30 Días

Capítulo 5: ¿Es bueno en la cama?

Aproveché el instante en que Kyle se metió a la ducha para irme, quizás aquella acción se veía inmadura de mi parte, pero ¿qué se puede esperar de una adolescente que no sabe lo que quiere y para el colmo, se acostó con un desconocido?

Cuando escuché que el agua caía empecé a buscar toda mi ropa, esta se había quedado esparcida por todo su departamento. Al estar sola aproveché y salí completamente desnuda a buscar mi outfit, el vestido se quedó tirado en medio del pasillo, con mucha prisa me enfunde en el vestido, me calcé los tacones y salí a hurtadillas. Por alguna extraña razón me sentí como si estuviera cometiendo un delito, era extraño, pero lo ignoré y escapé lo antes posible.

Llamé al ascensor, ya que su departamento estaba en el último piso, y no era tan demente como para bajar corriendo por las escaleras. En el instante que dejé atrás aquel edificio una inmensa paz recorrió mi cuerpo, llamé la atención del primer taxi que pasó por allí, tuve la gran suerte de que este se encontraba vació.

Cuando estacionó al frente de mí, me subí en la parte trasera y le indiqué la dirección de mi casa. Sé que puede haberle mencionado la dirección de la casa de Charlotte, pero ¿y si no estaba allí? No quería meterla en ningún lío, y mucho menos someterme a un interrogatorio por parte de Darren.

No sé en qué momento pasó, pero me desconecte por completo,  cuando menos lo esperé ya estábamos delante de mi hogar. Al instante en que debía pagarle, me di cuenta de que no tenía mi cartera.

«¡Mierda! Estoy jodida» Fue lo primero que se me pasó por la mente, solo esperaba que Asher estuviera en casa. Le pedí al taxista que esperara, ya que en aquel momento me había dejado el dinero, él muy amable aceptó, sabía que aquel gesto era lo más lógico; él no podía regalar su trabajo a una completa desconocida, después de todo, iba recibir 20 dólares por aquel trayecto.

Salí corriendo en dirección a mi casa, toque el timbre y la puerta repetidas veces, hasta que escuché a mi hermano.

―¡Voy! ―El grito que pegó era de enojo, pero sentí una inmensa alegría al saber que alguien se encontraba en casa. ―¿Quién toca el timbre con tanta desesperación?

―Hola enano ―lo salude y pase de largo, mi objetivo en aquel entonces era agarrar el dinero para pagarle al taxista, luego tendría tiempo para tratar correctamente a mi hermano.

—¿Cómo amanecistes hermanito hermoso? ―Expresó mientras intentaba imitar una voz femenina. ―Bien, gracias por preguntar.

Ante la adorable reacción de mi hermano, lo único que pude hacer fue soltar una gran carcajada, luego hablaría con él. Al entrar a la habitación fui directamente al escritorio, en el segundo cajón era donde guardaba mi cajita de cristal, esta tenía la forma de un diamante, allí acostumbraba a guardar los objetos de valor y el dinero: este se guardaba en un “compartimento” secreto, el cual a simple vista no se ve.

Para algunos aquel objeto no tenía valor, por la simpleza que representaba, pero para mi era lo más importante. Tenía un gran valor sentimental. Fue el último regalo que me otorgó mi padre, el día de mi sexto cumpleaños, y justo unas semanas antes de que sucediera aquel trágico accidente, donde mi padre perdió la vida. 

Cuando saqué los veinte dólares bajé corriendo las escaleras, de reojo pude observar a Asher  sentado en el sofá, viendo una película. 

—Muchas gracias. —Le agradecí al taxista, en el instante que le extendí el dinero. Él sonrió y se fue.

Antes de subir a mi habitación me quedé un rato hablando con mi hermano. Tras estar media hora de charla, Asher se marchó, él había quedado con unos amigos para ir a la piscina de uno de ellos y jugar a videojuegos.

 

Aprovechando que estaba completamente sola empecé a llenar la bañera, mientras tanto, iba buscando las sales de baño. No sabía que necesitaba aquello, hasta que mi cuerpo tocó el agua, sentí que todas mis preocupaciones se iban esfumando y desconectaba de toda mi realidad.

Por primera vez en mucho tiempo me relajé sin tener mi concierto particular. En sí, el hecho de no tener mi celular conmigo no me preocupaba del todo, no me consideraba una adicta a aquel aparato, pero si me molestaba haberlo perdido porque tenía muchos recuerdos allí —tanto de mi pequeña familia, de mis amigas, viajes… —. Mi paz terminó en el instante que tocaron la puerta con mucha prisa.

A regañadientes salí de la bañera y envolví mi cuerpo con una toalla rosa. A paso de tortuga me dirigí a abrir la puerta, me sorprendí cuando vi a Charlie, nisiquera le había dado tiempo para abrir la boca cuando ella entró como Pedro por su casa y subió  las escaleras.

—Adelante. —Dije haciéndome a un lado, aún cuando ella ya se encontraba adentro de mi hogar.— Gracias por honrarme con tu presencia —le solté cuando cerré la puerta.

—De nada, tienes mucho que contarme, especialmente, porque me dejaste completamente ¡sola! —el tono que empleo no me gustó nada, pero de igual forma la seguí. Debía de ponerme algo de ropa.

—¿Anoche? —Me hice la sueca, mientras buscaba en el armario. No me atrevía a mirarla a la cara y explicarle todo lo acontecido. —Fuiste tú la que me abandonó, yo solo me divertí.

Por alguna extraña razón una sonrisa traviesa atravesó mis labios. Del closet agarré unos shorts de mezclilla y una blusa blanca de tirantes, y de la gaveta esogi un conjunto negro. 



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En el texto hay: mafia, carrerasilegales, amor

Editado: 01.03.2023

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