30 Días

Capítulo 9: Caer en tentación

En todo el trayecto hasta las casas de mis amigas mi mente estaba en otra parte, la frase correcta sería "No dejo de pensar en el chico del piercing". 

La primera persona que dejamos en su hogar fue a Charlotte, pero al estar ebria no dudaba de mi capacidad para llevarla hasta su habitación, así que desde su móvil llamé a Darren ―memoricé su número por si llegaba a tener alguna que otra emergencia―, al tercer pitido me respondió. 

—¿Quién es? ―Su voz ronca era tan sexy. 

―Darren, puedes baja plis, tu hermana está algo ebria y dudo que pueda subirla yo sola hasta su recámara.

Soltó un leve bufido,  de seguro él ya estaba en su quinto sueño,  porque no había reconocido el número de su hermana, de igual forma él aceptó venir a ayudarme.

—Ahora bajo.

Una sonrisa surcó en mis labios y finalmente colgué. 

Baje del auto y me dirigí a abrirle la puerta a Charlotte, cuando lo hice ambas chicas se encontraban dormidas. Así que con mucha paciencia intenté despertar a Charlotte, pero ella únicamente gruñía.

—Darren está a punto de bajar, así que levanta tu culo.

―¿Por qué lo llamaste? Me va a regañar como si fuera mi padre, ¡no quiero eso!

Al final, con un poco de su colaboración, Charlotte salió del auto, pasó su brazo derecho por mi cuello y a paso de tortuga nos alejamos del auto. Cuando Darren salió de su hogar y vino corriendo hacia nosotras todo fue más fácil, ya no debía soportar todo el peso de una borracha, por ende, era más fácil llevarla a su habitación.

Un silencio sepulcral reinaba el interior del hogar ―la cual cosa era normal, teniendo en cuenta la hora―, fue Darren quien abrió la puerta de la habitación de su hermana. Encendimos la luz y finalmente la recostamos en su cama, nada más tocar el colchón, Charlie se quedó en completo silencio. 

Con su sabana celeste la cubrimos, sin hacer ruido, ambos salimos de su habitación. Darren me miraba con reproche, así que empecé a prepararme para el sermón que me daría, pero aquello nunca sucedió, sino que en la entrada me preguntó por el castaño del coche.

―Es un amigo, nos reencontramos hace poco y justo hoy nos volvimos a ver ―aquella mentira me salió tan natural que hasta yo me sorprendí―. Cuando vio el estado en el que se encontraba, Charlie, quiso ayudarme.

Él solo asintió repetidas veces, parecía estar pensando cuál iba a ser su siguiente paso. Yo me sentía minúscula a su lado, aquella mentira piadosa me empezaba a carcomer por dentro.

―Emi, no te metas en ningún lío.

―Lo prometo, nos vemos luego ―fue lo último que le dije antes de abalanzarme a sus brazos y darle un beso en la mejilla.

 

Con Beth todo fue diferente, Kyle me ayudó, debíamos subir hasta el quinto piso ―la gran suerte era que había ascensor y eso facilitaba las cosas―. Aunque mi amiga podía ponerse de pie perfectamente, se tambaleaba un poco, así que se apoyaba en nosotros para no caerse, además al estar su hermano, él se encargó de llevarla a su recámara.

El muchacho al principio se quedó sorprendido al ver a mi acompañante, pero no dijo nada, solo lo analizaba con la mirada, parecía que ambos se conocían de antes, pero no eran capaces de dar un paso adelante y reconocerlo. El ambiente se tornó algo pesado y me sentía incómoda.

 

Siguiendo las instrucciones de Kyle me senté en el sofá de su departamento. Lo necesitaba. Mi cuerpo y mente se encontraban agotados, por todo lo sucedido en las últimas 48 horas.

Pero lo que no lograba entender era la reacción que mi cuerpo experimentaba cada vez que Kyle se abarcaba.   Parecía que mis neuronas desconectaban por  completo, y era otra persona la que tomaba el control sobre mi cuerpo, y yo quedaba como una espectadora; contemplando cada una de  las estupideces que así.

―Toma. ―Me atreví a mirarlo a la cara cuando me extendió mi celular.

―Gracias.

Me levanté del sofá. Mi intención era irme y no volver a verlo o al menos evitar toparme con aquel sujeto, pero como siempre las cosas no salen a mi favor. Cuando estaba por abrir la puerta Kyle me detuvo, por primera vez no me agarró del brazo, sino que me frenó con sus palabras.

―Cédric tuvo un percance, así que tardará en llegar con tu auto.

«¡Genial! Lo que me faltaba» El día que el destino juegue a mi favor realizaré una gran fiesta. Contuve mis ganas de insultar al mundo entero, pero sobre todo mi ira se centraba en el sujeto que tenía enfrente. «Si no hubiera insistido tanto en que me fuera con él, ya podría irme a mi casa.»

―Si quieres puedes quedarte esta noche, no hay problema alguno con eso. 

―Ta lo agradezco, ¿te importa que duerma en el sofá? 

Juro que me sentí la persona más estúpida al haberle preguntado aquello, sobre todo cuando sus facciones se endurecieron, parecía que mi pregunta le había ofendido.

―No tengo problema alguno con compartir mi cama contigo, después de todo ya lo hemos hecho antes, además, somos dos personas adultas.

¡Tan difícil era responder mi pregunta anterior! Solo debía responder sí o no, pero con su propuesta dejaba en claro que prefería que pasara la noche con él y en su cama. Mi parte racional le daba la razón, como los adultos que éramos podíamos compartir una cama sin que pasara nada.



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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