Esa mañana desperté temprano y como era de esperarse mis amigas seguían dormidas. Todo en casa de Carpi parecía estar durmiendo, incluso su perro Botitas roncaba al lado de ella en el sillón. Había un silencio sepulcral, así que al levantarme intenté no hacer ruido, aunque entre tanto silencio los ronquidos del perro y mi respiración eran un concierto. Como siempre, no desperté a nadie y decidí caminar hasta el centro de la ciudad para tomar un bus que me llevara a casa. No me gustaba despertar a mis amigas, cada vez que lo intentaba era una pérdida de tiempo, ninguna de ellas abría los ojos por más de cinco segundos.
Caminé con los audífonos pegados en las orejas todo el camino hasta llegar a la carretera, como era de suponerse, ningún bus pasaría esa mañana a esa hora por ahí, así que no me quedó otra opción que caminar a paso lento por toda la calle mientras miraba a mí alrededor y disfrutaba del paisaje.
Era de suponer que al llegar al centro inmediatamente tomaría un bus para irme a casa, pero la verdad es que aún no me sentía lista para volver. Me gustaban los tiempos que me dedicaba para mí, por lo que decidí estar sola un rato más y caminé hasta una cafetería para pedir un té y tomarlo en el camino de mi aventura madrugadora (eran las 10 de la mañana). Entré a una tienda de discos musicales que se encontraba en una galería que siempre visitaba con Sky cuando la acompañaba a hacer sus compras mensuales y me puse a buscar discos y videojuegos en la sección de ofertas. Probablemente podría encontrar un buen regalo para Andy, ya que estaría de cumpleaños en cuatro días, eso sí tendría que enviarle un paquete por correo, ya que mis padres jamás me dejarían viajar para visitarlo y él no tiene intenciones de volver aquí. Aún no sé por qué.
Buscar algo para Andy era sumamente complicado, le gustaba todo tipo de música, pero también odiaba muchas otras, así que era difícil encontrar un disco que realmente le gustara tener. Opté por los videojuegos, pero todos los que estaban en oferta eran realmente malos y los buenos que habían Andy ya los tenía.
Mis aventuras no estaban saliendo bien.
“No te pongas roja, no te pongas roja, no te pongas roja…” me repetí instantáneamente después de verlo. Aquel chico era realmente guapo, tenía todo el estilo de un skater con el piercing en el labio inferior izquierdo y los ojos verdes que resaltaban en su rostro pálido e infantil. Llevaba una gorra verde que cubría casi todo su pelo, excepto unos mechones rubios que se escapaban de la frente y una capa de color le cubría la muñeca del brazo derecho. Al principio pensé que era la manga de su camiseta, pero luego me di cuenta de que era un tatuaje. Tenía el brazo tatuado.
¿Cuántos años tendría aquel chico? ¿15? Su cara de niño no encajaba con el cuerpo de hombre que tenía.
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Editado: 14.05.2019