30 Días

Capítulo 13: Un trato con el diablo

Llevaba media hora dialogando con Kyle y juro que estaba a punto de cometer un homicidio, pensé que todo se resolvería con rapidez, pero estaba equivocada. Me podría rendir y mandarlo a la mierda, pero se lo había prometido a mi amiga y no quería defraudarla, lucharía a más no poder.

―Kyle, al grano. Llevamos más de media hora intentando llegar a un acuerdo y no avanzamos ―Mi paciencia ya se estaba agotando y no sabía por donde irme.

―Tranquilizate, eres tú la que sigue con la idea de que os alquile el Blue Diamond por una noche. Si no te interesa puedes marcharte. 

―Si estoy aquí, no es porque quiera ver tu cara, sino porque se lo prometí a una amiga. Y si tengo que soportarte por un rato más lo haré, así que pon tus cartas sobre la mesa y dime lo que quieres y ya, no cuesta tanto.

―Muy bien, te quiero a ti ―Y lo soltó de sopetón. Como si fuera la cosa más normal del mundo―. Ayer dijiste que estarías dispuesta a hacer lo que sea, ahí lo tienes. 

¿Qué cojones acaba de decir? Vale que haya dicho que haría lo que fuera, pero coño, no soy un objeto y tengo mis límites. 

―Que te quede claro, no soy una prostituta. ―Mi mano se quedó a pocos centímetros de su rostro.― Vaya perdida de tiempo, me largo.

Como pude me solté de su agarre y con pasos firmes me dirigí a la puerta, no iba a pasar ningún segundo más en aquel lugar. 

―¿Por qué asumes algo que no ha salido de mis labios? ―Quedé sorprendida con la rapidez con la que me alcanzó. Y como siempre me interceptó agarrándome el brazo.― Ni siquiera me ha dado tiempo a explicarte lo que quiero que hagas.

―¿Qué se puede esperar de alguien que solo piensa con el pene?

―Emi, créeme que si únicamente le hiciera caso a mi miembro hace mucho habríamos cerrado el trato. Después de todo, tu presencia nubla la mente de cualquiera. 

—Cielo —con mi mano derecha acariciaba su rostro—, para ti cualquier falda es válida. Y yo no soy la excepción. 

No sé cómo pasó, pero en un abrir y cerrar de ojos, mi espalda acabó tocando la pared y mis manos hacían todo lo posible para quitarle la camisa a Kyle, a pesar de tener la necesidad de tocar su piel desnuda, no quería alejarme de él, aún sabiendo que aquello me facilitaría la labor.

Parecía que había pasado siglos desde la última vez que nuestros cuerpos se encontraron. Sus caricias me volvían loca, aunque no era la primera vez que tenía relaciones con él, mi cuerpo se encontraba experimentado, sensaciones nuevas.

Me anoté una pequeña victoria cuando al fin le arranqué la camisa, luego nos preocuparíamos de los botones que habían salido disparados, ahora solo debíamos disfrutar del momento y de nuestros cuerpos. 

En el instante en que nos separamos pude observar por una milésima de segundo su abdomen marcado, y digo una milésima de segundo, porque me acercó a más no poder a su cuerpo, sus manos se encontraban en mi espalda, buscando el cierre del vestido, cuando lo encontró empezó a torturarme.

El vestido de repente me empezó a molestar porque impedía el contacto con su cuerpo, me urgía que me lo quitara.

 

 

Kyle me ayudaba a colocarme el vestido, aquel proceso era de lo más lento, como si quisiera retrasar lo inevitable.  No sé si era por accidente o a propósito, pero las caricias que iba esparciendo a medida que subía el cierre, me transmitía una leve electricidad que hacía que mi piel ser erizara. 

Quería más de él, pero a su vez no tenía la intención de volver a caer en la tentación, al menos no dos veces seguidas. Porque sí, Kyle, era el maldito demonio que me incitaba a pecar, una maldita mirada era suficiente para que te doblegaras ante él.

―Ya está ―Susurró cerca de mi oído. Cerré mis ojos. Podía sentir su respiración cerca de mi cuello y sus brazos rodeaban mi cintura―. Al final, ambos salimos ganando.

Me solté de su agarré y me alejé de inmediato, su tacto me quemaba.

―Sobre todo tú, has logrado que sea tu acompañante en las carreras, ya me dirás cuando te he de acompañar y que debo hacer, y encima hemos cerrado el trato follando.

―Pero te olvidas de que has logrado lo que querías, tener el Blue Diamond por una noche y encima conseguiste barra libre. 

Analizando sus palabras, no sabía si sentirme orgullosa o asqueada. Parecía que para lograr mi objetivo me había acabado vendiendo y aunque sabía que no era así, lo sentía de aquella manera, me daba asco.

—No lo digas de esa forma, parece que te he comprado con sexo y no es así. 

Un silencio incómodo se formó en el lugar, y a decir verdad, prefería irme lo antes posible. Había logrado mi objetivo, y eso era motivo suficiente para bajar con mis amigas y celebrarlo.

 

Antes de contarles mi logro, fingí que estaba abatida porque no lo había logrado, y aquello me jodía por el simple hecho de haber durado tanto tiempo hablando con él. Nada más llegar y ver mi supuesto estado de ánimo, todas se acercaron y me dieron un gran abrazo.

«En mi interior se estaba desatando una lucha, donde no sabía que bando iba a ganar: por un lado, me sentía decepcionada, mis amigas no confiaban en mis habilidades de convección, y por el otro, me sentía feliz por lo buena actriz que era. Si llego a fracasar como abogada, ya sé a qué me dedicaré: seré actriz»



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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