3/4 Partes de mi corazón

Capítulo 53: Carter

Probablemente era la clase más aburrida de mi vida, y ni siquiera estaba en clases. Patrick era un chico amable, sí, tenía que reconocérselo, pero era un pésimo hablante. Quería pegarme un tiro si volvía a escuchar algo relacionado con los componentes de mi cerveza o de las reacciones químicas de mi cuerpo al consumirla.

Desvié la vista un par de segundos para buscar a mis amigas en algún lugar o rincón de la casa, pero no podía localizarlas tan simplemente, había mucha gente tapándome la visión. Pensé seriamente en levantarme del lugar y decirle a Patrick que iría a buscarlas, pero luego recordé que ellas estaban con sus respectivas citas y tal vez necesitaban un poco de privacidad. Golpeé mi cabeza contra mis antebrazos apoyados en la mesa al mismo tiempo que Patrick me preguntaba si me sentía bien. Volví la cabeza para responderle pero todo lo que pude ver fue a Elliot apareciendo tras Patrick. Pegué un salto en mi asiento.

¿Qué hacía Elliot ahí? Traía puesto un sweater gris a rayas en donde escondía sus manos en el bolsillo canguro, cuando me vio se encogió de hombros y me hizo una seña. Me despedí de Patrick diciéndole que no se preocupara que me encontraba bien, pero que iría a tomar un poco de aire al patio. Dejé mi cerveza en la mesa y le sonreí antes de irme, una parte de mí se sintió mal por dejarlo solo, él no era un chico que conversara con muchas chicas (y con justa razón), pero por lo menos lo intentaba y le daba créditos por ello.  

  • ¿Qué haces aquí? – Pregunté al momento en que lo arrastraba para escondernos entre la gente.
  • Sky me llamó.
  • ¿Por qué? – Eso era raro. Él se encogió de hombros.
  • Dijo que me necesitabas.
  • No es cierto.- Protesté. - ¿Por qué iba a hacerlo?
  • Lo sé.
  • ¿Entonces?
  • No sé Carter, solo pensé en salir esta noche y quería verte un rato, ¿tan malo es? – Elliot me hablaba indignado mientras caminábamos a través de la casa y nos dirigíamos hacia la salida.
  • ¿Querías verme? – Él no me respondió, ni siquiera me miró a los ojos cuando se encogió de hombros. Salimos a la calle, donde la música no me taponaba los oídos. – Hey, gracias por venir.- Le dije resignada. Sky lo había hecho venir por mi culpa, lo mínimo que podía hacer era ser amigable.
  • Bueno, te veías bastante entretenida ahí dentro.
  • Ni te imaginas cuanto me importa la biología y ese tipo de cosas químicas.- Me bufé y él sonrió.
  • Y me dices a mí que soy un demonio.
  • Yo no he dicho que yo no lo sea.
  • Sí, lo fuiste conmigo.
  • Estamos a mano entonces.- Nos detuvimos, cuando Elliot me quedó mirando decidí que era el momento de cortar el contacto visual. Me senté en el césped. – He visto que has terminado el garaje esta tarde. – Le dije. - ¿Te ha pagado mi padre?
  • Sí. – Me dijo al momento en que él también se sentaba.
  • ¿Para qué necesitas dinero extra?
  • Tengo cosas que comprar.
  • ¿Tú padre no te ayuda?
  • No en esa clase de cosas. – Arqué una ceja. ¿Qué clase de cosas?- Además tengo que pagar algunas deudas que dejé en Nueva York.
  • Ah.
  • ¿Has hablado con tus padres? Acerca de la universidad. – Me preguntó.
  • No, aún no. Ya lo haré. – Hubieron nuevos minutos de silencio entre nosotros. Elliot no estaba feliz como otras veces, podía notarlo en la forma de hablar y en su mirada, algo le preocupaba. Él había sido capaz de darse cuenta de mis preocupaciones de tan solo mirarme, está vez era mi turno.- ¿Sucede algo?
  • ¿Debiera?
  • Estás preocupado por algo, lo noto.
  • No es algo que pueda…
  • ¿Yo te digo todas mis cosas pero tú no eres capaz de decirme las tuyas? Es injusto.- Me quejé, pero le sonreí para que notara que no estaba molesta realmente. Él se acomodó en el suelo y se acercó varios centímetros a mí.
  • Prometo decírtelo, algún día.
  • ¿Me dejas con la intriga?
  • Tal vez…
  • ¿Tal vez?
  • Tal vez. – Sonrió él. Me sentía una boba mirándolo de la forma en que lo estaba mirando, pero no me detuve.- Tal vez me gustes Carter. – Y morí, literalmente morí en ese momento.
  • ¿Qué? – Balbuceé. No podía decirme aquello, Elliot no podía decirme aquello. Era el fin del mundo.
  • Que tal vez me gustes. – Repitió él.- Pero sé que tal vez no es la mejor idea.
  • ¿Tal vez? – Ya era hora de apretar el botón de pánico ¿no?
  • ¿En serio vas a repetir mis “tal vez”?
  • Tal vez…- No podía pensar en sinónimos. No en ese momento. Elliot sonrió y fue la última vez que lo hizo durante los próximos días. Se recostó en el césped y miró al cielo durante las próximas horas que duró la fiesta. Suerte la nuestra que la noche no estaba helada.  




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