30 Días

Capítulo 21: El mismo Hades

Kyle

Frente a mis ojos tenía a las ratas miserables que se habían atrevido a traicionarme, pero que se puede esperar de unos miserables que vendieron su alma al diablo por conseguir dinero fácil. Las personas acostumbran a venderse al mejor postor, de eso no tenía la menor duda.

Las escorias, que se habían vendido por unos miseros centavos, se encontraban amordazados y atados en el piso, un dejé de terror se posó en sus rostros cuando me vieron aparecer en la bodega. A pasos firmes y seguros me acerqué hasta donde se encontraban, varios de mis hombres ya había “hablado” con ellos, pero no tuvieron los cojones suficientes para admitir lo que habían hecho.

―Al fin tengo a los miserables que me traicionaron.

Me puse de cuclillas para estar a la altura de los tres y mirar la obra de arte que habían realizado mis hombres. Una gran sonrisa se dibujó en mis labios cuando vi sus caras repletas de sangre ―por los golpes que habían recibido era difícil identificarlos―, además uno de ellos tenía un gran corte en su rostro.

―Le juramos que nosotros no hemos hecho nada malo, solo pusimos la mercancía en los autos. ―Giré mi vista hacia el joven que se encontraba en medio, era un adolescente, debía de estar entre los dieciséis o diecisiete, se encontraba temblando. Era el que menos golpes tenía, por un leve instante sentí pena por lo que vendría a continuación. ―Solo seguimos las órdenes que nos dio Matt, poner la droga, en ningún momento desvelamos lo que habíamos hecho.

Desde que tenía a los tres hombres a mi merced me di cuenta de varias cosas: la primera, el adolescente era el que más acojonado se encontraba, tenía menos golpes, pero parecía que él era el único que apreciaba lo suficiente su vida y a pesar de que se encontraba en desventaja no despegaba su mirada de la mía; y la segunda cosa de la que me percaté era que los dos hombres intentaban comunicarse entre ellos a través de simples miradas y sus cuerpos se encontraban rígidos.

Al no obtener respuesta que deseaba les lancé varias miradas a mis hombres, con un simple asentimiento de cabeza entendieron cuál iba a ser mi siguiente paso, me levanté y me puse delante de quien sería mi primera víctima ―el pelirrojo tragó grueso, pero ni siquiera fue capaz de emitir palabra alguna para intentar defenderse o ganar tiempo, parecía que ya tenía claro cuál iba a ser su final―. 

Brandon y Cédric se acercaron al tercer hombre, entre ambos lo sujetaron y lo aguantaron para ponerlo de pie. Brandon fue quien me entregó su navaja, con una sonrisa de lo más maquiavélica.

―¿Vas a hablar o me tocará sacarte la verdad a mi manera? Créeme cuando te digo que no te gustará ―Por varios segundos jugué con el arma que tenía entre mis manos, pero no fue capaz de decir nada. ―Bien, ya veo que me tocará sacarte la información por las malas.

Me acerqué lo más que pude hasta su cuerpo y empecé a pasar la filosa hoja por su rostro, en algún punto hice una leve presión ―sin llegar a enterrarla―, para comprobar hasta qué punto era capaz de guardar silenció. Finalmente, me separé unos pocos centímetros de él, respiro aliviado, pero aquello no le duró demasiado, cuando menos lo esperó vino el golpe bajo.

―¡Hijo de puta! ―Exclamó en el momento que clavé la navaja en su pierna― ¡Duele! ¡Maldita sea!

Con un gesto de lo más relajado seguí moviendo el arma en su extremidad derecha.

―¿Me dirás lo que quiero saber o no?

Saque la hoja y se la volví a clavar en otra parte de su pierna, repetí la misma acción por varios minutos hasta que al fin soltó lo que tanto había anhelado escuchar.

―La orden la dio Ramos, él quiere apoderarse de todo el territorio que dominas y quiere distribuir por todo Estados Unidos, por eso se ha aliado con peces gordos.  El crío no tiene nada que ver.

―¡Omar, cierra la puta boca! Esta basura nos va a matar de igual manera, de que sirve contarle la verdad.

―Tienes razón, pero la diferencia entre la muerte de tu amigo y la tuya es que la de él será más rápida.

―No entiendo por qué arriesgarlo todo por alguien que ni poder tiene ―Cuestionó Brando mirando a ambos implicados.

―No tiene poder, pero es alguien que tiene una estrecha relación con Fabricio d’Angelo. La alianza de ambos va a hacer que caigas, además con dinero baila el perro y eso algo que a Ramos le sobra.

No pude evitar soltar una sonora carcajada ante la estupidez que acababa de decir. Ese miserable pagaría por haberme robado todo el cargamento, por intentar apoderarse de mi territorio, pero sobre todo, por lo de Emily: pagaría con su vida.

Saqué el arma que llevaba oculta en la pretina de mi pantalón, le quité el seguro y le disparé a Omar en el cráneo. La traición se paga con la muerte. La ira me había segado por completo, haciéndome olvidar la presencia del menor, me acordé de él cuando escuché su grito.

«¡Mierda!»

Giré mi rostro hasta verlo a la cara, su vista se encontraba perdida.

―Justin encárgate de él ―le pedí mientras señalaba al chico―, vosotros deshaceros del cuerpo ―les ordené a Brandon y Cédric, confiaba en que harían bien su trabajo―, haced que parezca un ajuste de cuentas entre bandas y Brent llévate a esa basura al muelle, ya sabes que debes hacer cuando llegues allí, pídele al Güero que grabe todo y si luego se lo envías a Ramos junto con su cabeza. 



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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