Era ese día, había llegado tan rápido que no supo en que momento había pasado un mes y medio.
La boda la planearon entre los dos, querían algo sutil, familiar y fresco. Así que optaron por un lugar en el que les serviría de luna de miel al mismo tiempo; la playa.
Fleur se estaba viendo en el espejo, tenía la ropa interior de encaje blanca puesta y sus plataformas, había dejado crecer más su cabello, tanto que llegaba hasta la mitad de sus glúteos, y lo tenía recogido en una trenza que llevaba pequeñas flores blancas por dentro.
Habría preferido otro estilo pero Andrea le había dicho que se vería muy bien de esa forma, que su rostro se vería más fresco, que le daría cierto toque de felicidad y juventud, y tuvo dudas, hasta que vio que ella tenía razón.
Miro hacia la puerta, en poco tiempo entraría la estilista y Andrea, para terminarle de arreglar. Les había pedido un momento, estaba nerviosa, miro su reflejo en el espejo, paso sus manos su vientre mientras se giraba, su cuerpo comenzaba cambiar y la sola idea de formar una familia le asustaba.
Sintió los toques a la puerta. Camino hacia ella, suspirando al abrirla y esperando a ver a las dos mujeres, pero no, Saúl estaba frente a ella, con un pantalón negro, su camisa blanca estaba por fuera y la corbata estaba sobre su hombro derecho.
Le sonrió, apretando los labios.
—Hola. — le dijo.
—Hola— le respondió ella con una sonrisa—. ¿Qué haces aquí?— dijo al tiempo que cerraba un poco la puerta para que Saúl no viera el vestido—. Deberías estar con Antoni y Diablillo.
—Debería, pero aquí estoy.
Los dos sonrieron mientras se miraban fijamente, esperando que el otro dijera algo.
—Es de mala suerte ver el vestido y a la novia antes de la ceremonia.
—Solo quería verte antes de que la ceremonia empezara.
Los dos rieron al ver que habían hablado al mismo tiempo. Saúl le tomo por la mano y le hizo salir, cerrando la puerta detrás de ella. Comenzó a acariciar sus nudillos mientras le miraba con una sonrisa.
—No me creo lo que está pasando.
—Yo tampoco— le respondió ella acercándose—. Estoy nerviosa.
—Yo…— comenzó él, pero fue interrumpido.
—Lo siento, Saúl, pero la ceremonia esta por empezar y ambos necesitan organizarse.
Y así fue, Andrea le devolvió a la habitación.
Todo fue rápido, le habían vestido y terminado de maquillar rápidamente, tanto que ahora esperaba que comenzara la música. El mar era azul, se sentía la fría y refrescante brisa de la tarde. Cuando la canción comenzó a sonar, camino, Diablillo extendió su brazo para que ella lo recibiera caminaron, hacia donde estaba Saúl, al lado de Antoni y Andrea del otro lado.
Noto que Saúl estaba nervioso, lo vio en la forma en que pasaba su dedo índice por el borde del cuello del traje, como humedecía sus labios y los movimientos de sus manos. Hasta que la vio y le sonrió.
Cuando llego al altar, Saúl le extendió la mano, el padre comenzó la ceremonia, hasta que llego al momento en que él daría la respuesta; lo hizo sin dudarlo.
Todo iba bien, ambos estaban sentados en una de las mesas principales con sus padrinos de boda al lado. Los invitados hablaban entre sí, felices, solo se habían invitados un cuantos de la oficina y a James y Thomas, cada uno con sus familias.
—Su atención por favor.
Fleur miro hacia una pequeña tarima que había frente a ella, donde estaba Saúl con una copa de champagne en la mano y en la otra el micrófono.
—He preparado unas palabras para ahora, mi esposa— dijo mirándola y dejando la copa a un lado—. Para nadie es un secreto, y sé que después de esto habrá chismes— sonrió—. Fleur y yo teníamos dos años de matrimonio, uno que era falso, un montaje…
Fleur miro a todos, notando que todos los miraron, unos más que otros viéndose sorprendidos.
¿Por qué lo estaba haciendo?
—Pero, siendo sincero, me enamore de ella cuando la conocí al intentar separarnos— la miro con una amplia sonrisa—. En esos dos años, siempre estuviste cerca de mí, compartimos el mismo espacio, trate de alejarme, darte tu espacio pensando que lo necesitabas porque me sentía culpable por hacer que estuvieras junto a mí a la fuerza.
Fleur se levantó y camino hacia él. Ya no le importaba si todos se enteraban de cómo fue su matrimonio antes, ahora era distinto, le importaba como seria después de ese día.