30 Días A Su Lado.

Capítulo 10: Día 10.

Diablillo

—Vuelvan pronto.— les dijo a la pareja que acababa de atender.

Sonrió, esa sonrisa de satisfacción por un buen trabajo realizado.
Miró la hora en el reloj digital que tenía en frente, dentro de dos minutos llegaba la siguiente pareja.

Tomo el papel que tenía entre sus manos y lo rompió, después de que una pareja que tenía potencial para reconciliarse y lo lograba, sólo era cuestión de tiempo para que él rompiera el contrato, pero cuando la pareja no lo lograba, lo hacía de la manera más equitativa y respetuosa posible.

—Señor, el señor y señora Ferguson acaban de llegar.

Miró a su secretaria.

—Diles que pasen.

La secretaria asintió y salió. 
Le sorprendía que ellos llegarán al mismo tiempo, después de la pequeña discusión que tuvieron la última sesión, pensó que está sería definitiva para alejarse, pero al parecer no, habían llegado juntos y quería saber cómo iba todo. Tenían potencial para reconciliarse y ser amigos, tal vez algo más, por eso había colocado en el contrato, el párrafo que citaba: “Ambas partes deben asistir, cada diez días, dentro de los treinta propuestos, a una exposición del progreso que haya entre ellos.”, para saber más de ellos.

—Buenas noches.— dijeron al mismo tiempo.

Notó que llegaban juntos y a una distancia prudente entre ambos. Se sentaron en el sillón como la última vez. Noto que había progresos.

—Buenas noches, señores— dijo amablemente—. ¿Qué tal ha sido su convivencia? Veo que llegaron juntos.

Los dos se miraron pero Saúl fue el que hablo.

—Casi juntos, señor.

—¿A qué se refiere?

—A que hemos llegado al mismo tiempo pero cada uno en su auto— respondió Fleur.

Diablillo anotó en una hoja que tenía para llevar el progreso de las parejas. Se cruzó de piernas.

“Al menos terminan las respuestas del otro”, anoto en la libreta.

—¿Y la convivencia?

—Ha mejorado. Ya nos relacionamos más.— respondió Fleur.

—Cuénteme lo que han hecho estos diez primeros días.

—Al principio cada uno en su mundo— Saúl respondió—. Luego fuimos tratando más, hablamos en los tiempos libres y así.

—Ya veo— escribió lo que Saúl dijo—. ¿Aún no han salido a fiestas?

—¿También debemos hacerlo?— pregunto Saúl.

—Hacerlo obligatoriamente, no— dijo el Diablillo al tiempo en que cambiaba de pierna—. Aunque fuera ideal hacerlo, podrían conocerse más, le he escuchado a otras parejas que en ese tipo de eventos, la euforia hace que salga la verdadera versión de la persona de la cual te quieres alejar. Aquella que olvida por un rato sus obligaciones y penas, disfrutando del momento, siendo libre.

Ambos se miraron, Diablillo comprendió la mirada de ambos.

—¿A qué le tienen miedo?

—A caer de nuevo en el vicio.— reconoció Saúl.

Fleur lo miro sorprendida.

—¿A qué te refieres, Saúl?— Diablillo le pregunto curioso.

—Fleur sabe muy bien— la miro—. Pasaba de fiesta en fiesta todos los días, bebía demasiado, llegue a probar las drogas y un día tuve tal accidente que la única persona que me ayudo fue Fleur. Si ella no hubiera estado ahí, tal vez hubiera muerto de aquella sobredosis, solo quería olvidar— dijo—. Por eso creo que ella no quisiera salir conmigo.

Diablillo iba a hablar pero Fleur lo interrumpió.

—Entiendo, Saúl. De algún modo si hace parte del porqué no saldría de fiesta, pero lo intentaría. Nunca fui a una acompañada.— se encogió de hombros.

Diablillo notó cómo Saúl trataba de tomarle de la mano pero se quedó a mitad del camino, indeciso. A cambio, le sonrió.

—Han progresado— les anunció—. ¿Resolvieron sus diferencias?

Ambos negaron.

—Ok, quiero que sean sinceros el uno con el otro y resuelvan ese problema del matrimonio a la fuerza y para la próxima sesión me digan cómo se sienten.




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