30 Días A Su Lado.

Capítulo 30: Día 30.

Diablillo

Diablillo: Si, deberían llegar en un momento.

Primo: Ok, cuando te desocupes me avisas.

Diablillo dejó su celular a un lado y se sirvió un trago, escuchar los problemas de cada pareja era agotador en el sentido de que tenía que pasar todo el día sentado en el mismo sillón.

Pero el trago que se estaba bebiendo no era por el cansancio, era por la pareja que vería, todo había sido diferente con ellos.

Girando su cabeza justo a tiempo, Diablillo le asintió a su secretaria, sabía que le iba a avisar la llegada de la última pareja con la que hablaría ese día.

Los dos se sentaron en el sillón, a una distancia prudente pero no como la primera vez que estuvieron demasiado alejados, como evitándose, tampoco fue como su segunda sesión donde apenas y se trataban, ni en la tercera donde llegaron muy cariñosos. Esta vez llegaron juntos, tomados de la mano pero cada uno dándose su espacio.

—Buenas tarde, señor y señora Ferguson— dijo él—. Me alegra verlos de nuevo.

—Y a nosotros a usted. — dijo Fleur animada.

— ¿Saben que esta es la última vez que nos veremos?— ambos asintieron—. Ok, empezaremos por cómo les fue estos últimos diez días.

Los dos se miraron.

—Es complicado. — dijo Saúl.

Le contó brevemente que todo iba bien hasta la llegada de sus padres, que había hecho un viaje secreto y le contó todo sobre Melissa, le había dicho que todo fue para proteger a Fleur y ella, le había contado todo lo que sintió con la desaparición de él.

—Veo que han pasado por mucho, pero también veo que siguen juntos. — observó él.

—Sí, de hecho ya estamos consiguiendo una casa propia. — dijo Saúl.

— ¿Y siguen viviendo en la antigua casa?

—No, nos estamos quedando en la casa del mejor amigo de Saúl.

Diablillo sonrió.

—Entonces gane la apuesta, Fleur— dijo y notó la cara de confusión de Saúl—. Fleur y yo, hicimos una apuesta después de cuando llegamos a un trato para que ustedes se conocieran, donde ella decía que al final de los treinta días, ustedes sólo serían amigos...

—Y si, perdí. — dijo Fleur sonriendo.

— ¿Y qué ganaban?

—Nada— dijo Fleur—. Era sólo una apuesta sin nada de por medio.

—Así es, Saúl— dijo Diablillo—. Cambiando de tema, ¿Cómo esta Mels?

No supo en que momento fue que lo dijo y ya había sido muy tarde.

— ¿Cómo sabes que a Melissa la llamaba así?

—Por Antoni, Saúl.

Diablillo notó la confusión en la pareja.

—No estoy entendido— dijo Saúl—. ¿Cómo conoces a Antoni?

Diablillo suspiro, había metido la pata, había hablado antes de tiempo, escribió algo en su celular y sonrió.

— ¿No va a decir nada?— le pregunto ella.

La puerta se abrió, sin girarse pudo saber quién era el que entraba, la pareja estaba atónita.

—Saúl, Fleur— los saludo a ambos—. Veo que se la llevan bien con mi primo Adam.

Antoni se sirvió un trago, uno para Fleur, uno para Saúl y le sirvió a Diablillo.

— ¿Ustedes son primos?— pregunto Fleur.

— ¿Tú eres el primo de Antoni, el psicólogo de parejas que vivía en Londres?— pregunto Saúl.

—Sí, somos primos— dijo Antoni—. Y si, es el primo del que te hable que vivía en Londres, de nuestra edad.

— ¿Entonces esto lo planeaste tú, Antoni?— pregunto Saúl.

—Casi, sólo quería que se dieran cuenta que podrían intentarlo, ya que Saúl nunca me escuchó, más porque la mayor parte del tiempo estaba borracho y diciendo lo mucho que quería arreglar las cosas.

Ninguno de los dos dijo algo. Adam notó que seguían sorprendidos, la verdad, él y Antoni nunca tuvieron rasgos que demostrarán que eran familia, agregando que sólo vivieron juntos por diez años, luego Adam se mudó con sus padres a Londres.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.