Me levanté de la silla donde me había sentado nada más entrar, con el único fin de ponerme en frente de él, y estar a su altura. Kyle se había sentado en el filo de la mesa, cosa que me facilitaba lo que iba a hacer.
―¿Qué es lo que quieres para que podamos alquilarlo? ¿Quieres más dinero o qué?
―Princesa, no me interesa el dinero, sé que Austin pagaría lo que fuera para complacer a su pequeña hermana.
Con pasos firmes y sensuales me acerqué a él, era poca la distancia que separaba nuestro cuerpo, me gustó ver como flaqueaba por unos leves segundos, porque sí, no tardó mucho en volverse a poner la faceta de “empresario”.
―¿Entonces? ―Incliné levemente mi cuerpo y le susurré en el odio.
―¿Hasta qué punto estás dispuesta a llegar para conseguir lo que quieres?
En que mierda me había metido, había más discotecas donde podríamos celebrar la fiesta, sin la necesidad de que este capullo sobrepasara los límites, pero era obvio que April había visto algo que le agradaba.
―Pruébame ―fue lo último que le susurré antes de alejarme de su lado, para volver a sentarme en la silla. Ante su atenta mirada me senté y crucé las piernas, no sé de donde había logrado sacar tanta seguridad, cuando por dentro me estaba muriendo.
―Suena tentador. ―Se llevó su mano derecha a la barbilla. En mi interior había una pequeña vocecilla que me decía que nada bueno podía salir de él, y no se equivocaba. ― Ven mañana, en la noche.
Cuando salí de su oficina, pude ver como Charlotte se estaba divirtiendo con aquel tipo tatuado, ella parecía de lo más feliz con su compañía. Me acerqué lo más rápido que mis piernas me permitieron, necesitaba salir de aquel lugar.
En mi casa hicimos una videollamada con todas las chicas, para informarles de la situación. Todas se quedaron sorprendidas cuando les dije que no había logrado nada, tampoco era el genio de la lámpara, un simple chasquido de dedos no bastaba para convencer a aquel hombre.
“Pero por qué no buscamos otra discoteca, sería lo mejor” Emma fue la que propuso aquella buena idea e internamente se lo agradecí.
“No, con Kyle podemos obtener mejores beneficios. Además, los demás dueños se han negado al consumo de alcohol a menores de veintiuno, creedme que contemplé la idea con el primer no.”
“Pues algo debemos pensar, por qué parece que no va a dar su brazo a torcer aun cuando he ido a negociar. Mañana es la última oportunidad que tenemos.”
“Bien” Todas compartimos miradas, esperando a que alguna buena idea se nos apareciera.
“¿Hasta qué punto estás dispuesta a llegar?”
“No lo sé, lo único que tengo claro es que no follaremos. Ese es mi límite, nada de sexo.”
“Entendido, solo has de resaltar tus atributos y hacerlo pensar con su segunda cabeza. A los hombres se les nubla el juicio cuando ven unas buenas tetas.”
Me quedé sorprendida con la frialdad que tenía Camila para expresarse así, entendía que le habían fallado tantas veces, pero no esperaba que se expresara así. Su último ligue la había dejado en la mierda, ya que ella había sido los cuernos, y para el colmo de todo los males se enteró de la peor manera: la novia de aquel imbécil se atrevió a atacarla en pleno centro comercial, sin siquiera darle tiempo a reaccionar y defenderse.
“En la tarde os quiero a todas en mi casa, para que me ayudéis”
Lo bueno de aquella mañana era que no me tocaba trabajar, le había cambiado el turno a Beth ―la pelinegra tuvo una emergencia hace un par de días y me pidió que la cubriera―. Así que mis planes se resumían en dormir hasta tarde y luego irme a la casa de Charlotte para pasar la tarde en su piscina.
Antes de empezar mi hermoso día, me fui a la ducha, necesitaba despejar mi mente de los últimos acontecimientos de mi vida, en algún punto iba a colapsar, eso estaba más que claro, pero esperaba a que fuera más adelante y no ahora. Sentir como el agua fría recorría cada centímetro de mi cuerpo era de lo más tranquilizante, sentía como si mis problemas se fueran evaporando lentamente ―me daba igual que aquella sensación fuera momentánea―.
Pasó mis manos por mi cara repetidas veces, por el recuerdo que me vino a la mente. ¿Cómo era posible que no olvidara aquel incidente en casa de mi amiga? Desde aquel día, no volví a pisar la mansión de los West, había hecho el peor ridículo de mi vida, y para el colmo de todos los males, ni siquiera podía mirarle a la cara sin recordar lo que había visto en aquel baño.
Lo primero que se me pasó por la mente fue escoger el bikini blanco, me lo había comprado hace unas semanas y se había convertido en uno de mis favoritos, el diseño era hermosos porque era cruzado, pero lo mejor de todo era que el top que me hacía resaltar mis bellos pechos. Sobre el bikini me puse un short de mezclilla y un top de ganchillo, el cual dejaba mi espalada al descubierto.
Una vez ya terminé de arreglarme paso por la cocina con la intención de pillarme algo para desayunar, sé que ya son casi las doce, pero no me quería levantar: me daba pereza de tan solo pensar en salir de mi cama. Al no encontrarme nada hecho miré alguna fruta, sí, hay veces en que odio cocinar y me voy a lo más básico.