Hacía mucho tiempo que no me dolía el estómago, pero hoy tomé desayuno y eso produjo las náuseas. Phill había llegado esta mañana de su corto viaje de tres días en Nueva York y mi madre le tenía un buen desayuno preparado.
Yo no acostumbro a tomar desayuno porque siempre termina enfermándome, pero no quise ser mal agradecida con Phill, así que me senté a la mesa junto a Elliot.
Phill trajo algunos relojes Dolce Gabbana para Elliot y para mí, nos dijo que eran unas muestras de los nuevos productos que saldrán en la próxima temporada y que le habían llegado de regalo. Era un reloj muy caro, no iba a andar con eso en la escuela así que lo guardé en mi cajón.
Agradecí que el profesor Reynolds me dejara faltar a su clase para ir a enfermería, ya que no me sentía en condiciones de correr en la pista y apenas podía mantenerme en pie. Además de las náuseas, ahora me había dado migraña. Supongo que el profesor Reynolds vio que yo parecía un zombie intentando caminar.
La enfermera tomó mi temperatura y decidió enviarme a casa, no tenía fiebre, pero mi temperatura estaba un tanto elevada.
Mi madre estaría ocupada con Phill esta tarde, juntos irían a imprimir las tarjetas de invitación de la boda y luego comenzarían a repartirlas y a enviarlas por correo. No podía molestarlos a ellos, así que llamé a Elliot. Cuando él llegó a buscarme, yo ya me sentía un poco mejor con el dolor de estómago, pero el dolor de cabeza seguía presente. Nunca había visto a Elliot tan preocupado como en ese momento.
Cuando volvió con mis cosas, me llevó hasta el auto y me preguntó si quería ir al hospital. No quería ir a ninguna otra parte que no fuese mi casa, así que él condujo hasta ahí.
Me dormí o me desmayé en el camino, no estoy segura, pero lo único que sé es que Elliot me bajó cargada del auto aunque no fuese realmente necesario.
Me acosté en mi cama y me cubrí con las frías sabanas, mientras Elliot llamaba a mi madre para preguntarle cuales eran las pastillas para la migraña. Él volvió a mi habitación con una taza de té y una pastilla pequeña que me hizo tragar.
Y puede que no se haya tenido que quedar mucho tiempo.
Cuando desperté Elliot ya no estaba a mi lado, algo que agradecí porque había dormido estupendamente gracias a que desordené la cama como nunca antes. Había despertado en posición de estrella, boca abajo y babeando. Ya me sentía mucho mejor.
Tomé mi celular entre mis manos y me di cuenta de que eran las siete de la tarde. Había dormido prácticamente todo el día. Tenía varios mensajes de parte de Carter enviados a las cuatro de la tarde y supuse que era urgente que le contestase.
Lo primero que Carter quería saber era si me había mejorado, y lo segundo era si podía salir esta noche. Eli, Carter, Ronnie y Jessie irían esta noche a ver a la banda de Lee, tocarían en un “café” del centro, y me estaban invitando para unirme a ellas. Esa era la oportunidad para conocer al tan mencionado Lee y yo no quería perdérmela. Si Lee realmente era tan importante para Eli, entonces tenía que ir con mis amigas esa noche.
Bajé los escalones de dos en dos, masajeé mi rostro frente al espejo de la entrada y puse la mejor sonrisa, tenía que demostrar salud y vitalidad, no podía tener el aspecto demacrado de un enfermo.
Phill y mi madre preparaban la cena cuando me acerqué con cautela.
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Editado: 14.05.2019