3/4 Partes de mi corazón

Capítulo 49: Carter

Tal vez no debí haber cerrado la puerta de la camioneta tan fuerte, hice un estrepito al hacerlo y llamé la atención de Elliot al instante. Eso también me irritaba. Estaba molesta, realmente molesta, ni siquiera me obligué a saludar a Elliot antes de entrar a casa. ¿Lo único bueno de mi día? Es que Derek tenía clases y no tenía que verle su estúpida cara.

Esparcí los folletos de las universidades sobre la mesa de la cocina y me quede mirándolos fijamente un buen rato. ¿Qué mierda se supone que voy a hacer con mi vida? Ya era hora de que comenzara a preocuparme de ello, ya no quedaba tiempo, no podía aplazarlo más.

Es increíble que hace 3 años estuviera preocupada acerca de entrar a la universidad, estaba decidida a encontrar mi futuro, pero nunca lo logré. Mis padres me dijeron que no me preocupara todavía, porque aún quedaba suficiente tiempo para pensarlo, ¿pero ahora? Tres años pasaron volando, no sé dónde quedó el tiempo.

Mis padres siempre me habían dicho que apoyaban todo lo que yo quisiese hacer, así que no tenía que preocuparme de ellos, hasta que hace un tiempo comenzaron a presionarme. No puedo estudiar algo que no me sostenga económicamente, no debo estudiar cosas por hobbies, debo tener un título importante y valorado, debo ser tal y tal cosa, no puedo hacer esto ni lo otro, y blablablá. ¿Qué me queda? Siempre confié que cuando tuviera que tomar esta decisión, tendría el apoyo de mis amigas y nada saldría tan mal, pero ahora sentía que estaba sola contra la era universitaria. Tal vez siempre estuve sola, solo que nunca me di cuenta, hasta hoy.

¿Era la única que realmente valoraba esta amistad? ¿Acaso era la única tonta que creía que seríamos amigas toda la vida? Siempre había creído que Ronnie era la ingenua.

Tomé todos los folletos de la mesa y los arrojé a la basura. Los odiaba, odiaba a todo el mundo.

Elliot llamó a la puerta de la cocina y le abrí de forma resignada. No iba a hacer que se aleje solo con ignorarlo.

