Kyle
Es nombre resonaba en mi mente, pero no podía ser posible. Ninguno de mis informantes me había comentado que ella estaba metida en este mundo.
―Dime todo, cada detalle de su vida.
―Sabemos lo justo y necesario de ella. A día de hoy tienen veintiún años, se encuentra en su tercer año de derecho y siempre que viene a correr la acompaña su novio, en algunas ocasiones él también compite, pero son muy pocas veces. Hoy él no la acompaño, se notaba que algo perturbaba su mente. ―Hizo una leve pausa antes de proseguir.― Vive con su pareja y compite para poder pagar el departamento donde residen y su carrera, la relación con sus familiares es bastante buena. Ya no sé que más decirte.
Asentí repetidas veces mientras asimilaba lo que me había dicho. Nada de lo que me había confesado me era de utilidad, ya que mis informantes me lo había contado.
―El novio es Darren West, viene de una familia de abogados, él también ejerce esa profesión, y hoy se encuentra en uno de los mejores bufetes de la ciudad. ―La información, la complemento, mi primo. Este se veía demasiado nervioso para llevar años en este mundo, por no decir que desde pequeños nos entrenan para enfrentarnos a nuestros enemigos. ―Él está en contra de que Emi participe en las carreras, ya que se han llevado algún que otro susto, pero nunca ha sido tan grave, pero aun así la sigue apoyando. Es una fiera que no se deja dominar por nadie.
―Quiero que llames a Darren y le preguntes en qué hospital se encuentran. ―Le ordené mientras le extendía su móvil. ―No cometas ninguna estupidez que os ponga en peligro.
Él asintió y poco convencido llamó a Darren, este tardó en contestarle, pero lo hizo. Se notaba que estaba enojado por como lo había tratado Matt antes, pero de igual forma este le dio el nombre del hospital dónde se encontraban.
―Por su bien, espero que nunca más me oculten nada de información porque a la próxima no habrá segundas oportunidades, moriréis de un solo disparo en el cráneo. ¿Entendido?
―Si
Con ayuda de mis contactos me adentré al hospital y pude ojear el historial de Emily. Hasta el momento se desconocía como habían sucedido los hechos, la policía se encontraba custodiando la entrada a la habitación de ella, el acceso a la paciente era restringido, por no decir, que nadie a excepción de los médicos y enfermeras eran los únicos que podían entrar.
Maritza, una de las enfermeras que cuidaba a Emily, me dejó pasar. Para lograr su ayuda le inventé una gran sarta de mentiras: desde que ella era el amor de mi vida, pero a causa de los problemas que habían tenido nuestros familiares nos habíamos separado. Bastaron unas pocas lágrimas y la mujer se convenció del amor que sentía por Emily.
En mi otra vida de seguro fui un gran actor, la jugada me había salido perfecta. Maritza me explicó que la única forma de entrar a la Unidad de Cuidados Intensivos era haciéndome pasar por un doctor, acepté, después de todo no perdía nada y me sacaba de dudas, porque sí, tenía mis dudas sobre ella. Una pequeña parte de mi ser esperaba que fuera otra mujer la que estuviera postrada en esa cama, conectada al oxígeno y a todos máquinas con cables que la monitorizaban.
―Solo tienes diez minutos para estar con tu amada, y siento mucho que estés pasando por esta situación.
Solo asentí, me había metido tanto en mi papel de novio tristón y preocupado por su pareja que no me atrevía a abrir la boca para no arruinarlo. La castaña abrió la puerta y una sensación extraña invadió mi cuerpo cuando comprobé que era ella, la que se encontraba postrada en la cama.
Antes de que la enfermera me dejara a solos con Emily, me dejó sin habla ante las últimas palabras que pronunció.
―Siento mucho que su pareja haya perdido su embarazo. Tienes diez minutos, si alguien te ve me meteré en un gran lío, así que pasa desapercibido.
Sin darme tiempo a reponerme, cerró la puerta de la habitación.
Me acerqué lo más que puede a ella, necesitaba ver su rostro. Después de todo, habían pasado más de tres años desde la última vez que nos vimos, la última vez la cosa no terminó para nada bien ―pensé que me dejaría sin descendencia, aunque no era algo que me preocupara al momento; ni siquiera me lo había planteado, ya que no me gustaría que un hijo mi se viera obligado a seguir en el mundo del narcotráfico, no condenaría a una vida inocente a esta mierda tal y como hizo mi padre―.
Me dolió verla tirada en esa cama con el rostro magullado, se veía tan inocente y en paz, que un mido inmenso me invadió, por primera vez en años, sentía el terror de perder a alguien que no era de mi familia. Aquel sentimiento no me gustaba para nada, experimentarlo por otra persona ajena a mi círculo, se sentía como una debilidad y eso no lo iba a permitir.
No dure muchos minutos viendo la delicada y herida figura de Emily, aun cuando quería hablarle las palabras no eran capaces de fluir: me daba pena. Con delicadeza acariciaba su rostro, recordando la última vez que nos vimos.
―Siento que estés en esta situación ―Me llevé sus manos a los labios. Una pequeña lágrima se escapó de mis ojos.