Después de la noticia de Sky preparamos una noche de películas para el día siguiente porque era viernes. Sabíamos que ella agradecería cualquier excusa para estar fuera de su casa el mayor tiempo posible, además, Elaine fue la primera en avisarme que Elliot había vuelto a la ciudad y todas odiábamos a aquel chico.
Como siempre nuestra noche de películas se celebraba en casa de Carpi, todas habíamos aparecido puntuales ahí a las 7 de la tarde pero ninguna de nosotras había llevado comida. Por suerte, la camioneta de Carpi ya estaba funcionando, así que con el dinero que sus padres le dieron fuimos a comprar pizza.
Los padres de Carter casi nunca estaban en casa durante la tarde, pero por ser viernes, decidieron irse temprano del trabajo. Todas estábamos acostumbradas a compartir con ellos nuestras noches de viernes, al fin y al cabo ellos eran los que pagaban nuestra comida, además nos gustaba reírnos de las bromas que Carpi y su padre compartían. Normalmente eran una familia bastante amigable, pero ha habido veces en que su casa parece una jauría de perros. No me gusta estar presente en una pelea, especialmente cuando Carpi está involucrada en una.
Sí hay algo que he aprendido con el paso de los años, es que nunca quieres tener a Carter como enemiga. Nunca.
Elaine había estado cambiando todas las estaciones de radio en la camioneta desde que salimos de la casa de Carpi. Era desesperante. No había ninguna estación de radio buena y cuando por fin encontrábamos una canción que nos gustaba a las tres (Sky, Carter y a mí), ella la cambiaba.
El rostro de Eli se iluminó, tomó el cable auxiliar azul entre sus manos y conectó uno de los puertos a la radio de la camioneta y el otro a su celular. La música electrónica comenzó a sonar por los parlantes y Eli comenzó a moverse en su asiento siguiendo el ritmo. No pasó mucho tiempo cuando todas comenzamos a imitarla y a bailar en nuestros asientos.
Carter estacionó la camioneta afuera de la pizzería y todas bajamos como si fuésemos una pandilla. Lo más bien podríamos habernos quedado en el auto esperando, pero estábamos tan acostumbradas a andar juntas para todos lados que bajarnos de la camioneta era una acción casi por inercia.
Éramos un escándalo en ese lugar, Sky quería una pizza italiana, Carpi quería la que tenía alcachofa y champiñones, Eli quería la Hawaiana y yo quería la española. La cajera de turno nos miraba con cara desesperada, quería que encargáramos rápido una pizza y que dejáramos de discutir entre nosotras como si fuésemos a arrancarnos los ojos. Me entraron ganas de decirle que no se preocupara, que este tipo de discusiones eran pan de cada día y que nunca nos enojábamos en serio, pero supuse que realmente no le importaba.
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Editado: 14.05.2019