  • Creí que dejabas de trabajar a las 6. – Le dije sin ninguna pizca de amabilidad. Quería que se fuera lo más rápidamente posible y me dejara sola con mi rabieta.
  • No tengo un horario definido. Entro y salgo cuando quiera.- Me confirmó él.
  • ¿Entonces? ¿Terminaste ya?- Pregunté.
  • Tal vez.- A pesar de lo huraña que estaba siendo con él, me respondía con amabilidad.- ¿Pasó algo?
  • ¿Por qué debería pasar algo? – Estaba enfurecida, no podía venir a preguntarme como estaba cada vez que sospechara que tenía problemas. Él se encogió de hombros.
  • Cuando llegaste, no saludaste.
  • ¿Quieres que lo vuelva costumbre ahora?
  • Y estás hablándome enojada. – Rodé los ojos. – No mientas, sé que algo debió haberte enojado.- Suspiré hondo. Viendo como estaba en esos momentos, no tenía nadie con quien hablar, salvo mi perro, pero él no daba consejos. No tenía amigas y mis padres entienden la mitad de lo que les hablo.
  • La universidad. Todos saben perfectamente qué es lo que quieren y yo estoy dando vueltas por ahí intentando encontrar en qué soy buena. Soporto las opiniones de mis padres y del resto de mi familia que cree que terminaré siendo presidenta de los Estados Unidos. – Puse aquello como un ejemplo de las expectativas que mis tíos tenían respecto a mí.- Tienen demasiadas expectativas para alguien como yo.
  • ¿Y no tienes las propias?
  • Al parecer mis expectativas no son considerables.- Afirmé.- Lo que yo quiero no es razonable, porque no es estable.
  • ¿Y qué quieres?- Elliot me estaba interrogando, no sabía a donde iba a llegar a parar con tantas preguntas, pero aun así las respondí. Se sentó en la mesa de la cocina y me miró fijamente.
  • Escribir.- Afirmé. – Libros, cuentos, historias cotidianas, etc.
  • ¿Y qué hay de irracional en eso?
  • Mis padres dicen que no es un trabajo estable. No podré solventarme económicamente y tampoco es rentable.
  • ¿Y te dejas guiar por lo que dicen tus padres? Creí que con tu carácter nunca escuchabas a nadie y ni te importaban.
  • Claro que va a importarme cuando ellos son los que van a pagar mi universidad. Y créeme que no van a aceptar pagarme un hobbie.- Me senté rendida en el asiento frente a Elliot.
  • ¿No tienes otra opción que te agrade?
  • No soy buena en nada más. Pero intento buscar algo que me guste. He buscado en todas partes, en cada folleto, en cada universidad, y nada. No hay nada. Siento que terminaré estudiando algo forzadamente, solo para que mis padres se sientan bien conmigo.
  • No hagas eso.- Me dijo él al momento en que estiraba su brazo para tocarme la mano.- No vas a estudiar algo que no te guste, pero tus padres siempre van a querer lo mejor para ti. Tal vez pienses que no eres buena en algo en este momento, pero te aseguro que sí lo eres. Para escribir, no necesitas estudiarlo necesariamente, no vas a hacer que tu vida gire en torno a una sola cosa, y conociéndote, creo que eres capaz de hacer muchas cosas a la vez. Si estudiases algo que te gusta, algo que de verdad sientes que amas, no tendrás tantos problemas cuando entres en la crisis universitaria, y créeme, todos la tenemos en algún momento. Pero a lo que voy realmente es que no porque no estudies algo relacionado con escribir, significa que no podrás hacerlo alguna vez. Confía en mí, tener estudios diferentes no te prohíbe tus gustos, lo único que hará de ti será ser una persona multitalentosa.
  • ¿En serio quisiste estudiar administración? – Pregunté sin frialdad o enojo, Elliot había logrado calmar un poco aquello.- ¿En serio quieres administrar la empresa de tu padre algún día?
  • Si, realmente me gusta, pero no siempre fue así, tuve mis momentos. Yo quería ser un jugador de fútbol americano profesional, pero comprendí que estudiar me daría la estabilidad que busco, aprendería más cosas que en una cancha, sería una persona letrada y nadie podría decirme en un futuro que era superior a mí, porque he estudiado para que eso nunca ocurra. De todas formas, eso nunca me impidió seguir jugando en la universidad, y hasta los días de hoy sigo amando el fútbol. Tal vez no seré el profesional que quise ser, pero no me arrepiento. – Asentí.
  • ¿Qué paso con tus amigos cuando te fuiste a Nueva York? ¿Volviste a reunirte con ellos?
