3) Sacrificio

Capítulo 22: La lucha contra los enamorados

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Castiel

 

 

Mientras en la tierra hay una guerra, en el Cielo, en el Infierno, en el Purgatorio y en el Vacío hay tranquilidad. No entiendo la maravilla que recorre aquellos reinos, se dicen peores que la tierra, pero ahí hay tranquilidad y no una guerra.

 

Me tomaría un instante para poder comprender lo que hacen los gobernantes, pero hay algo que me impide aceptar aquella derrota. Quizás estoy equivocado al pensar que ya no hay mucho por que luchar, aunque sé que estoy descaminado.

 

Saber que la espada ya está arma y lista solo me deja creer que hay oportunidad. Sin embargo, sé que se trata de un plan para atacar a Katherine. Todos nosotros sabemos que ella va a sobrevivir, pero esto la va a detener.

 

Veo que Tamara llega y se sienta a mi lado con una pequeña sonrisa sobre sus delicados y rosados labios. Un suspiro se escapa de mis labios y ladeo la cabeza para poder verla mejor. Ella luce genial en tiempos de guerra, bueno, siempre luce genial.

 

—¿Todo está bien? ¿En qué piensas? —Me pregunta alzando una de sus cejas.

 

Toma mi mano y sonríe dulce.

 

No puedo decirle todo lo que pienso, ya que no puedo asustarla con mis suposiciones, pero sé que ella sabe bien que algo me ocurre y no se lo puedo negar.

 

—La guerra está afectando a todos. Pienso en la paz que debe haber en otros reinos… ¿Tienes un lugar para escapar? —Le pregunto con seriedad en mi tono de voz.

 

La mirada verdosa de mi acompañante se oscurece cuando le hago aquella pregunta, supongo que no le ha gustado nada lo que salió de mis labios.

 

—Tengo, pero no quieres entrar a ese mundo. Lo mejor que podemos hacer es enviar a la humanidad a ese lugar —me responde con sinceridad—. Los sobrevivientes deben estar a salvo… Nadie puede entrar a mi universo, así que… —me explica con seriedad—. O puedo conectarme con la esposa de mi hermano y ahí pueden ir, pero no estoy muy segura de que sea buena idea lo que la esposa de Dios.

 

Tamara siempre sabe que debe decir. Por primera vez en un tiempo, puedo ver el dolor que crece dentro de ella cuando sabe que las personas están por extinguirse. Nunca imaginé que podría ver algo como esto, pero aquí estoy y soy testigo.

 

—¿Y por qué no podemos irnos nosotros? —le pregunto bajando la cabeza.

 

Ya estoy agotado de luchar por una causa que no conozco. ¿Por qué nos preocupamos tanto para salvar a la humanidad? ¿Por qué Dios no se encarga de ellos? Se supone que él los hizo, pero Dios no está luchando por ellos.

 

Ella alza ambas cejas ante mi pregunta y niega.

 

—Somos los únicos que podrían acabar con Katherine, no sería justo dejar a los sobrevivientes a su suerte —me explica con seriedad—. La vida es más corta para ellos y no está bien dejarlos morir por querer salir de esta realidad por nuestro dolor.

 

Una pequeña sonrisa se dibuja sobre mis labios al escuchar lo que ella me dice.

 

—¿Todavía me amas, Tamara?

 

Ella se sienta más cerca de mí, toma mi mano y suelta una risita divertida. Acerca sus labios a la punta de mi nariz y me deja un beso. En un dos por tres, ya no estoy sucio ni herido, ella cura todo lo que puede. Me otorga nueva ropa y se separa para verme a los ojos una vez más. Acaricia mi mejilla con delicadeza y mi mundo cae al no tener una respuesta concreta salir de sus labios.

 

Estamos en medio de una batalla por nuestras vidas, pero ya he perdido la fe. Me detengo, trato desesperadamente de percibir algo. Siento como si estuviéramos vulnerables en la oscuridad por siempre. Por suerte, tenemos a la reina de la oscuridad de nuestro lado.

 

Pero las luces de la esperanza se encienden de nuevo y golpean nuestros ojos con su intensidad. Entrecierro los ojos, tratando de ver a través de su brillo cegador que me brinda una de las esperanzas más pacificas del mundo.

 

Los ángeles comienzan a caer en nuestro pedazo de puente, ya que lo que separa a la Capital de la Provincia es un tonto puente. Trabajamos en grupos para hacer que se integren a la lucha, pero con cuidado, ya que todavía están muy débiles por la caída.

 

Tenemos la fe que se necesita para acabar con las creaciones que Katherine está haciendo constantemente. Suponemos que al crear sus seres enormes, ella comienza a debilitarse. Entonces, cuando los caídos se mejoran los enviamos a destruir a las creaciones asquerosas de Katherine.

 

Dios ha enviado a mis hermanos para que se unan a la guerra. Él sabe que los ángeles somos guerreros por naturaleza y esto les hará bien a mis hermanos. Mientras, los que estamos agotados podemos descansar unos segundos.

 

Tamara se acerca a mi oído y susurra:

 

—Siempre te amaré.

 

Escuchar eso me hace sentir más fuerte de lo que nunca me había sentido. Entrelazo nuestros dedos y comenzamos a caminar para la enfermería, ya que ella se encarga de sanar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(…)

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace unos meses, nos enteramos que un par de ángeles se divirtieron con los humanos. Estos ángeles le dieron de beber su sangre y parte de gracia a los humanos, pero gracias a esa desgracia, ahora los seres humanos han podido ser mejorados por completo.

 

Tamara ha creado un collar especial para los que tienen ADN peculiar, este collar les brinda gracia y sustento de sus creadores. Ella y mis hermanos han hecho un gran trabajo en esa idea.

 

Ya casi ha pasado un año de la guerra y no hemos podido destrozar a Katherine. La idea de la espada ha funcionado por un tiempo, pero ha sobrevivido con todo lo que le hacemos. Siempre tratamos de atacar a la misma hora, quizás este es nuestro error y no lo sabemos.



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En el texto hay: angeles, demonios, sacrficio

Editado: 17.07.2021

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