Qué semana de mierda había tenido. Todos los días había estado soñando cosas horribles, hasta que Lee aparecía y salvaba el sueño. Me despertaba siempre con un sabor amargo en la boca y después me dedicaba a ignorar aquellos hechos.
No había vuelto hablar con Lee desde que le dije que me dejara en paz, y eso había sido algo positivo.
No había tenido mucho tiempo para conectarme a Skype y hablar con Andy, ya que tuvimos que quedarnos después de clases a decorar el gimnasio todos los días y llegaba tarde a casa. Andy se había enojado conmigo por no hablarle o no contestarle el teléfono cuando me llamaba, me dijo que ya no le estaba tomando atención y que lo estaba dejando de lado. ¿Cómo quería que le prestara atención cuando tengo mil y un cosas por hacer en la escuela? No iba a descuidar mis notas. A veces incluso estudiaba mientras él se encontraba al otro lado de mi pantalla, pero ni eso lo valoraba y yo me enojaba.
Andy y yo habíamos discutido y llevábamos dos días sin hablar. Eso me ponía un poco irritante. Ésta noche, no he parado de contarle a Carpi cuanto odiaba la actitud infantil de Andy, y ella se limitaba a asentir con la cabeza y a decirme que Andy era un idiota. Lo era, pero yo lo quería de esa manera.
La mayor parte del tiempo nos encontrábamos solas, teníamos que estar de pie bastante rato, y aquello sería aburrido si no hubiera tenido a Carter haciendo estupideces en el guardarropa. Cuando estábamos solas, Carpi buscaba una chaqueta que le gustaba y se la ponía encima para modelarla. Yo estallaba en risas cada vez que se ponía a imitar a la gente.
Lo bueno de estar tan aisladas de la gente, es que no escuchábamos la música tan fuerte y no era necesario gritar para hablar.
Eran casi las 12 de la noche cuando el karaoke comenzó, y los primeros en pagar para cantar fueron nuestros compañeros que pertenecían al coro musical de la escuela. Son buenos cantantes, pero bastante arrogantes, por eso no me agradaban.
Mi celular comenzó a vibrar encima del mostrador, Carter vio la pantalla rápidamente y tomó el celular en sus manos. Era Andy.
Puede que Andy sea un idiota, pero lo que más amaba de él, es que siempre dejaba su orgullo de lado para pedirme perdón. Si había algo bueno que sacar esa noche, sería que Andy y yo volvimos a estar bien.
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Editado: 14.05.2019