  • Claro, casi todos nos fuimos a la misma universidad y nos reunimos varias veces el primer año. – Hasta ahí llego su sonrisa.- Pero ellos no eran mis amigos. Eran mis compañeros de bromas, mis compañeros fiesteros, con los cuales podía emborracharme un fin de semana entero, pero no eran mi reflejo. – Recuerdo a sus amigos perfectamente, eran seres despreciables igual que Elliot.- No tengo excusa para todas las cosas malas que hice antes, pero supongo que me divertía tener a alguien que las alentara. A ellos les gustaba más divertirse a costa del sufrimiento de otros, y sin darme cuenta yo formé parte de ello muchas veces. – Lo miré confundida. Él intentó sonreír, pero fue más una mueca que una sonrisa.- En el segundo año de universidad un chico nuevo apareció en mi facultad, se llamaba Frank y era bastante soso. Apenas media un 1.55 cm, y usaba lentes de grandes marcos, era muy inteligente, un genio en la clase, y mis amigos lo hicieron el blanco de las burlas.
  • ¿Tú no?- Me costaba creer que él no participara del ataque a una persona, recordaba muy bien las clases de burlas que solían hacernos a nosotras.
  • Al principio claro. Era divertido. Pero Frank no se inmutaba, no le interesaban nuestras burlas y nos ignoraba completamente. Era muy valiente. Tenía formas particulares para defenderse, no lo hacía a golpes, solo con palabras, y muchas veces nos humilló. Era un genio, ¿qué más íbamos a esperar?
  • ¿Y qué pasó?
  • Un día el profesor dio un trabajo para hacer en pareja y me tocó con Frank. Pensé que estaría incomodo al tener que trabajar conmigo, pero lo primero que me dijo es que no iba a aceptar que yo no aportara en nada. Fue la primera vez que hablé con él y me pareció bastante huraño. Aunque no tenía razones para ser amable conmigo, así que lo entendí.- Aquella historia se me hacía conocida.- Entonces comenzamos a hablar más seguido por el trabajo, y cuando yo tuve problemas para resolver algunas preguntas, él aceptó ayudarme y enseñarme. Fue un buen compañero a pesar de todo lo que yo le hice, por esa razón le tomé confianza y respeto. Cuando mis amigos volvían a molestarlo yo ya no participaba con ellos e intentaba calmar la situación. Intentaba alejar a Frank del centro de nuestras bromas, pero no daba mucho resultado.
  • ¿Entonces?
  • Entonces mis amigos decidieron pasar a la agresión física. Lo arrinconaron en un basurero y lo golpearon, querían humillarlo y meterlo en uno, pero yo alcancé a llegar a tiempo para defenderlo. Fue la primera vez que me di cuenta de lo idiota que eran mis amigos y de lo idiota que había sido yo. Claramente todos se fueron en contra de mí, pero a mí no me importaba, sabía que había hecho lo correcto.
  • ¿Los golpeaste?
  • Puede que sí. Solo cuando fue realmente necesario. Nunca más volvieron a molestar a Frank, y nunca más me hablaron a mí. Fue lo mejor que me pudo haber pasado.
  • ¿Frank se volvió tu amigo?
  • Sí, más de lo que yo esperaba. Se volvió mi mejor amigo, es un friki, sabe hablar el idioma de los elfos y tiene miles de comics de Marvel. Terminé compartiendo la habitación con él durante el resto de los años que nos quedaban y disfrutamos de varias fiestas juntos. Mientras él me enseñaba a hablar el idioma de los elfos, yo le enseñaba acerca de la cerveza y de cómo conquistar chicas. Era un desastre para las relaciones sociales, pero con el tiempo encontró a una chica que realmente lo quería.
  • ¿Qué pasó con Frank ahora? ¿Dónde está?
  • Sigue siendo mi amigo, de hecho vendrá a visitarme a Millebane cuando vuelva de Milán.
  • ¿Está en Milán?
  • Sí, fue de viajes con su novia. Puede que se casen allá, pero no estoy seguro de si vayan a avisarle a alguien.
  • Oh. – Aquello me recordaba las palabras de Ronnie. En la universidad vamos a encontrar a otros amigos, probablemente a los que conservaremos el resto de nuestras vidas. Elliot había encontrado a Frank y lo tendría siempre con él.
  • No me arrepiento de haber cortado toda comunicación con mis antiguos amigos. Un verdadero amigo tiene que sacar lo mejor de ti, no lo peor. Frank me enseñó eso. Tu verdadero amigo no necesariamente va a ser igual a ti, pero las diferencias son los que los unen. Te complementa y te reflejas en él, y cada vez que mires ese reflejo, debe gustarte. Así es como me veo en Frank. Me gusta como soy ahora y no como era antes. ¿Se entiende? – Me gustaba el rostro confundido de Elliot, creo que él intentaba explicar algo tan complejo que se le hacía difícil decirlo con palabras exactas.
  • Sí, te entiendo.- Y lo hacía, perfectamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.