30 Días A Su Lado.

Capítulo 7: Día 7.

Fleur

La velada había resultado mejor de lo esperado la noche anterior. Habían hablado toda la noche, bueno, después cuatro o más silencios incómodos de alrededor de cinco minutos.

Se habían tomado varias copas de vino, no muchas como para recordar todo al día siguiente. Tuvo que reconocer que Saúl se había vuelto responsable al no tomar en exceso, como había pasado varios años atrás.

Generalmente los domingos se levantaba y ya Saúl no estaba, sin ningún domingo en excepción. Era el único día en que podían convivir por ser el único día en el cual ninguno iba a trabajar y aún así, ella pasaba sola con los empleados.

Se levantó de la cama, se cambió de ropa para correr y salió de la casa. El día estaba cálido y disfruto de las personas que salían a escuchar la misa de la mañana o incluso de los que llevaban a sus perros con ellos para correr. Le gustaban los perros y la idea de salir a correr en las mañanas con uno estaba con ella, pero era consciente que Saúl era alérgico.

De regreso, entro por la reja individual y saludo al portero, siguió corriendo hasta la entrada de la casa, subió las escaleras mientras se quitaba los audífonos. Se baño, se colocó el vestido de baño y sobre él una salida de baño.

—Anitta, hoy desayunaré en la piscina.— le aviso desde la entrada.

No alcanzo a escuchar lo que le respondió porque salió rápidamente con dirección a la piscina, se acostó de espalda al sol, en la cama para tomar el sol, aquella blanca de flores rosadas que tan cómoda le parecía.

Tarareaba la canción que se reproducía de su celular, cuando sintió que ya tenía el tiempo necesario bajo el sol se giro, sin abrir los ojos.

Gotas de agua cayeron sobre ella, haciendo que abriera los ojos y se sentará con rapidez, pensado que estaba lloviendo pero el sol estaba en su punto y no había rastro alguno de que fuera a llover. Se quitó los audífonos.

—Pensé que te habías quedado sorda.

Fleur vio a Saúl salir de la piscina. Tomó aire pero no lo expulsó. Saúl salía de la piscina en pantaloneta, mostrando su abdomen, uno que Fleur jamás imaginó que fuera así de plano, de tonificado, tenía las entradas en "v" y alcanzó a notar que tenía una peca sobre su ombligo.

—¿Qué haces así?

Saúl que ya había llegado junto sus gruesas cejas y se secó la cara con una toalla que había en la otra cama de sol.

—Así es como uno se mete en una piscina, Fleur— le respondió sonando obvio.

Fleur no supo en qué momento había hecho la pregunta en voz alta y tan mal formulada.

—Esa no fue mi pregunta— dijo ella—. ¿Qué haces aquí?

—¿Aquí vivo?— extendió sus brazos y sonrió.

Estaba sonando cada vez más idiota. Hizo otro intento.

—Me refiero a que haces aquí un domingo. Por lo general prefieres estar en cualquier otro lado que aquí.

Saúl pareció entender y se acostó en la cama. Tomó las gafas y se las puso.

—Tienes razón, generalmente sí— le respondió sin mirarla—. Ahora es diferente.

—¿Diferente como?

Fleur se sentó para mirarlo, justo cuando llegaba Anitta con su desayuno y un vaso de whisky a la roca. Le dejó el desayuno en la mesa de al lado y el vaso con la bebida de Saúl en el otro.

—Gracias, Anitta— dijo Saúl sentándose—. Pues ahora estoy tratando de vivir en mi casa.

Tomó el vaso y le dio un trago a su bebida.

—¿No deberías desayunar primero?— le dijo ella ignorando lo que había dicho.

—¿Me estás regañando?— sonrió de lado.

—No, no lo estoy haciendo— se excusó ella—. Al parecer estás de buen humor hoy.

—Y al parecer tú no.

Fleur le sonrió sin ganas mientras Saúl se reía. Cuando terminó de desayunar, se acostó de nuevo.

—¿No me digas que te quedarás acostada ahí toda la mañana?— dijo Saúl dándole otro trago a su bebida.

—¿Qué más haría?




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