Día trece

La primera vez que ambos se miraron estaba lloviendo.

La escuela secundaria les había dado permiso de retirarse, siempre y cuando sus padres pasaran a recogerlos. Aquella vez Mic había comprado un helado. Si hubiera sabido de la tormenta que se desataría, habría optado por un chocolate.

Como si el destino no fuera lo suficientemente irónico, Rei también había comprado un helado ese día. Estaban parados uno junto al otro, a un metro de distancia en la gran entrada de la escuela, guardando silencio, pero sintiendo ganas de entablar una conversación. Sólo que ninguno se animaba a iniciar, o al menos, Hizashi aún no se decidía.

—¿Está bueno tu helado? —fue lo mejor que se le ocurrió decir, y al ver que la albina le miraba alzando una ceja, sintió un poco de vergüenza al pensar que no había sido su mejor movida.

Para su sorpresa, ella pronto relajó su semblante, le sonrió de manera dulce, pero pronto un auto negro se estacionó a las puertas de la escuela. Rei se dispuso a dirigirse al auto, cambiando una fugaz mirada con el joven rubio antes de alejarse de la escuela.