Capítulo 29: Carter
Amaba mi casa, pero odiaba que quedara tan lejos de la ciudad. Claro que eso no sería problema si tuviera un auto propio para movilizarme.
Mi camioneta simplemente ya no quiso partir más y mi padre no estaba dispuesto a comprarme otro auto. Tenía que buscar la forma de arreglar la camioneta yo misma. Ese había sido un tema de discusión esta tarde.
Me había llamado irresponsable e inmadura. Era cierto, pero que lo diga él me enojaba. Mi padre insiste en que tengo que aprender a manejar mis problemas yo sola, así que ahora yo tenía que pagar mis gastos. Si la culpa hubiera sido realmente mía, hubiera aceptado pagar cualquier gasto relacionado con la estúpida camioneta, pero como él había sido el tacaño en comprar una camioneta inservible, en vez de un buen auto que funcionara, entonces discutí, y la casa entró en guerra civil.
Mi padre no había comprado un auto decente, me compró una chatarra que apenas movía las ruedas y esperaba que yo pagara por arreglarla. Era un incoherente. No tenía sentido llamarme irresponsable e inmadura cuando los problemas de la camioneta no habían sido causa mía. Yo no había hecho nada malo, pero eso no le impedía gritarme. Mi madre no se puso del lado de ninguno de los dos y eso en cierta parte me daba más rabia aún. Ella sabía que yo tenía la razón, pero no le dijo nada a mi padre por miedo a tener problemas con él.
Esa noche había dejado a mis padres en casa mientras yo me dirigía a la escuela por la fiesta de caridad, e increíblemente con todas las cosas que tuve que hacer ahí, se me había olvidado el asunto con mis padres por un rato. Eli es experta en hacerme olvidar la razón de mis problemas. ¡Incluso había cantado una canción en frente de más de 5 personas! Eso no es algo que pase todos los días. Admito que subirse al escenario y cantar una buena canción, era una sensación agradable, pero no es tan agradable cuando te bajas de él y todas las personas están mirándote con caras extrañas. Te abrazan y felicitan como si realmente fuese importante.
Lamentablemente, en el auto de Elliot, en medio del silencio, no pude evitar recordar la razón por la cual no quería llegar a casa. Me hubiera quedado en casa de Eli esta noche, pero mis padres se enfurecerían por ello. La verdad es que ya no quiero buscarme más problemas, ni darle más razones para ofenderme. Tenía que ir a casa.
Elliot estacionó su auto en la entrada de mi casa, apagó las luces y se dio vuelta para mirarme antes de que yo saliera por la puerta. No quería ser una mala agradecida, pero tampoco me salían las palabras adecuadas para darle las gracias.
- No has mandado a arreglar tu camioneta.- Apuntó él amablemente. A pesar de que el tema me molestara, que él me hablara de ello no lo hacía en absoluto. Asentí con la cabeza. - ¿Qué planeas hacer con ella? – Me gustaba su voz, tenía que admitirlo. Su voz era suave y delicada para interrumpir el silencio, y era grave y gruesa a la vez. Era un buen tono de voz que no molestaba al silencio.
- Siento que arreglarla es inútil. Con el dinero que gastaría podría comprarme otro auto. – Repetí uno de los argumentos que le dije a mi padre esta tarde. Me encogí de hombros y Elliot sonrió. Maldita sonrisa. ¿Pero que me estaba pasando?
- Yo podría ayudarte. – ¿Desde cuándo encontraba tantas maravillas en Elliot? Se estaba comportando demasiado atento, eso me agradaba.
- ¿Sabes reparar autos? – Alcé una ceja de forma altanera, puede que Elliot ya no me desagradara tanto, pero no perdería la compostura en ese momento.
- No, pero tengo un buen amigo que sí sabe.
- No tengo dinero. – Admití en medio de una sonrisa nerviosa. Sus ojos verdes brillaban mucho para estar a oscuras. Me estaba poniendo nerviosa, tenía que salir de su auto rápidamente.
- Sería un favor. Me debe unos cuantos. – Esta vez él se encogió de hombros despreocupadamente.
- ¿En serio quieres que te perdone? ¿Qué sacas con eso? Sabes que lo haré algún día, pero no creí que tenía que decírtelo explícitamente. No es necesario que hagas méritos Elliot. – Tenía que confesárselo, tampoco era alguien que le gustaba hacerse de rogar y aprovecharse de las personas. No iba a obligar a hacer méritos a Elliot por una simple palabra, era una estupidez. En el fondo (MUY en el fondo) ya lo había perdonado, solo que no le tenía confianza, y eso no es algo que se entregue así como así.
- No estoy haciendo méritos…- Me respondió él, y enseguida soltó una sonrisa nerviosa para dirigir sus ojos al suelo del auto.
- ¿Entonces?
- Carter, sé que no vas a odiarme toda tu vida…
- No te odio.
- Bien, entonces tal vez solo quiero agradarte. - ¿Qué tenía que hacer para controlar mis nervios? Me mordí el labio.
- No es necesario que hagas méritos para eso. En serio.
- Quiero ayudarte.
- Lo agradezco pero…
- No puedes negarte Carter. – Me interrumpió él. – Podríamos ser amigos algún día, si es que aceptas mi ayuda. – Me rendía. Tenía que bajarme de ahí antes de que empiece a tener pensamientos como los de querer besarle ahí mismo. ¿Por qué no podía olvidarme por un momento de lo que había hecho hace años atrás? ¿Por qué no solo concentrarme en lo bueno que estaba ahora? Se veía guapo, demasiado para no poder tentarse. Pero mi memoria era buena, demasiado para mi gusto.
- Acepto.- Dije finalmente.- Pero olvídate de lo de ser amigos. – Abrí la puerta y puse una pierna fuera. Él miró mi pierna y sonrió. En serio él me estaba complicando las cosas, la carne es débil… – Gracias por traerme.- Y salí rápidamente del auto para entrar a mi casa.