Fleur
Abrió los ojos y la luz le molesto, se giró en la cama, buscando el cuerpo de Saúl a su lado, no estaba. Lo busco por toda la habitación, incluso entró al baño sin tocar pero no estaba.
Marco su número y se fue a buzón. La noche anterior se había dormido a su lado, se habían abrasado y él le había dado un beso en la frente antes de dormirse.
Saúl había visitado a sus padres en la mañana, buscando una explicación de su visita repentina, él no le había dicho gran cosa pero sabía que no le había ido bien, estuvo tenso todo el día, sus pensamientos en otro lado, no sabía qué hacer para que hablara con ella.
Se bañó rápidamente y salió de la casa de Antoni. Estaban quedándose allí desde que los padres de Saúl regresaron, Antoni se había ofrecido para que vivieran allí hasta que los señores Ferguson se fueran de nuevo.
Al llegar a la sala, busco a Andrea, la vio sentada en el mueble viendo al televisor mientras cargaba al pequeño Michael. Le saludo y se despidió al mismo tiempo de ella.
Tomo su auto y condujo a la empresa. Al llegar, dejó sus cosas en su oficina y subió al siguiente piso, donde estaba la oficina de Saúl.
—Buenos días, señora Fleur— dijo la secretaria de Saúl—. ¿En qué puedo colaborarle?
—Buenos días, ¿Está Saúl en su oficina?
—No, señora— dijo—. No ha llegado y no se ha comunicado conmigo. Tal vez este con el señor Antoni.
—Tal vez, gracias.
Fleur volvió a su oficina. Había querido ir a la de Antoni pero su secretaria le llamo porque le esperaban en la oficina con los reportes de fin de mes para hacer su balance general.
Paso toda la tarde con su secretaria y una practicante de contabilidad haciendo los balances generales y el informe mensual. Habían almorzado en la misma oficina gracias a su secretaria que ordenó el almuerzo. Había estado viendo su celular todo el día y le había marcado varias veces a Saúl pero no tenía razones de él.
Después de terminar el trabajo, llamo a la secretaria de Saúl, está le dijo que no había llegado en todo el día y que tampoco se había reportado.
Tomo su bolso y salió rápidamente de su oficina y evitó el ascensor, subiendo las escaleras rápidamente para buscar a Antoni, esa situación le estaba desesperado. Estaba preocupada por Saúl, sabía que estaba pasando por un momento de tensión grande pero no era justo que le evitará y seguramente Antoni le podría aconsejar o decirle que estaba sucediendo con Saúl.
—Fleur— dijo Antoni.
Se habían tropezado en las escaleras. Estuvo tan desesperada en subirlas que mientras pensaba en Saúl no se percató de que Antoni estaba frente a ella.
Fleur frunció el ceño, lo tomo por una mano y lo llevo a la sala de juntas. Antoni le había sonreído pero la sonrisa se esfumó cuando la miró después de cerrar la puerta. Al parecer su estado de ánimo estaba perfectamente reflejado en su rostro.
— ¿Qué tienes, Fleur?— le pregunto Antoni.
—Ah, nada en especial— dijo y se cruzó de brazos—. ¿Sabes algo de Saúl? He estado llamándolo y no responde.
—Yo quería preguntarte lo mismo...
— ¡Tú eres su mejor amigo, Antoni!— le interrumpió ella—. ¡Tú debes saber dónde está!
—No, Fleur, no sé dónde está.
Fleur se sentó en una silla de la gran mesa de la sala de juntas, colocó sus codos en sus piernas y su rostro entre sus manos, suspirando. Sintió como la giraban en la silla y sintió las manos de Antoni sobre las de ella.
—Mírame, Fleur— dijo en voz baja—. Sé que te preocupas por Saúl, él lo hace por ti.
—Si de verdad lo hace, ¿Por qué no me llama o me contesta y me dice que está bien? Me han hecho pensar tantas cosas por la forma en que reaccionaron con la llegada de sus padres que…— apretó sus labios resignada pero tenía que decirlo—. Espero lo peor.
—Tal vez esté tomándose un tiempo. Cuando se siente mal él sólo se aleja para pensar.
—Yo no quiero que nada le pase...— sus ojos se cristalizaron.
—No, no le va a pasar nada. Tengamos fe de que estará bien— le dijo Antoni—. Ven, vamos a casa.