30 Días

Capítulo 11: ¿Qué se fuma esta?

El mes paso demasiado deprisa, y cuando menos lo esperé ya nos encontrábamos organizando el cumpleaños de mi prima ―sí, enterarme de que una de mis amigas era mi prima, casi me provocó un patatús―, y de mi hermano, me daba igual que Asher no fuera el hijo biológico de mi madre, para mí seguiría siendo mi hermanito. Ambos habíamos compartido tantos momentos juntos que nadie podría cambiar el vínculo que teníamos, puede que fuera molesto cuando era más pequeño, pero sabía que aquella unión que teníamos no se podría romper con nada.

Aquella tarde todas las chicas, menos Chelsy ―por obvias razones―, nos habíamos reunido en un Starbucks para organizar ambas fiestas. April había propuesto que la verdadera fiesta, para celebrar los dieciocho de nuestra amiga, se llevara a cabo en el Blue Diamond, pero había un gran problema: el amigo de su hermano no quería alquilarnos el local para la fiesta, según su argumento, al ser menores de veintiuno su establecimiento no nos podía vendernos alcohol, entre más cosas.

―Emi ―la morena llamó mi agenció―, debes de camelarte al imbécil ese para que nos deje el local.

―¿Me estás intentando vender como si fuera un trozo de carne?

―Claro que no, lo que estoy diciendo es que él haría todo lo que tú le pidas.

Solté una gran carcajada ante la “confesión” de April. Ella estaba más que loca, sí había vuelto a asistir a las carreras y peleas ilegales que organizaba Kyle, pero en ningún instante me lo había vuelto a cruzar, por lo tanto, era imposible que mi amiga notara aquello ―ni siquiera sabia que me lo había tirado varias veces, así que no sé que mierda se fumaba ella para ver aquel tipo de alucinaciones―.

―Tía, estás loca. Ni siquiera lo hemos visto en este mes para que afirmes semejante estupidez ―aquel argumento intentó ser mi defensa, pero fracase en el intento.

Charlotte decidió intervenir, supe que iba a ser mi ruina. «¿Por qué tenía que confiar tanto en ella? Se supone que es mi mejor amiga, y que debería apoyarme incondicionalmente, no tirarme piedras sobre mi tejado»

―En eso te equivocas querida. ―La forma tan diva con la que hablaba estaba a punto de desesperarme, y eso que apenas había emitido cinco palabras. Lo que en verdad me desagradaba era el modo de decir “tengo la sartén por el mango y sé toda la verdad”.― La última vez que nos reunimos en el departamento de Austin, Kyle estaba allí, y juro por lo más sagrado que él no dejó de observarte, parecía un depredador contemplando a su presa antes de casarlas. ¿Es o no es así, chicas?

Todas las presentes se pusieron de acuerdo con mi amiga, así que me tragué el orgullo y acepté llamar al susodicho en frente de todas. Al primer tono él contestó y juro que me arrepentí de haber puesto el altavoz, porque parecía que aquel acto le había inflado su ego.

“Wow, tanto me añora la princesa”

Lo único que mi cerebro me permitía hacer era abrir y cerra la boca, no podía encontrar ninguna palabra para formular la frase, además la indignación ya había hecho acto de presencia. Charlotte fue la que me hizo volver a entrar en razón, con el leve golpe en mis costillas.

“No te creas tanto, hay mejores”

Me sentí orgullosa cuando no alegó nada, parecía que en verdad le habían afectado mis palabras. 

“Necesito pedirte un favor”

“¿Y por qué debería ayudarte?”

¡AAAAHHHHH! Tenía unas inmensas ganas de gritarle, pero como la adulta responsable que era me contuve, ya que necesitaba de él.

“Me lo debes por lo de auto”

“Estás equivocada, princesa, yo no le debo nada a nadie. Cumplí con lo prometido e incluso ambos disfrutamos de aquello.” Su voz se fue poniendo más sensual a mediada que iba pronunciando las últimas palabras.

Los colores se me empezaron a subir, mis mejillas ardían de forma horrible, y para el colmo la mirada de todas estaban puestas en mí.

“Te conviene lo que te voy a proponer, ambos podemos salir vencedores de esto.” Si debía usar las armas que toda mujer tenía lo haría.

“Cédric pasará por ti, pásame tu ubicación” 

“Ni de coña―protesté ante la idea de que aquel hombre viniera por mí―, tu hombre me desagrada. Estoy segura de que aprovechará cualquier momento para deshacerse de mí.”

“Jajaja, princesa, no estás en condiciones de exigir. Eres tú la que me necesita”

“Bien, pero iré acompañada. No me fio.”

Esas fueron mis últimas palabras antes de colgar, no iba a permitirle que pudiera poner alguna objeción, a mi petición. Apreciaba demasiado mi vida como para ponerla en riesgo por un pub. Lo de que aquel hombre me daba mala espina era en serio, no me fiaba y prefería prevenir antes de acabar en un ataúd.

A los pocos segundos de colgar le pasé la ubicación, él simplemente me dejó en visto.

―¿Qué mierda fue eso? ―Preguntó April.

―Nada. Pero lo de que una de vosotras me va a acompañar lo decía en serio, así que elegid quien va a ser.

Se miraron entre sí, pero ninguna era capaz de ser el tributo. Al final fue mi mejor amiga la que quiso acompañarme. Durante una hora, el tiempo que tardó Cédric en venir por nosotras, estuvimos acabando de planificar los detalles de la fiesta e intentando indagar en los detalles de aquella conversación. 



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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