3/4 Partes de mi corazón

Capítulo 35: Sky

Día lunes, todo volvía a ser normalmente agotador, la rutina había comenzado desde que había puesto un pie fuera de mi cama.

Carter se había quedado dormida en la primera hora de clases, Ronnie volvía a ser el centro de atención para la profesora y Eli volvía a dibujar en su cuaderno toda la hora en vez de tomar apuntes.

¿Acaso era la única que se comportaba en la sala de clases? Ronnie intentaba estudiar, eso estaba claro, no por algo estaría haciéndole preguntas a la profesora todo el tiempo, pero era un tanto irritante. Era imposible enojarse con Ronnie por interrumpir la clase en todo momento, ya que la voz con la que pedía perdón y permiso era sumamente adorable y tierna, el único problema era que me desconcentraba y terminaba vagando en mis pensamientos como en este momento.

Lo único que había salido de la rutina aquel día lunes había sido la chica nueva que había llegado a clases de literatura, aquella chica había llegado cuarenta minutos tarde a clases (aunque no superaba a Carpi ni con suerte) y por primera vez vi que Ronnie se quedaba callada y quieta en su asiento. Ronnie tiene problemas con mantener el trasero pegado a la silla, suele moverse de un lado a otro cada vez que se sienta porque según ella eso le ayuda a concentrarse.

La chica nueva se llamaba Jessie y venía de Australia. No dijo nada más acerca de su vida.

La rutina hubiera seguido su camino después de eso si ella no se hubiese detenido para saludar a Ronnie antes de sentarse.

Jessie tenía mil y un posibilidades de involucrarse con el resto de nuestros compañeros de salón, todos la invitaban a pasar el tiempo con ellos y hasta los más populares le habían clavado miradas, pero ella parecía estar empeñada en sentarse en el almuerzo con nosotras esa tarde.

Yo no quería compartir mi almuerzo con alguien extraño, pero Carpi y Ronnie fueron expertas para acogerla y hacerla sentir cómoda.

Nunca creí que extrañaría tanto el lado negro y huraño de Carpi. ¿Desde cuándo era tan sociable?

Jessie habló más en la hora de almuerzo, tenía diecisiete al igual que Ronnie y yo, y sus padres se divorciaron cuando ella era una niña. Su padre se mudó aquí, Millebane, una pequeña ciudad que solo tiene vida nocturna gracias a su cercana ubicación con Portland. Tiene unos pocos meses para terminar  la escuela pero eso parecía no importarle, ya que no tenía problemas con estudiar la materia a última hora. No habló acerca de su decisión mudarse hasta aquí, así como tampoco mencionó a su madre durante el resto del día.

No sé lo que realmente pasó en su vida, pero para mí es impensable abandonar a tu madre.

Y puede sonar irónico, sabiendo que me iré a Nueva York el otro año y dejaré a mi mamá aquí, pero en el fondo, lo que más deseo es que se vaya conmigo. Aún confío en que se dé cuenta de que no necesita a Phill en su vida, pero sé que esa posibilidad cada vez está más lejana de la realidad. Aunque bueno, quizás su historia de vida era completamente diferente a la mía.

Volví a casa después de clases y lo primero que hice fue recostarme en mi cama. Tenía tarea, claro que sí, tenía que estudiar para los exámenes de la semana, absolutamente, pero no quería levantar mi humanidad de ahí.

Encendí mi laptop resignada, tenía que hacer algo, no podía descuidar mis estudios si pretendía conseguir una beca, pero las redes sociales siempre terminan distrayéndome.

Tenía tres notificaciones en Facebook, ninguna de ellas resultó ser importante, así que decidí quedarme en aquel sitio web por la oscura sensación de curiosidad. Bajé durante cinco minutos en aquella página de inicio y solo me detuve ante la noticia de que Ronnie y Jessie se habían agregado como amigos.

¿Sería demasiado de mi parte pedir que Eli y Carter llegaran de mal humor mañana? Ellas juntas son dinamita, peor que bomba nuclear, asustan hasta al mismo demonio cuando ambas están enojadas e irritables.

 Jessie no dudaría en salir corriendo en cuanto las vea de esa forma.

Cerré el laptop y arrastré mi mochila por la cama hasta llegar a mí. Saqué mis cuadernos y comencé por la tarea de biología.

  • ¿Vas a bajar a cenar? – Elliot irrumpió en mi habitación y aunque no había entrado, había asomado su cabeza rubia en la puerta.
  • ¿No puedes tocar? – Pregunté más molesta de lo que pretendía.
  • Se me ha olvidado, lo siento. Tampoco tenías puesto el pestillo. – No había sido gran cosa, pero mi memoria era tan frágil que ahora no tenía ni idea de lo que estaba escribiendo en el cuestionario de biología. Rodé los ojos.- Hey, ¿tú también tienes esa costumbre? – Elliot terminó de abrir la puerta y esta vez sí puso un pie en mi habitación.
  • ¿Cuál? – Mi tono enfadado se había esfumado. Cerré mi cuaderno y me dispuse en bajar a comer.
  • Eso, lo de rodar los ojos.
  • Todo el mundo lo tiene. – Dije extrañada.
  • No todo el mundo. Juro que nunca había visto que alguien rodara los ojos tantas veces en un día como lo hacen ustedes. – Elliot hizo que me preguntara de qué demonios estaba hablando. Él terminó por hacerme una seña de que olvidara su comentario. – Solo baja a comer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.