3) Sacrificio

Capítulo 15: No es posible

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tamara

 

 

No quiero que las cosas terminen mal, pero creo que es demasiado tarde para pensar en eso. No hay modo de cambiar lo que ya está hecho. No obstante, los recuerdos de una conversación con mi hermano surgen dentro de mí.

 

Él es la única posibilidad que tenemos para hacer que el tiempo se detenga o que regrese sin inconvenientes. No podemos seguir luchando con más perdidas, ya no somos tantos para lograr triunfar.

 

No comprendo las razones por las que todo esto sucedió, pero solo sé que quiero cambiar cada uno de nuestros actos. Sin embargo, sé que no puedo cambiar el pasado, solo… Debo seguir.

 

Me encuentro sentada sobre el sofá, observo con claridad el collar que mi única hija amaba: un collar con una piedra de diamante en bruto.

 

Al escuchar las pisadas de Castiel no puedo evitar mirar sus ojos. Esos hermosos ojos azules como el océano que solo él puede poseer.

 

—No es justo —comento completamente en calma sin despejar la mirada de sus ojos perfectos—. Nada de todo esto es justo.

 

Sé que siente lo que yo, pero no parece estar tan afectado con la partida de nuestra pequeña, o tal vez, no quiere mostrarlo.

 

Me duele que no pueda decirme lo que le está pasando por la cabeza, pero yo también le oculto muchas cosas a él. Creo que todo esto tiene que terminar de una vez por todas.

 

—Lo sé. Nada de todo esto es justo, pero dime una cosa, Tamara, ¿cuándo es algo justo? —Su pregunta sale de sus labios como siempre que tiene que abrir la boca.

 

Castiel siempre sabe qué decir, pero no siempre en el momento adecuado.

 

Me duele que las cosas tengan que ser así, pero él es lo único que me queda.

 

Casi como un resorte, me levanto del sofá y me acerco al hermoso rostro de Castiel. No puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas y alzo mi mano para acariciar con la yema de mis delgados y fríos dedos su delicada mejilla.

 

—Nunca nada es justo… —respondo con sinceridad.

 

No me gusta darle la razón a otros, pero cuando se trata de él, creo que puedo hacer un pequeño esfuerzo.  

 

—¿Crees que encontraremos la manera de detener esta locura? —Me pregunta él alzando ambas de sus cejas.

 

Me veo obligada a solo asentir, aunque dentro de mí pienso demasiado diferente. Quizás ya no hay una solución para terminar con todo esto, pero sé que vamos a intentarlo de todos los modos posibles.

 

—Deberíamos decirles la verdad. Yo creo que ellos lo van a entender, así como mi hermano lo hizo. Castiel, sabemos muy bien que lo de Germán ha sido una de las misiones que mi hermano les encomendó a todos los ángeles —le explico.

 

Él suelta un suspiro de su interior. Sé que no está feliz por lo que va a suceder, pero ya es tiempo de abrir la boca y ser sinceros con todos los que nos rodean.

 

No podemos seguir ocultando lo que nos sucedió en el pasado. Estamos viviendo en el presente y estoy segura de que todos nos van a comprender, nadie nos va a juzgar, no tienen derecho.

 

—Lo sé, Tam, pero yo… —Susurra.

 

Le dedico una sonrisa amplia, pero con lentitud se va borrando de mi rostro. Me duele que las cosas sean así, pero no hay modo de cambiar lo que estamos viviendo.

 

Tenemos que ser fuertes y aceptar que nosotros escribimos el destino, no hay nadie más que nos diga qué hacer. No podemos echarle la culpa a los demás. La culpa es solo nuestra.

 

No soy lo que pensaba ser en el futuro, pero siento que en lo que me he convertido es una pequeña porción de lo que yo fui eligiendo a lo largo de mi vida.

 

Llegué hasta aquí por diferentes decisiones y me arrepiento, pero esas decisiones son lo que hoy me hacen ser yo.

 

—No digas más, Castiel. Lo sé, yo estuve observando. Puede que haya estado encerrada durante eones, pero podía ver hacia afuera… Tenía mis informantes. No tienes que contarme lo que pasó ese día. —Me sincero ante él.

 

Sé que lo que acabo de decirle no le gusta, pero es la verdad. Siempre supe lo que los ángeles hacían o dejaban de hacer. Por supuesto que me fijaba en él, como lo hago ahora, pero… Es muy diferente lo que siento.

 

Mis ojos se cristalizan de nuevo y niego con la cabeza tan solo una vez. El dolor del recuerdo me sumerge una vez más en lo más oscuro de mi alma.

 

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —alza ambas cejas—. ¿Aun así me amas?

 

Seco mis lágrimas y lo observo fijamente a los ojos.

 

No me importan las malas decisiones que él ha tomado, ya que yo he cometido más errores que los suyos y él me sigue amando.

 

—No me importa. Sé que tomaste malas decisiones a lo largo de la vida, pero… También he cometido errores y eso nunca te importó —le respondo.

 

Una enorme sonrisa se apodera de sus labios y no sabe qué decir, lo sé por sus bellos ojos.

 

Me alejo solo un poco observando aquellos ojos azules que, en ellos, puedo ver la tristeza que emanan. Se me cae el alma a los pies, bueno, eso no es del todo cierto, solo es un modismo que las personas y cosas con almas llega a comprender.

 

Sé que él necesita un fuerte abrazo y no dudo en brindarle lo que necesita.

 

Siento que Dios nos ha estado preparando siempre para ver este suceso, seguro que mi hermano estaba atrasando todo para que tuviéramos más tiempo para nosotros y Rubby, pero eso llegó a su fin.

 

—Tam, no cometeré ese error dos veces.

 

Sé que él no hará tal cosa. Es un ángel de palabra y nunca la romperá.



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En el texto hay: angeles, demonios, sacrficio

Editado: 17.07.2021

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