Capítulo 62: Ronnie
Ese día domingo, hubiera querido dormir hasta tarde, ya que el ponche había hecho efecto en mí y no estaba cumpliendo las necesarias horas de sueño, pero no fue posible continuar con mi sueño al sentir varios golpes en la ventana. En un principio el ruidito constante de los pequeños golpes en la ventana me molestaban, hasta que recordé quien es la única que entra a mi habitación de la forma más criminal posible.
Corrí a abrir la ventana, eran las 10 de la mañana y yo seguía en pijama, algo que hizo que me embargara una extraña vergüenza. Jessie entró y se dio cuenta de que había interrumpido mi sueño.
- ¿Tan divertida estuvo la fiesta anoche? – Me dijo mientras se sacaba las zapatillas y se metía entre las sabanas de mi cama. Me quedé un buen rato ahí de pie, mirándola como ella me sonreía de oreja a oreja, con esa expresión de felicidad y energía que siempre traía con ella. Después de varios segundos decidí que me recostaría a su lado.
- Llegamos tarde.- Afirmé. – No me di cuenta de la hora la verdad.- Dije, aunque según yo todavía no dormía las horas necesarias. Tenía sueño. Mucho sueño.
- ¿Y cómo estuvo?
- Emotiva, linda… Graciosa y complicada.
- ¿Complicada? ¿Por qué?
- Carter tiene un asunto complicado con el hermano de Sky. Nada importante.- Mentí, pero no quería decirle las cosas de Carter a Jessie, ya que ella podría molestarse. Con el tiempo he aprendido a controlar el impulso de decir toda la verdad en cuanto me presionan un poquito. Ahora la suelto, pero no completa. Jessie asintió y sonrió.
- ¿Entonces tú estabas bien?
- Claro. – Respondí inmediatamente.- Aunque hubiera querido que estuvieses ahí. Hubiéramos podido bailar y beber ponche y champagne. También habían margaritas, y muchos platos raros que por cierto estaban deliciosos. Me faltó estómago.
- ¿Me extrañaste?
- Normalmente siempre te extraño.- Una parte de mí hubiera querido guardarse aquellas palabras, pero sentí que era el momento apropiado para decirle parte de la verdad a Jessie. – Siempre me ha gustado estar contigo. – Confesé mirándola a los ojos, tenía que hacerlo, tenía que ser valiente. Jessie sonrió con los ojos y luego sonrió hasta que las margaritas se le formaron en las mejillas.
- Lo sé. – Dejé escapar un suspiro, no había esperado que me respondiese de esa forma.
Nos recostamos en mi cama debajo de las sabanas y ella me abrazó para entrar en calor, apegó su cara contra mi cuello y yo le pregunté si sería muy raro de mi parte que le devolviese el abrazo. Me dijo que no.
La rodeé con mis brazos y con mis piernas, como si quisiera aferrarme a ella y jamás soltarla otra vez.
- ¿Sabes? Jamás pensé que terminaría deseando quedarme aquí para siempre.- Me dijo ella. Aquella frase me sonaba muy conocida, es como lo que decía Sky, ella siempre decía que le gustaría poder quedarse en Millebane, cuando todas sabemos que se irá de todas formas. – En serio haces que me encante estar aquí.
- Y a mí me encanta que estés aquí.
- Eres la chica más dulce y sincera que he conocido. Tú no mientes, tú haces las cosas porque sientes que es lo correcto, eres inteligente y mantienes el orden en tu vida. Eres una gran chica. Eres como lo que yo desearía ser.
- Tú igual eres una gran chica.- Afirmé yo.
- Pero no en esos aspectos. Hay cosas que tengo que enfrentar, como tú lo haces con todos tus problemas, vas de frente y eso es algo que yo también tengo que hacer.
- ¿A qué te refieres?- Aquello no me gustaba como sonaba.
- Tengo que enfrentarme a mi padre, tengo que enfrentarme a mi madre y tengo que volver a casa. – Aquello hizo que mi corazón se paralizara, ¿se refería a su casa en Australia verdad?- Volveré a casa después de graduarme.
- ¿Y qué pasara conmigo?
- Tú eres lo mejor que me pudo haber sucedido aquí Ronnie. Nunca podré estar más agradecida de ti, porque sin ti no hubiera encontrado un ejemplo a seguir.
- ¿Soy tu ejemplo a seguir?
- Lo eres.- Afirmó ella. Me quede en silencio. Ella besó mi frente y acarició mi pelo suavemente. Me apoyé en su pecho e intenté imaginarme como sería yo sin ella ahora. – No voy a olvidarte Ronnie, tal vez, si tengo suerte, podré solucionar todo temprano y volver.
- Lo sé. – Dije yo, aunque no sabía si creérmelo. – Solo no te olvides que existo.
- Lo prometo.- Me dijo. Su respiración lenta y calmada hizo que la mía se alineara. Terminé cerrando los ojos y sumiéndome en un profundo sueño.