30 Días

Capítulo 10: Nunca más

Cuando la alarma de mi celular sonó hice el gran sacrificio de abrir mis ojos, igual que la vez anterior, mi cuerpo se encontraba apresado por los fuertes brazos de Kyle. Repitiendo los patrones de la última vez, del mismo modo yo hice lo mismo, intenté que no se despertara, pero fracasé.

―Vuelve a dormir.

No le hice caso alguno porque de lo contrario llegaría tarde al trabajo, y eso era algo que no podía permitirme. Me removí con más intensidad y, por lo contrario, a lo que se podía esperar, él en vez de aflojarme más me apretujaba contra su cuerpo. 

―Kyle, debo irme, al contrario de ti, yo he de trabajar para poder vivir.

Él seguía ignorando mis palabras, las únicas respuestas que obtenía de su parte eran gruñidos. La situación ya me estaba desesperando y más por el hecho de que tenía que pasar por mi casa, ducharme y cambiarme de ropa, no podía presentarme con una ropa inapropiada, sé que Nancy no me diría nada, pero no era lo correcto.

―Kyle, o me sueltas o te juro que en tu vida tendrás descendencia ―solté de forma amenazante. No estaba de broma, mi paciencia ya se había extinguido y me estaba poniendo de los nervios.

―No serías capaz ―ronroneo cerca de mi oído.

En escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No sabía que cojones le pasaba a mi cuerpo, este estaba empezando a reaccionar, y eso me desagradaba.

―Ponme a prueba ―lo desafié. 

―No te gustaría ver a unos mini Kyle’s revoloteando por tu lado.

Moví repetidas veces la cabeza en señal de negación, aquello era algo que no quería imaginar ―sería horrible ver sus copias y más si iban a acabar como él, envueltos en un mundo lleno de peligro―.

Al final acabó accediendo a mi petición, cosa que agradecí infinitamente. Esta vez, me dio igual mostrarle mi desnudes, porque estaba segura de que aquella iba a ser la última vez que pondría sus manos encima de mi cuerpo, no pensaba involucrarme con un criminal. Porque sí, Kyle, era una persona que se encontraba metido en un mundo demasiado peligroso, y yo, no me iba a quedar para comprobarlo.

Me vestí bajo su atenta mirada, era incómodo, pero preferí ignorarlo. Lo que me importaba era llegara a tiempo al trabajo, no me podía permitir fallarle a mi madre y a la señora Nancy.

―Kyle, necesito las llaves de mi auto.

―Bueno… ―Se quitó la sábana que cubría su musculoso cuerpo y se puso de pie, dejando ver su completa desnudes. Tragué en seco. Mi parte racional estaba haciendo el intento de irse, dejando al mando a unas alborotadas hormonas, y aquello no era nada bueno. Cuando menos lo esperé ya se encontraba a unos pocos centímetros de mi cuerpo.― Digamos que Cédric ha tenido un percance en el camino.

Antes de responderle inhalé y exhalé repetidas veces, la ira y la lujuria me estaba dominando.

―¡Cómo! Se supone que anoche debía de haber dejado mi auto aquí, si lo hubiera sabido…

―Emi, puedo dejarte donde tú quieras, es lo mínimo que puedo hacer.

Quise rechazar su oferta, pero la  acabé aceptando cuando la segunda alarma volvió a sonar. Aquel sonido me indicaba que iba de culo. Así que me trague mi orgullo y acepté.

Con mucha vergüenza me atreví a pedirle otro favor, esta vez relacionado con la ropa. No me podía presentar al trabajo luciendo aquel diminuto top, los shorts aún se podían salvar, pero el top ni de coña. Así que le pedí que me dejara una de sus camisas, prefería llevar una prenda que me quedara oversize, si el tiempo no jugara en mi contra pasaría por mi casa, me ducharía y elegiría un atuendo perfecto, pero debía adaptarme a las circunstancias.

El camino hacia la cafetería fue demasiado silencioso, no me agradó para nada, pero ¿qué podía pedir? Yo solo era un polvo más en su lista de conquistas.

 

Llegué cinco minutos tarde, pero al menos llegué. Hice la misma rutina de todo los días, con la única diferencia de que el primer cliente del día fue Kyle ―y yo que guardaba la esperanza de que se largara―, al ser la única camarera que estaba disponible, me acerqué a él y de la manera más amable lo atendí ―debía de ser profesional y dejar nuestras cosas fuera de mi trabajo―.

―Quiero un café Moca y un Cheesecake ―apunté su pedido en mi libreta y me dirigí a la barra, donde se encontraba Maggi―.

La pelinegra empezó a preparar el café mientras yo le servía el trozo de Cheesecake. Los aromas de café y del pastel invadieron mis fosas nasales, la cual cosa me hizo recordar que no había probado bocado alguno desde la noche anterior.

Maggi depositó la taza de Mocha junto al Cheesecake, agarré la bandeja y volví junto a Kyle. El muy maldito parecía disfrutar de esta situación, con una gran sonrisa ―fingida―  deposité el contendió de la bandeja en la mesa.

Durante el tiempo en que Kyle estuvo en la cafetería, me sentí observada, no podía describir lo que me transmitía, pero sí estaba consiente de que su presencia me estaba perturbando a más no poder. Solo quería que se fuera.

 

Una maldita hora estuvo en la cafetería, me hizo ir de un lado a otro. Así que agradecí enormemente cuando Cédric apareció ―aun cuando el hombre no era santo de mi devoción―. Des de la lejanía vi como interactuaban ambos y se notaba el cambio de humor que había sufrido el castaño.



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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