A pesar de tener la mano empapada y fría, un extraño pero reconfortante calor envolvió a Gulf, cuando el jovencito estrechó su mano.
- Soy Mew...
- Soy Gulf...
- No te imaginas qué contento estoy. Este lugar es hermoso. Es una maravilla. Pero a veces puede volverse muy ... solitario ...
Y sin decir nada más, Mew se alejó unos metros de Gulf y comenzaron a darse unos pases con la pelota.
Al principio Gulf se sentía un poco inhibido. No podía evitar recordar las burlas de sus compañeros e incluso de su hermano mayor cada vez que pateaba un balón. Pero Mew lo miraba distinto.
Mew no tenía aquella mirada de burla. En cambio le sonreía con dulzura y sus ojos brillantes y atractivos, casi hipnóticos parecían animarlo cada vez que se posaban sobre él...
Miró al cielo y elevó una plegaria de agradecimiento. Sentía que no podía haber recibido un mejor regalo de cumpleaños...