Dueña de mis risas y ninguna pena, los brazos donde me he de apoyar, con tu sueños locos y mente serena cambiaste mi vida y no para mal.
Dos ojos que miran más allá del cuerpo, oídos que escuchan toda mi verdad, te he abierto mi pecho, dicho mis secretos, como tú no hay otra en quien pueda confiar.
La sangre no ha unido nuestras historias lo hace el apoyo en nuestro caminar, pero para mí eres la perfecta hermana que dos veces nunca se ha de encontrar.
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