30 Días A Su Lado.

Capítulo 29: Día 29.

Fleur

— ¿Fleur?— se escuchó al otro lado de la puerta—. ¿Estás ahí?

Fleur se estremeció. ¿Estaba soñando? Sí, eso hacía, en el sueño sentía el roce de las manos de Saúl jugando en sus hombros, como hacía cada mañana y noche cuando estaban en la cama después de que decidieron darse una oportunidad. Su voz también estaba en el sueño, como le susurraba en el oído cuando quería levantarla, cuando le hablaba sensualmente para después los dos llegar y dar el máximo de cada uno.

Sintió que abrían la puerta, apenas dándole tiempo de sentarse en el sillón y ver a las personas que entraban. Antoni y Andrea, ambos con su rostro lleno de preocupación.

— ¿Estás bien?— dijo Antoni haciéndose a su altura—. Nos preocupaste, pensé que ellos te habían hecho algo.

—Tranquilo, Antoni— Fleur se levantó—. Estoy bien.

Se había quedado a dormir en la oficina, no tenía ganas de salir de allí e ir a la casa de Antoni, ni a ningún otro lado. Se sentía adolorida, no sólo por dormir en el incómodo sillón, también se sentía abandonada.

—Te trajimos de comer. — anuncio Andrea.

Fleur sonrió y tomó la comida. Vio como Antoni miraba algo en su celular y se levantó del lugar.

—Andrea, me han informado para escoger un diseño para el evento...— dijo Antoni.

— ¿Qué evento?— intervino Fleur.

Andrea y Antoni se miraron cómplices. Andrea sonrió y alzó su mano.

—Antoni me pidió matrimonio, Fleur.

Fleur se sorprendió, había estado tan enfrascada en lo que estaba pasando desde que Saúl se fue, que había olvidado hablar con su amiga.

—Felicidades— dijo Fleur—. Me alegra que al fin lo vayan a hacer— Fleur le abrazo a ambos—. Siento no haber estado en el momento, sólo...

—Entendemos, Fleur— dijo Andrea—. No hay problema. Desayuna, después hablamos.

Fleur asintió y los dos salieron de la mano, Antoni susurrándole algo a Andrea. Miró hacia otro lado, detestaba sentir lo que estaba sintiendo.

—Fleur.

Fleur apretó su mandíbula y cerró fuertemente sus ojos, no podía estar soñando, estaba lo suficientemente despierta, él no podía estar ahí, sólo era su imaginación y deseos de que estuviera frente a ella para pedirle una explicación.

—Por favor, Fleur, mírame.

Fleur se giró y lo vio, estaba vestido completamente de negro, su cabello despeinado, tenía barba, ojeras y, se veía sólo un poco más delgado.

— ¿No vas a decir nada?

Fleur sentía su corazón y respiración acelerada. Saúl si estaba frente a ella.

— ¿Qué quieres que te diga?— se levantó calmadamente y se acercó un poco a él aunque quisiera correr a sus brazos.

—Lo que quieras— dio un paso hacia ella—. Pero no te quedes callada, tu silencio es mortificante.

—Vuelve a donde estabas, Saúl— dijo ella—. El calor del cuerpo de Melissa no lo puedes olvidar.

— ¿De qué hablas?

Fleur se acercó a la papelera de basura y sacó la hoja que le había llegado la noche anterior.

Querida, Fleur, sé que la debes estar pasando mal por mi ausencia. He estado un poco ocupado con la compañía de mí querida y adorada ex, Melissa, ha sido gratificante verla de nuevo después de tantos años...— leyó y volvió a arrugar la hoja y se la lanzó—. Ve con ella.

Saúl agarró el papel y leyó, riéndose por lo que decía.

— ¿Cuál es la gracia?

—Que estés celosa y que no te des cuenta que esta no es mi letra— Saúl le mostró la nota—. Mi letra es más cursiva, enredada y es acostada hacia la derecha.

Fleur miró detenidamente la nota, era verdad, la letra de Saúl se inclinaba hacia la derecha, casi acostada, todo porque era zurdo y está letra, estaba casi derecha.

—Eso no cambia el hecho de lo que muestra esa imagen. — dijo Fleur cruzándose de brazos.

—Fleur, lo de la imagen es cierto, si dormí junto a Melissa— dijo—. Pero no sucedió nada.




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