Nada más llegar a la Fábrica un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y no sabía si eran por los nervios de volver a ver a aquel hombre o por la brisa que estaba azotando mi piel.
¿Por qué elegí aquel atuendo?
Durante media hora estuve disfrutando de aquel ambiente junto a mis amigas. Al ser la que conducía procure alejarme del alcohol, aun cuando tenía unas inmensas ganas de consumirlo ―claro está que el dúo dinámico no me lo iba a poner nada fácil y más cuando ponían la tentación en mis narices―.
La música fuerte y el rugido de los motores más el bullicio de la gente era el ambiente que se respiraba, y aquello me fascinaba. Estaba impaciente por el inicio de la carrera, por primera vez decidí apostar y lo hice por Lennon ―ni siquiera sabia quien era, pero si llegaba a perder no sería mucho―. Los cinco corredores se encontraban en la “línea” de salida y una joven se encontraba delante de ellos con dos banderas ―una en cada mano―, en el momento en que las bajo todos salieron disparados.
De la nada, apareció un hombre completamente tatuado ―ya lo había visto antes― y como en aquella ocasión su presencia me incomodaba, un montón, pero debía tolerarlo si quería recuperar mi móvil.
―Emi ―asentí, cuando pronunció mi diminutivo―, Kyle te está esperando en el interior de la fábrica. Sígueme.
Al igual que la vez anterior, su voz no emitía emoción alguna, estoy segura de que en Japón pudieron notar el asco que me tenía. No entendía el porqué de su actitud conmigo, apenas y nos habíamos visto varias veces y en ningún momento le dije o hice algo, de igual forma su indiferencia no me afectaba.
Lo seguí, a una distancia prudente, no pretendía hacer más tediosa aquella situación. Nada más entrar al interior del edificio, mi vista fue cautivada por el gran ring, era alucinante ver como estaba a pesar de la poca iluminación del lugar, había pocas personas dispersadas. De lo absorta que me encontraba, no me di cuenta de que habíamos llegado a una puerta, el chico tatuado tocó varias veces la puerta y luego la abrió.
—Ya está aquí —le informó.
—Gracias, Cedric, te puedes marchar.
Cedric me dedico una última mirada y me dejó allí. Con todo el valor que había conseguido reunir me adentre al interior de aquel cuarto, y allí estaba él, igual de guapo que la última vez. Lo único distinto era que ahora llevaba más ropa y sus tatuajes no se veían ―deseché aquellas ideas, necesitaba concentrarme en lo importante: mi celular―.
―Te ves muy linda ―me alago―, pero te verías más hermosa sin ropa y entre mis sabanas.
¡Será capullo! Ante su último comentario rodé los ojos, mostrando que me había molestado.
―Que lastima, tú sigues igual que la última vez, idiota ―la sonrisa tan falsa permanecía en mi rostro.
De alguna forma debía mostrar que su labia barata no me afectaba, sabía que aquellas palabras carecían de significado alguno, a él lo único que le interesaba era volverme a tener entre sus sábanas y era algo que no iba a pasar tan fácilmente.
―Me devuelves mi móvil, por favor.
En ningún momento me moví de la entrada.
―No lo tengo.
¡Qué! Que alguien me agarre porque juro que lo mato. Me he escapado en plena noche para nada, este hombre me volverá loca.
―Kyle, acordamos algo. Yo venía hasta aquí por mi celular y ahora tú me sales con esto, ¡es imperdonable! Necesito con urgencia el dichoso aparato.
―Pues tienes dos opciones ―Kyle se encargó de romper la distancia que nos separaba. En ningún momento me moví del lugar donde me encontraba, no le tenía miedo por ende no pensaba mostrarme débil, cuando se colocó enfrente cerró la puerta del cuarto―: te esperas a que tenga algo de tiempo libre, que de seguro pasaran un par de semanas o me acompañas en este instante a mi departamento y te lo entrego.
«Que alguien me agarre porque voy a cometer un asesinato. ¿Quién me mando a follar con semejante imbécil? En el mundo hay muchos chicos, y me crucé con el peor de todos.»
―¿Sería justo ahora? ―Mi vista estaba posada en su rostro. De lo ansiosa que estaba empece a morderme el labio inferior.
―Sí, a partir de mañana no estaré en el país por un par de semanas.
Asentí repetidas veces intentando asimilar lo que me había dicho. Era obvio cuál iba a ser mi elección, solo debía de encargarme de un asunto antes de llevar a cabo aquella decisión.
―Vale, nos vamos ahora, pero antes debo de llevar a mis amigas a sus casas, no las voy a dejar tiras en este lugar.
Con aquellas últimas palabras hice el amago de salir de aquel sitio, digo hice porque Kyle me agarro del codo e hizo que nuestros cuerpos volvieran a estar en contacto. No existe palabra alguna para describir la electricidad y el calor que comenzó a invadirme.
―Tienes una fea obsesión con agarrarme de mis extremidades.
―Si me escucharas nos ahorraríamos este teatro e iríamos directos a la acción. Cedric se encargará de tus amigas.
Nada más pronunciar aquello, me zafé de su agarre y lo miré a la cara. Estábamos tan juntos que nuestras respiraciones chocaban entre ellas y solamente bastaba un ligero movimiento para unir nuestros labios.