3 Historias

Capítulo 12

Todas deben conocer esa sensación que te deja el primer beso o hasta el segundo, tercero o último.

Ese cosquilleo en tu estómago y ese nerviosismo que se convierte en emoción al momento de seguir con ese exquisito y perfecto beso.

Pues yo sentía eso.

Y al separarse de mí, seguía con esa sensación de sus labios contra los míos, que se habían unido de forma dura y apasionada.

Creo que solo él sabía dar esos besos.

Lo miré directamente a los ojos y noté como los suyos mostraban ese brillo especial que tiene uno cuando está enamorado.

-Realmente no te entiendo. – dice tomando mi cintura y acercándome aún más a él. – No entiendo nada de ti.

-Alex…

-Déjame terminar. – dijo y me quedé en silencio, dejando que él continuara con su discurso. – Cualquier chica estaría cayendo a mis pies, pidiéndome disculpas y… tu… tu ni siquiera te disculpas conmigo a pesar de querer herirme con tus palabras. – me acercó aún más mientras suspiraba. – Tu eres diferente al resto de las chicas y eso me mata. – me miró directo a los ojos.

-Quizá estás confundido…

-No lo estoy, de eso estoy seguro… – tragó saliva y pude ver el nerviosismo en su mirada. – Y esto jamás me ha sucedido.

-Alex…

-Me gustas, Raenda. – dijo mientras unía nuestras frentes. – Me gustas muchísimo y eso me quema por dentro.

-¿Por qué? – murmuré cerrando los ojos mientras sentía su aliento chocar con el mío.

-Por qué sé que yo no te podría dar el amor que mereces.

-Inténtalo…

-No quiero lastimarte…

-No lo harás. – él se separó y me miró. – Confío en ti, Alex…

-Eres increíble, Rae. – sonrió. – Me enloqueces tanto, me fascinas, me encantas y siento algo tan grande por ti. – señala su pecho, justo en el área donde se encuentra su corazón. – Aquí es donde siento ese amor por ti.

Yo sonreí y de nuevo, unió sus labios contra los míos, formando así un perfecto beso que traía consigo tantos sentimientos que me enloquecían tanto.

Al separarnos tomó mi mano y me llevó directo a una enredadera que daba hacía el techo de mi casa.

Me ayudó a subir y al final, ambos nos encontrábamos sentados encima, mirando las estrellas, las perfectas estrellas que adornaban el hermoso cielo oscuro.

-Tu eres como una estrella. – dijo él mientras tomaba mi mano.

-¿Cómo una estrella? – lo miré alzando una ceja.

-Eres perfecta y única. – dijo mirándome directamente a los ojos. – Brillas con tu propia esencia.

-No sabía que eras así de lindo. – mordí mi labio y él sonrió.

-Puedo ser un chico malo si así lo deseas.

-Creo que me gustas de ambos modos. – sonreí provocando otra sonrisa en él.

-Me encantas. – dijo besando de nuevo mis labios.

-Quiero saber si… tu y yo… tuvimos algo. – mordí mi labio.

-Eso lo descubrirás con el tiempo. – entrelazó nuestros dedos. – Así te enamorarás más de mí.

-¿Quién dijo que estaba enamorada? – alcé la ceja y él sonrió de lado.

-Tu mirada.

Ambos nos acostamos mientras continuábamos mirando las estrellas y hablábamos de cosas sin sentido.

Con él me sentía tan a gusto, y sinceramente, no estaría con cualquier persona encima de un techo sin miedo a poder caerme por su culpa.

En realidad, confiaba en él para estar de esta forma, abrazados y riendo como una pareja sencilla.

Y me daba algo de risa la forma en la que fuimos novios, tratando de demostrar que ya no era la misma chica de hace años o… antes de este verano.

Aunque llegué casi a finales, siento como si hubiese pasado todo el verano junto a este chico que comenzaba a gustarme.

Aunque su actitud al principio era arrogante, o, siempre lo fue, pero ahora podía ver otro lado de él.

Que me gustaba aún más.

Con esta charla en la noche, me hizo darme cuenta de que teníamos tantas cosas en común, lo que era increíble, ya que nuestra conexión había sido instantánea.

Si no hubiese aceptado ir a ese club con Camila, no lo habría conocido y no habríamos tenido ese momento en aquel lugar abandonado.

-Mañana quiero mostrarte algo. – dijo sacándome de mis pensamientos.

-¿Qué cosa? – lo miré.

-Es sorpresa. – sonrió lo que me hizo sonreír ahora.

Miré la hora y ya era más de las 5am, lo que me hizo sentarme de inmediato, habíamos durado horas en esta posición, de hecho, habíamos durado toda la noche hasta casi el amanecer.

-Oh por dios… – dije sorprendida. – Es tan… tarde.

-¿Eso es malo? – se sentó a mi lado mientras me miraba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.