30 Días

Capítulo 18: Malas decisiones

Varios días habían pasado desde aquella noche, y a decir verdad, me parecía un sueño. Hasta el momento no se lo había contado a ningún miembro de mi familia, ni siquiera a mi mejor amiga.

―Amor, deja de mirarte tanto el dedo. Parece que te has enamorado del anillo y a mí que me den, eso es completamente injusto. ―Aguanté las ganas que tenía de reírme, ante semejante gesto infantil, se había cruzado de brazos e infló los mofletes.

Ni siquiera fui capaz de argumentar nada para defenderme, simplemente me levanté del taburete con el único fin de abrazarlo por detrás y que nuestras pieles se reencontraran. Y así fue, lo abracé por la espalda y empecé a repartir besos por ella. 

―No soy tan materialista amor, pude que el anillo me fascine, pero es por el significado que tiene ―con cada palabra pronunciada iba trazando un camino de besos y mis manos acariciaba su torso.

Darren no añadió nada más, pero si me tomó de sorpresa el instante en que se giró y yo acabé sentada encima de sus piernas, odié perder el equilibrio, fue una sensación de sorpresa, pero al final estaba segura entre sus brazos. 

 

Me encontraba sentada en una de las cafeterías más concurridas de la ciudad, quizás no debía estar allí, a solas, hablando con Matt, ¿pero cuál era el problema, después de todo nadie sabía de lo que estábamos dialogando?

Me llevé el vaso de Coca-Cola a los labios y le di un pequeño sorbo, mientras disfrutaba de analizar la reacción que estaba teniendo él, se podría decir que se encontraba completamente atónito.

―¿Lo vas a hacer?

―Sí, pero ya sabes. Nadie ha de saber quien soy, en ningún momento mi nombre se puede vincular a esta mierda y si algo sale mal yo me abro. No me pienso ver envuelta en algo ilegal.

―Lo entiendo, pero ¿sabes en qué te estás metiendo? ―Me miraba algo dudoso y no entendía el por qué de aquello. Simplemente, era otra carrera donde nos jugábamos una cantidad jugosa de plata, ¿cuál era la novedad? 

Como respuesta asentí repetidas veces, pero veía a Matt dudar ante mi respuesta, por alguna extraña razón parecía que él quería decirme algo, pero no se animaba del todo.

―Es lo mismo de siempre, correr la distancia necesaria, intentar no perder el control del vehículo y ganar la pasta. ¿Qué cambia?

―Nada, solo que me sorprende que decidieras arriesgarte. Ya sabes que en esta competición se vale todo, y se han dado casos donde la persona ha perdido…

Claro que lo sabía. Desde que me metí en este submundo me he dado cuenta de lo peligrosos que es y más por las personas que controla esto ―dependiendo de la zona, esta está bajo del dominio de algún capo y allí es donde se encuentra el peligro―, es por eso que Darren está en contra de que compita.

―Lo sé, y eso no me acojona. Después de todo la muerte es algo incierta y prefiero vivir mi vida al máximo, si es mi último día al menos habrá disfrutado.

―No digas eso mujer. Odiaría que te pasara algo por mi culpa porque era como una hermana y te quiero de una pieza, me oíste ―Se levantó unos pocos centímetros de la silla y puso índice sobre mi frente, parecía que estaba picando diversas veces un timbre.

―Sí, pero no prometo nada. Yo no controlo lo que pasa y hay cosas que se encuentran fuera de mis manos, no sé lo que pasara, pero intentaré volver de una pieza.

 

Me encontraba con los nervios a flor de piel, por primera vez desde que empecé en esto estaba cargadísima. No sé que sentía, pero en mi interior había una pequeña voz que intentaba hacer huir, desde que abrí los ojos aquella mañana tenía un mal presentimiento, no entendía por qué, pero ahora viendo lo que se venía encima me estaba dando miedo. 

En más de una ocasión había tenido estos pequeños llamados de atención, y en más me había salvado y ahora… Dudaba de lo que debía de hacer, ya que sentía demasiado miedo de lo que podría pasar, pero mi parte guerrera quería arriesgarse un rato y ver lo que podía pasar.

Al final, le dije a Darren que aquella noche correría, puso el grito en el cielo cuando le dije que esta vez iba a ir sola ―por alguna razón no quería que le me viera en acción―, en el fondo entendía su preocupación, pero no me sentía cómoda sabiendo que si las cosas se torcían él podría salir perdiendo. 

 

Al final de la noche solo competimos diez corredores, a todos nos habían reunido veinte minutos antes de que la carrera iniciara para explicarnos la ruta que íbamos a seguir. A diferencia de las veces anteriores, las calles por donde íbamos a pasar no estarían cortadas, allí encontrábamos nuestro primer obstáculo ―esquivar a los turistas―, tampoco estaría marcada la ruta que íbamos a seguir, es decir, no nos encontraríamos con autos que marcaran la carretera que debíamos seguir. Una vez Kev acabó de explicarnos todo, los corredores nos dirigimos hacia el lugar donde se encontraban nuestros autos, teníamos diez minutos antes de que empezara la carrera.

En esos diez minutos miré que el auto estuviera en perfectas condiciones, no quería dejar ningún cabo suelto que me alegara de la meta. 

 

Sabía que algo no iba bien en el momento en que varias motos se colocaron a los lados, aun cuando aceleraba para dejarlas atrás, estás también lo hacían, parecía que estábamos en un tira y afloja. Tenía miedo. Aquella situación era de lo más extraña, pero todo empeoró cuando escuché una serie de disparos, por instinto aceleré más, con el único fin de alejarme de ellos, no quería que alguna bala me diera, pero fue lo que sucedió, las balas se dirigían a mí.



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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