Fleur
Saúl estaba a su lado. Era muy temprano y no tenía sueño. Se sentó en la cama, mirando la espalda de Saúl, viendo tres pecas en el costado de su cintura.
Saúl no era musculoso pero su cuerpo estaba tonificado, tenía dos huequitos en la parte superior de su pelvis que le hacían ver bien.
Fleur se rio, no creía que podía estar contemplando la espalda de alguien cuando debería ser al revés.
— ¿Desde temprano y de acosadora?— escuchó la voz ronca de Saúl.
Saúl volteó su rostro y la miró con una sonrisa. ¿Siempre tenía una sonrisa en sus labios? No, él casi nunca sonreía, bueno, aún no lo hace, a excepción que sea con Antoni, Andrea y ahora con ella.
Debía reconocer que le gustaba el hombre que a su lado comenzaba a despertar y dormir todos los días.
—Tierra llamando a Fleur. — dijo Saúl.
Saúl se apoyó con su codo a medio lado para poder verla. Fleur le sonrió y él pasó una mano por su cintura y la acercó a él, su espalda pegada al pecho desnudo de Saúl.
—Me gustaría quedarme aquí, así contigo todo el día— dijo e hizo una pausa para darle un beso en el hombro—. Pero no se puede.
— ¿Por qué no?— dijo Fleur jugando con los dedos de la mano de Saúl que le abrazaba—. Hoy es domingo, Anitta tiene día libre...
—Exactamente— Saúl se levantó de la cama—. Hoy es domingo y he preparado un mini viaje en yate contigo, Antoni y Andrea.
—Saúl, no me gusta...
—Lo sé, no te gusta mucho el mar— tomó su toalla—. Pero esto es para que Andrea y Antoni se reconcilien.
Fleur suspiro: — ¿No te voy a hacer cambiar de opinión, verdad?
Saúl se apoyó con sus manos en la cama y le dio un beso negando.
***
Fleur se acercó a la baranda del yate. Era lo suficientemente grande como para diez o quince personas más, era blanco y tenía la palabra "liebre" en un costado de color dorado. Le había preguntado a Saúl el significado y le había dicho que era porque en él, Antoni se sentía libre, como una liebre al aire libre, además, que era su animal favorito.
Estaba esperando que se pusieran en marcha, habían llegado antes que Antoni y Andrea, y esperar no era de mucho agrado de Fleur. Era poco paciente, cuando estuvo en el hogar de paso varias veces peleo con varias de sus compañeras de dormitorio porque preferían hacer algo o eran muy "niñas", aunque ella también lo era, se sentía más madura que ellas. Hasta que tuvo un cuarto sólo para ella. Aprendió con el tiempo a tratar con ellos.
El yate se encendió y dio una pequeña sacudida demostrándole que ya comenzarían su viaje.
— ¿En qué piensas?— la voz de Antoni le hizo girar.
Lo miró, tenía una pantaloneta colorida y una camisa blanca, tenía unas sandalias cafés, gafas oscuras y una lata de cerveza en su mano izquierda.
Fleur suspiro: — En lo que siempre pienso.
— ¿En Saúl?— dijo divertido.
Lo miró y sonrió.
—Aparte de eso...
—O sea que si piensas en él— le interrumpió.
—Cómo digas.
—Te escucho— dijo Antoni divertido.
Fleur busco con la mirada a Saúl, lo vio con Andrea sentados en unas sillas de sol hablando animadamente, Saúl entregándole una lata de cerveza a Andrea y él tomándose una.
—Pensaba en lo que fue mi vida antes de esto— dijo—. Siento que por mi carácter no tengo con quien hablar.
—Fleur, tu carácter es fuerte pero en realidad tienes con quien hablar, Saúl, Andrea y yo, por algo no gaste una fortuna estudiando psicología— dijo—. Pero tu problema de confianza no es por tu carácter.
— ¿Qué quieres decir?
—No sé qué pasó contigo o tu familia, pero creo que tiene que ver con cómo eres ahora.
—Tiene que ver con mi familia— le confirmo y suspiro—. ¿Nunca le preguntaste a Saúl porque no me gusta el mar?
Antoni negó.
—Cuando tenía doce, mis padres decidieron hacer un viaje en barco, cumplían varios años de estar juntos— comenzó a decir—. Gastaron demasiado para ese viaje, íbamos a ir los tres pero me enfermé ese día.