¿Sentirme ofendida? No. ¿Halagada? Tampoco. La verdad es que Nate me daba absolutamente lo mismo en esos momentos, pero cuando vi la oportunidad de mi venganza presente, quise aprovecharla. Claramente hubiera querido ir yo, pero no me siento en condiciones de cantar cuando Ronnie criticaba a todo quién se parara allá adelante y cantara mal, así que mandé a alguien que si sabíamos que cantaba. Carpi.
Puede ser un poco cierto que me aproveche del odio de Carpi, sabía que para moverla a hacer algo monumental (como cantar en público) había que moverla a base de rencor y venganza. A veces creo que venganza es su palabra favorita. No, mierda es su palabra favorita. No, puede que hijo de… Bien, la mayoría de las palabras favoritas de Carter son insultos.
Mi venganza fue la que movió a Carter allá arriba, pero creo que terminó siendo una buena causa. Nuestros compañeros comenzaron a aplaudir casi de inmediato, Carpi tenía ritmo, afinación y esa voz particular. Ella odiaba su voz, nunca entendía cuando le decíamos que nos gustaba su forma de cantar, pero al parecer ésta noche se daba cuenta de que no éramos a las únicas a las cuales les gustaba.
Los gritos de Eli y de Ronnie se sumaron al bullicio del público, el cual estaba de pie y coreaban el famoso “na-na-na-na-na-na” mientras aplaudían. Me terminé levantando yo también y aplaudía mientras gritaba el nombre de mi amiga. Ronnie era la única que soltaba alaridos como “Te amo Carpi” y después se mataba de la risa con ello. Por suerte, nadie más la escuchaba.
Miré de reojo hacía la mesa de Nate, quién estaba junto a un grupo de amigos en ese momento, y me complací al verlo tan incómodo como me lo esperaba. Me devolvió la mirada, y no pudo ni siquiera sonreírme. Yo sí le sonreí, pero de la manera más malévola que existía. La maldad era contagiosa según Eli, y yo no podía estar más de acuerdo. Devolví la vista hacia mi amiga, la cual ya estaba a un coro de terminar la canción.
No había nadie sentado en su silla cuando Carter terminó de cantar. Ni siquiera Elliot. Carter animó a las personas (lo cual era difícil de creer) y ayudó a que más personas se motivaran a subir al escenario y cantar, lo cual era bueno porque habría más dinero que donar.
Sin querer Carpi y yo hicimos una buena causa. ¿Quién dijo que la venganza siempre era mala?
Carter volvió a nuestra mesa después de que varios de nuestros compañeros de curso la felicitaran y le dieran palmadas en la espalda mientras ella hacia una mueca por sonrisa. La abracé y solté una carcajada, no solo porque me había mimado con cantarle aquella canción a Nate, sino porque lo había hecho estupendamente y me gustaba que la gente viera que no era una buena para nada. Ronnie y Eli se unieron al abrazo y nos apretujaron a ambas entre sus brazos.
Le cambié el tema de conversación a mi madre y pronto ella volvió a hablar de la boda. Era irritante lo emocionada que estaba con aquello, como si no pudiera pensar en otra cosa.
Mi madre les reveló el color que había escogido para los vestidos de las damas de honor, y como era de esperarse Eli hizo una mueca. Hubiera querido revelarles yo el color a mis amigas, ya que sé que con una foto lo hubieran encontrado lindo, pero de esta manera sé que sus pensamientos solo se fueron a lo negativo. Naranjo, ese era el color que mi madre les dijo. No era un simple naranjo, era un color coral, un color bastante bonito que me recordaban a los atardeceres, pero que mis amigas no podían imaginárselo sin ver una imagen. Por suerte, supieron sonreír falsamente a mi madre hasta que se creyó que les encantaba el color.
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Editado: 14.05.2019