se acostaron? – preguntó ella.

-Eso no te incumbe. – dije y sonrió.

-Bien. – se alejó. – Adiós chicas.

-Es una perra. – dijo Camila al ver que Cristine había salido del local.

-Ya lo creo. – suspiré.

-Le hubieras presumido que te acostaste con Alex. – la miré sorprendida.

-¿Qué parte de “no recuerdo lo que pasó” no entendiste?

-Me refiero a que… lo hubieras dicho, aunque no fuese cierto. – se encogió de hombros. – Ella no debe saberlo, solo así cerrarías su boca.

-Además… hay cosas que son mejor dejarlas en privado. – ella negó con la cabeza y yo me encogí de hombros.

-Yo habría gritado a los cuatro vientos que me acosté con alguien, pero bueno, allá tú que no quieres decirlo.

-Olvídalo… – dije y ella me miró. – Cambiemos de tema, esto me incomoda un poco.

-Bien. – asintió y siguió comiendo.

Después de terminar nuestra deliciosa comida, nos montamos en su auto y recorrimos la ciudad con la música a todo volumen.

La ciudad era realmente linda, la verdad, fue una muy buena decisión el mudarnos a este lugar, así se podría apreciar lo perfecto que existe en este lugar.

Con Camila decidimos recorrer las tiendas hasta quedar agotadas y que la noche caiga sobre nosotras.

Y sin siquiera notarlo, ya nos encontrábamos fuera de mi casa.

-Gracias por apoyarme cuando más lo necesité. – dijo Camila sonriendo.

-Ha sido un placer. – sonreí. – Siempre estaré aquí.

Me bajé del auto y ella se alejó hasta perderse en la oscuridad.

Me di la vuelta y caminé directo hacia la puerta, pero un ruido conocido me hizo detenerme.

Volteé y efectivamente, la motocicleta estaba frente a mi casa, y un Alex serio se encontraba bajándose de ella.

Se quitó su casco y lo lanzó hacia el césped recién cortado.

Caminó tan decidido hacia mí y sin poder reaccionar.

Él me besó.

 




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